La audiencia de la TV argentina dista de ser estanca. La permanente fuga de televidentes, que desde hace años migran hacia otras plataformas, es el rostro más visible del dinamismo del medio. Pero no el único. Al fin de cuentas, la televisión es presente continuo y ni el fracaso ni el éxito son eternos. Basta ver las escuálidas planillas de rating de Kantar Ibope Media para constatar que, detrás de la pelea que Telefe libra con El Trece por el liderazgo, hay una disputa mucho más silenciosa pero no por eso menos interesante por el tercer puesto. La “otra pelea”, que durante un largo tiempo tuvo a América TV como claro ganador, se reavivó en los últimos meses, al punto de que El Nueve acortó la distancia que le llevaba su competidor directo. No sólo eso: en los primeros diez días de agosto, El Nueve igualó el promedio de audiencia de América. Y hay razones artísticas y sociales detrás de esa tendencia.

La batalla por alcanzar el último lugar en el podio de la TV local se recalentó en el último tiempo. La posibilidad de que El Nueve se posicione por primera vez desde 2005 –cuando Marcelo Tinelli aterrizó con Showmatch y el resto de sus programas– como el tercer canal más visto de la TV abierta parece cuestión de tiempo. La evolución de la disputa por la audiencia entre América y El Nueve marca una tendencia que se consolida con el tiempo: mientras el rating de la emisora del Grupo Vila cae paulatinamente, la del Grupo Albavisión crece. Los números son elocuentes: América TV pasó de promediar 3,7 puntos de rating en 2017, a caer en los 2,8 en los primeros siete meses de este año. Por su parte, El Nueve pasó de 2,2 puntos promediados el año pasado, a los 2,5 en lo que va de 2018. Es decir: América perdió prácticamente el 25 por ciento de su audiencia en sus primeros siete meses. El Nueve, por el contrario, la incrementó en un 13 por ciento, posicionándose mensualmente desde abril siempre a 1 o 2 décimas del histórico tercer canal más visto del país.

El acecho de El Nueve sobre América se profundizó en lo que va del mes, cuando directamente la emisora propiedad de Angel Remigio González se impuso a la de Daniel Vila. El lunes, El Nueve midió 4 puntos contra 3,3 puntos de América (de 12 a 24), mientras que el martes la distancia fue de 3,4 a 2,9. Incluso el miércoles, aun con una jornada caliente por la votación por la legalización del aborto, América quedó detrás de El Nueve. Agosto puede ser finalmente el mes en el que El Nueve escale al tercer puesto.

“No me gusta tomar el rating como un tema deportivo”. La afirmación que minimiza el rating no salió de la boca de Liliana Parodi, la gerenta de programación de América, sino de Diego Toni, gerente de contenidos de El Nueve. “Las pasiones en función de los números son subjetivas. Siempre dije, y lo sigo sosteniendo, que en el canal no trabajamos para ganarle a nadie. Trabajamos para hacer una TV más atractiva y poder sostener cada producto como una fuente de trabajo. La posición del canal no nos da más o menos rédito”.

¿Qué fue lo que cambió para que la pantalla de América perdiera audiencia y la de El Nueve la incrementara? La primera razón artística que salta a la vista es que este año El Nueve dejó de programar telenovelas enlatadas de Centroamérica. Desde la adquisición del canal de parte de Albavisión en 2007, la programación de la emisora había girado en torno a las latas que el mismo grupo producía en otros países y emitía en las numerosas pantallas que tiene en toda América. Ese modelo de negocio se mantuvo durante una década, pero el año pasado empezó a discontinuarse hasta llegar a una pantalla en la que ya no hay programada ninguna novela enlatada.

Esa no es la única transformación. A la ausencia total de ficción se le sumó una suerte de contraprogramación: al igual que la de América, la pantalla de El Nueve mutó a una grilla casi íntegramente “en vivo”. Esa inmediatez permite estar más a mano del zapping, conformada desde un perfil de programación claramente de entretenimiento. El show del problema, Confrontados, Todas las tardes, Hay que ver o Bendita son ciclos que –con sus particularidades– están más ligados al humor y al entretenimiento que a la información “dura”. Por su parte, la programación “en vivo” de América TV tiene un sentido mucho más periodístico y sensible a la agenda política y social. Ese perfil de América TV vuelve pertinente un interrogante: ¿la caída de su audiencia responde únicamente a razones artísticas o también a la manera en la que la emisora aborda la realidad?

No deja de ser paradójico que en un momento en el que la realidad del país se “recalienta”, la programación en vivo de América resulte menos atractiva que en otra época. En efecto, el show periodístico Intratables (lunes a viernes a las 21.15) consolidó su rating entre los 3 y 4 puntos diarios, por debajo de los más de 5 que alguna vez supo cosechar. La emisión del miércoles, en pleno debate en el Senado, midió 3,2 puntos. El programa de debate televisivo parece haber dejado de interpelar masivamente a los televidentes, que comenzaron a volcarse hacia otras propuestas al momento de elegir ciclos que analicen la realidad. Sin ir más lejos, no puede soslayarse el crecimiento sostenido en el rating de C5N en la franja nocturna, segmento en el que hay días en los que se posiciona como el tercer canal más visto de la TV argentina, sólo superado por Telefe y El Trece. Basta un ejemplo que marca el cambio de época: Minuto 1, el programa que de 20 a 22 conduce Gustavo Sylvestre en C5N, suele superar en audiencia al de Santiago Del Moro en la TV abierta.

Por el contrario, uno de los pilares del resurgimiento de El Nueve es Bendita (lunes a viernes a las 20.30). El tradicional programa que Beto Casella conduce desde 2006 no parece verse afectado por el paso del tiempo: esta semana, por ejemplo, alcanzó una media de casi 6 puntos diarios, con esa extraña combinación de humor e ironía al momento de analizar la realidad. Una audiencia que le permite a Mejor de noche (el ciclo de Leo Montero) y Todo por hoy (Guillermo López) construir una franja de entretenimiento nocturna. Definitivamente, algo está cambiando en la audiencia televisiva.

Por Emanuel Respighi

@La audiencia de la TV argentina dista de ser estanca. La permanente fuga de televidentes, que desde hace años migran hacia otras plataformas, es el rostro más visible del dinamismo del medio. Pero no el único. Al fin de cuentas, la televisión es presente continuo y ni el fracaso ni el éxito son eternos. Basta ver las escuálidas planillas de rating de Kantar Ibope Media para constatar que, detrás de la pelea que Telefe libra con El Trece por el liderazgo, hay una disputa mucho más silenciosa pero no por eso menos interesante por el tercer puesto. La “otra pelea”, que durante un largo tiempo tuvo a América TV como claro ganador, se reavivó en los últimos meses, al punto de que El Nueve acortó la distancia que le llevaba su competidor directo. No sólo eso: en los primeros diez días de agosto, El Nueve igualó el promedio de audiencia de América. Y hay razones artísticas y sociales detrás de esa tendencia.

La batalla por alcanzar el último lugar en el podio de la TV local se recalentó en el último tiempo. La posibilidad de que El Nueve se posicione por primera vez desde 2005 –cuando Marcelo Tinelli aterrizó con Showmatch y el resto de sus programas– como el tercer canal más visto de la TV abierta parece cuestión de tiempo. La evolución de la disputa por la audiencia entre América y El Nueve marca una tendencia que se consolida con el tiempo: mientras el rating de la emisora del Grupo Vila cae paulatinamente, la del Grupo Albavisión crece. Los números son elocuentes: América TV pasó de promediar 3,7 puntos de rating en 2017, a caer en los 2,8 en los primeros siete meses de este año. Por su parte, El Nueve pasó de 2,2 puntos promediados el año pasado, a los 2,5 en lo que va de 2018. Es decir: América perdió prácticamente el 25 por ciento de su audiencia en sus primeros siete meses. El Nueve, por el contrario, la incrementó en un 13 por ciento, posicionándose mensualmente desde abril siempre a 1 o 2 décimas del histórico tercer canal más visto del país.

El acecho de El Nueve sobre América se profundizó en lo que va del mes, cuando directamente la emisora propiedad de Angel Remigio González se impuso a la de Daniel Vila. El lunes, El Nueve midió 4 puntos contra 3,3 puntos de América (de 12 a 24), mientras que el martes la distancia fue de 3,4 a 2,9. Incluso el miércoles, aun con una jornada caliente por la votación por la legalización del aborto, América quedó detrás de El Nueve. Agosto puede ser finalmente el mes en el que El Nueve escale al tercer puesto.

“No me gusta tomar el rating como un tema deportivo”. La afirmación que minimiza el rating no salió de la boca de Liliana Parodi, la gerenta de programación de América, sino de Diego Toni, gerente de contenidos de El Nueve. “Las pasiones en función de los números son subjetivas. Siempre dije, y lo sigo sosteniendo, que en el canal no trabajamos para ganarle a nadie. Trabajamos para hacer una TV más atractiva y poder sostener cada producto como una fuente de trabajo. La posición del canal no nos da más o menos rédito”.

¿Qué fue lo que cambió para que la pantalla de América perdiera audiencia y la de El Nueve la incrementara? La primera razón artística que salta a la vista es que este año El Nueve dejó de programar telenovelas enlatadas de Centroamérica. Desde la adquisición del canal de parte de Albavisión en 2007, la programación de la emisora había girado en torno a las latas que el mismo grupo producía en otros países y emitía en las numerosas pantallas que tiene en toda América. Ese modelo de negocio se mantuvo durante una década, pero el año pasado empezó a discontinuarse hasta llegar a una pantalla en la que ya no hay programada ninguna novela enlatada.

Esa no es la única transformación. A la ausencia total de ficción se le sumó una suerte de contraprogramación: al igual que la de América, la pantalla de El Nueve mutó a una grilla casi íntegramente “en vivo”. Esa inmediatez permite estar más a mano del zapping, conformada desde un perfil de programación claramente de entretenimiento. El show del problema, Confrontados, Todas las tardes, Hay que ver o Bendita son ciclos que –con sus particularidades– están más ligados al humor y al entretenimiento que a la información “dura”. Por su parte, la programación “en vivo” de América TV tiene un sentido mucho más periodístico y sensible a la agenda política y social. Ese perfil de América TV vuelve pertinente un interrogante: ¿la caída de su audiencia responde únicamente a razones artísticas o también a la manera en la que la emisora aborda la realidad?

No deja de ser paradójico que en un momento en el que la realidad del país se “recalienta”, la programación en vivo de América resulte menos atractiva que en otra época. En efecto, el show periodístico Intratables (lunes a viernes a las 21.15) consolidó su rating entre los 3 y 4 puntos diarios, por debajo de los más de 5 que alguna vez supo cosechar. La emisión del miércoles, en pleno debate en el Senado, midió 3,2 puntos. El programa de debate televisivo parece haber dejado de interpelar masivamente a los televidentes, que comenzaron a volcarse hacia otras propuestas al momento de elegir ciclos que analicen la realidad. Sin ir más lejos, no puede soslayarse el crecimiento sostenido en el rating de C5N en la franja nocturna, segmento en el que hay días en los que se posiciona como el tercer canal más visto de la TV argentina, sólo superado por Telefe y El Trece. Basta un ejemplo que marca el cambio de época: Minuto 1, el programa que de 20 a 22 conduce Gustavo Sylvestre en C5N, suele superar en audiencia al de Santiago Del Moro en la TV abierta.

Por el contrario, uno de los pilares del resurgimiento de El Nueve es Bendita (lunes a viernes a las 20.30). El tradicional programa que Beto Casella conduce desde 2006 no parece verse afectado por el paso del tiempo: esta semana, por ejemplo, alcanzó una media de casi 6 puntos diarios, con esa extraña combinación de humor e ironía al momento de analizar la realidad. Una audiencia que le permite a Mejor de noche (el ciclo de Leo Montero) y Todo por hoy (Guillermo López) construir una franja de entretenimiento nocturna. Definitivamente, algo está cambiando en la audiencia televisiva.