GABRIEL GIORGI: EL LEGADO DE LA PRECARIEDAD

¿Cuál es el eje de tu conferencia “Politizar lo precario: genealogías virales”?

Voy a trabajar algunas líneas de activismo cultural y político en torno del VIH. Hay un gesto fundamental que me parece que va a ser recurrente en este encuentro del Malba y es el de pensar los 80 como un horizonte histórico en el que aparecen muchas transformaciones que definen el presente. 

¿En qué sentido?

Un poco para evitar ese efecto de monumentalización, pero también de museificación de un momento histórico. Me parece que los 80 son muy interesantes, definen los modos en que se transformó la política, y la relación entre cultura y política. 

¿Una política de lo precario?

Lo que yo voy a explorar en torno al activismo del vih es tratar de buscar en los 80 una genealogía de lo precario, de la condición precaria y sobre todo de los modos en que se politiza la cuestión de lo precario en nuestra época y que me parece que se puede encontrar también en las cuestiones de Derechos Humanos, en torno a las experiencias de vulnerabilidad física y subjetiva que se dramatizaron en los 80. 

¿Cómo dialogaron esas nuevas formas de subjetividad con las décadas anteriores?

Los 80 tienen dos contextos claves, la transición democrática y -lo que me parece que es importante sobre todo para marcar contrastes con los 70 y con esa mitificación, esas narrativas, esas pedagogías en torno a esa época- la consolidación global del neoliberalismo como la regla de juego. Ahí hay que situar la emergencia de esas nuevas formas de intervención pública y que en el caso del VIH van a quedar muy asociadas a acciones micropolíticas.

¿Y también globales?

Los 80 ponen en tensión el marco de lo nacional tal como se había pensado en los 70. En los 80 ya empiezan a aparecer fuerzas globales, líneas que empiezan a sacudir de forma radical las imágenes y las ideas de lo nacional, de la nación. En ese sentido el VIH también es paradigmático porque es una epidemia, no puede ser nunca nacional. En esa dirección me interesa pensar las idas y vueltas en torno a lo que fue Act Up en Estados Unidos y la conexión con Argentina. Hay un artista que me interesa mucho que se llama David Wojnarowicz, central de Act Up y que estuvo en Buenos Aires en el 83, y también ir a Perlongher, inevitable, pero además pensar nombres latinoamericanos no argentinos, como el poeta portorriqueño Manuel Ramos Otero, que me parece crucial y nos permite reflexionar sobre esos nuevos mapas que aparecen en los 80.

ROBERTO JACOBY: PLATAFORMA DE DESPEGUE

¿Cómo construyó sus identidades la juventud de la posdictadura?

Si se puede hablar de identidad, concepto de utilidad dudosa, creo que lo central fue producido alrededor de la música, con todas las particularidades que cada tendencia o banda sostenía. El punto de vista político era la típica ingenuidad juvenil que significó pensar que un cambio de gobierno o una elección barrían con todo el pasado. Por eso es fácil ver que la principal novedad política no vino de la juventud sino de las madres y abuelas. 

¿Y en el under?

En lo sexual la marca fue el terror al sida, que agregó a la homofobia la estigmatización que en otra época sufrían los leprosos. La innovación y lo que hoy se llaman los 80 corrió por cuenta de un pequeño grupo de artistas y una serie de espacios muy minoritarios que hacían la vida más aceptable. Como suele suceder, pasado el tiempo todo el mundo dice haber estado en Bolivia, haberle dado la mano a Federico Moura o haberle cosido un vestido a Batato. Si se analiza la época se ve que hay 15 o 20 personas a través de las cuales todo se produce o se desarrolla. Los nombres los conocemos porque ya son leyenda. Pienso que estos núcleos de diseñadores, músicos, pintores, escritores, etc., trataban de hacer pequeños movimientos de mundos que respondieran a sus deseos.

¿Había conexiones con las ideas heredadas de los 70?

Los mayores de esa generación tenían vínculos personales, experiencias, familias, lo mismo que ahora. ¿Quién no tenía desaparecidos en sus conocidos? Pero la idea de refundación radical de la vida que había en los 70 no tenía vigencia.

¿Y después? ¿Los 90 y los 2000 terminaron con el espíritu libertario del under de los 80?

Todo lo contrario. Casi todas las figuras significativas aquí adquirieron un lugar indiscutible. Cualquiera de esos artistas es reconocido hoy como precursor de la dinámica actual. Me parece muy perezoso considerar que todo tiempo pasado fue mejor y que la actualidad es blanda y conformista.

Se proyectarán los documentales La organización negra, de la Julieta Rocco sobre el grupo de experimentación teatral homónimo nacido en 1984. La peli de Batato, dirigida por Goyo Anchou y Peter Pank. Acha Acha Cucaracha: Cucaño ataca otra vez, con dirección de Mario Piazza, que retrata al mítico grupo rosarino de arte y performance que desafió a la censura dictatorial a comienzos de los 80. Se presenta el libro de Vivi Tellas Biodrama. Seis documentos escénicos.l

Miércoles 15 desde las 14 y jueves 16 de agosto desde las 11 en el Auditorio del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Av. Figueroa Alcorta 3415. Programación completa en malba.org.ar