La subsecretaria general de la ONU anunció a embajadores ante el organismo multilateral  que la ex presidenta de Chile Michelle Bachelet ha sido elegida para ser la próxima Alta Comisionada de los Derechos Humanos. De ser ratificada, Bachelet se posicionaría en carrera para llegar al puesto internacional más relevante: secretaria general de la ONU.

Fue en una reunión  de altísimo nivel en Nueva York. De un lado, quien convocaba al encuentro, la subsecretaria general de la ONU, la nigeriana Amina Mohammed. Del otro, los embajadores representantes de los grupos regionales de Naciones Unidas, uno por cada continente o zona geográfica.

En el encuentro, Mohammed les comunicó formalmente un anuncio: el secretario general del organismo, Antonio Guterres, resolvió designar como la próxima Alta Comisionada de los Derechos Humanos a Michelle Bachelet.

La noticia llegó rápidamente a los oídos de la representación chilena en la ONU. Esto porque, si bien Chile no estaba invitado al encuentro, sí había un embajador presente en nombre del Grulac (Grupo Geopolítico de América Latina y del Caribe), quien informó de la conversación.

Bachelet fue la primera mujer presidente de Chile y ejerció el máximo cargo del país durante dos periodos, de 2006 a 2010 y de 2014 a 2018. Además, la política socialista fue directora ejecutiva de ONU Mujeres de 2010 a 2013.

Fuentes diplomáticas que pidieron el anonimato indicaron que la secretaria general adjunta de Naciones Unidas, Amina Mohammed, dijo durante la reunión  con los embajadores que Bachelet ha aceptado asumir el cargo de nueva jefa de derechos humanos de la organización. Advirtieron, no obstante, que su designación aún  debe ser aprobada por la asamblea general. El portavoz de la ONU, Farhan Haq, no quiso comentar la información, pero dijo que se había enviado un nombre a la asamblea general. “El proceso está  cerca de concluir’’, señaló Haq.

Bachelet, de 66 años, reemplazaría al jordano Zeid Ra’ad Al Hussein, que ocupa el cargo  desde septiembre de 2014. Pediatra de profesión y experta en salud pública, tras el regreso de la democracia a Chile en 1990, la socialista Bachelet fue ministra de Salud, luego de Defensa y finalmente dos veces presidenta, hasta que dejó el cargo en marzo pasado. Hija de un militar que se opuso al derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende y fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet, fue detenida y torturada en 1975, antes de partir al exilio, primero en Australia y luego a Alemania del este.

Bachelet asumiría un cargo que ha sido objeto de mucha polémica durante la gestión de Zeid, quien decidió que no se postularía a un segundo mandato tras perder el apoyo de países poderosos. Zeid es conocido por ser un fuerte crítico de presidentes como el estadounidense Donald Trump y el filipino Rodrigo Duterte. La semana pasada dijo a periodistas en Nueva York que aconsejará a su sucesor “ser justo” y “simplemente dar pelea”, y afirmó que los políticos de alto rango no deben ser preservados de las críticas en temas de derechos humanos.

Además de Estados Unidos, Zeid se ha confrontado duramente con Rusia y China. Tras cuatro años en el cargo, afirma que “en el actual contexto geopolítico, permanecer en el puesto implicaría arrodillarse en súplica’’.

Mientras se prepara para dejar el puesto el 31 de agosto, descargó munición gruesa ante un grupo de periodistas la semana pasado “El silencio no te genera ningún respeto’’, dijo Zeid.

Con Zeid bajo escrutinio, algunos grupos de activistas de derechos humanos han expresado su preocupación de que Guterres busque nombrar un jefe de derechos humanos menos expresivo. “Si es electa, Bachelet asumirá  uno de los trabajos más difíciles del mundo en momentos en que los derechos humanos están bajo ataque generalizado’’, dijo el director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth. “Como una víctima, ella trae a la mesa una perspectiva única al cargo sobre la importancia de una defensa vigorosa de los derechos humanos’’, añadió. “Gente de todo el mundo dependerá  de ella para que sea una campeona pública y enérgica, donde los infractores son poderosos’’.

Bachelet ya trabajó antes en la ONU: en 2010 fue la primera directora de ONU Mujeres, la agencia de la organización que promueve la igualdad de género, durante tres años. El año pasado, Guterres la nombró integrante de un grupo de alto nivel sobre mediación en la ONU que le aconseja sobre los esfuerzos de paz de la organización. El secretario general la describió entonces como “una defensora de larga data de los derechos de las mujeres con una historia de liderazgo mundial dinámica, habilidades políticas muy perfeccionadas y un talento reconocido para crear consenso’’.

Bachelet dejó este año la presidencia de Chile con una popularidad en torno al 40 por ciento. Durante su última gestión, puso en marcha un ambicioso programa que incluyó una reforma educativa y otra de leyes laborales y tributarias. También enfrentó un escándalo de corrupción protagonizado por su hijo mayor y su nuera, condenada recientemente por fraude al fisco. Este mes lanzó en Chile su nueva fundación, Horizonte Ciudadano, que busca promover los objetivos de desarrollo sostenible fijados por la ONU para 2030.