El éxito provoca que el ánimo se eleve, y de esa manera poder encarar lo que viene con mayor predisposición. Luciano De Cecco, el capitán del seleccionado argentino de vóleibol, es el que intentará precisamente continuar con el envión positivo por lo que le sucedió en su club italiano (Sir Safety Perugia), para poder prolongarlo en el conjunto nacional, a pocas semanas del inicio del Mundial 2018. A los 30 años, el jugador se prepara para un nuevo desafío.

–Los tres títulos (Supercopa, Copa y liga italiana) que conseguiste con Perugia la última temporada provocaron que te mencionen como el mejor armador del mundo, ¿vos te considerás en ese lugar?

–La verdad, dejo que la gente de afuera hable, a mí no me cambia ser o no ser. Lo que me cambia es que todo lo que yo haga sea por y para el equipo, tanto individual como colectivamente, y que los resultados lleguen. Y después que digan que uno es el mejor, o el menos mejor, o que estás entre los mejores cinco, a mí realmente no me cambia.

–Que Julio Velasco haya anunciado que dejará su cargo luego del Mundial, a pocos meses antes de jugarlo, ¿puede repercutir de manera negativa para ustedes?

–Son decisiones personales, y no nos tiene que afectar a nosotros. Es como que un jugador deje de jugar en la Selección, o que alguien se vaya por otros motivos. Son cuestiones de cada uno. La Selección es de todos, no es solamente de Julio Velasco, en este caso, como tampoco lo fue de (Javier) Weber, o de (Jon) Uriarte, o de (Juan Manuel) Cichello, cuando estuvo como técnico interino en su momento. El tomó una decisión y hay que respetarla, no hay que hacer algo tan grande de una situación normal. Si fuera otro cualquiera no dirían nada, pero como es Velasco hacen noticia de lo que podría pasar con su partida.

–Los sueños que querías cumplir en la actividad reconociste que los habías logrado, ¿ahora a qué aspirás?

–No me pongo como meta muchas más cosas de las que no pueda superar. Este año he logrado objetivos personales muy buenos, pero empezar a pensar más allá no quiero. Si voy a ir a Tokio a los Juegos de 2020 o no sería ir muy lejos, planifico más a corto plazo. 

–Velasco remarcó que a esta Selección le falta un triunfo impactante para dar el salto hacia la elite, ¿coincidís con eso?

–Le hemos ganado a Brasil en World League, a Rusia en los Juegos de Río de Janeiro, y también a los rusos en la World League. El resultado que dice Julio es un triunfo para obtener una medalla o un Mundial, no es el resultado de un partido. Eso puede pasar para que nos metamos entre los cuatro o cinco, pero de ahí a conseguir ese resultado no lo sé. Todavía no lo hicimos, y seguimos homenajeando a los de Seúl 88, que fueron los primeros que ganaron una medalla olímpica. 

–¿Creés que se hace esa comparación con aquel plantel repleto de figuras?

–No creo que porque la Selección no gane una medalla, los que la consiguieron en Seúl serán la historia del deporte. Ellos serán la historia de Seúl, pero si tenemos que vivir con eso es que tenemos una mentalidad muy mediocre. Hay muchos deportes que no consiguen resultados, e igualmente sus equipos son importantes. 

–Precisamente, ¿se aprovechó en el país durante todos estos años lo que generaron equipos como el del ’88 o los que vinieron después en el vóley argentino?

–La verdad no lo sé, pero voy a dar un ejemplo egoísta. El Cholo (Diego) Simeone ganó todo en Europa y fue la tapa de todos los diarios, y Luciano De Cecco ganó todo este año y no apareció en ningún lado. Entonces qué lugar ocupa el vóley para el país, no lo digo por mí, sino en general. Cuando le ganamos la medalla de oro a Brasil en los Juegos Panamericanos de Toronto (2015), después de 20 años que no se lograba, salimos apenas en un recuadrito. Qué lugar tiene el vóley entonces, es una pregunta que no tiene respuesta.

–Vos que vivís en Europa, ¿cómo ves las políticas deportivas de Argentina en relación con lo que sucede allá?

–Creo que se está en una posición cómoda, por lo menos en el voley, que no cambia ni para adelante ni para atrás. Por ejemplo, Velasco hizo muchos cambios en un montón de situaciones, pero hay cosas que no han cambiado a niveles más altos. Pero yo paso a la etapa de jugador y no me interesa, porque yo trato de demostrar en la cancha. Y creo que afuera hay que cambiar infinidad de cosas y nadie muestra interés por hacerlo. También hay que aceptar la realidad, y es que el vóley no ocupa ni un sitio entre los diez lugares de interés en Argentina.

–¿El conflicto que tuvieron con la Feva a principio de año por reclamos de premios se pudo canalizar de manera positiva?

–El problema no es contra la Feva, es que nosotros buscamos que la Feva cambie a nivel organización para los que vienen atrás. En muchas cosas estamos muy mal, y eso no quita que se puedan revertir, pero llega un momento que no da para más. La Federación está en un punto de confort que no es bueno, y eso hace que estemos muy lejos de ser un deporte al menos semiprofesional, porque no somos profesionales. A mí me encantaría que puedan cambiar para que los más chicos tengan mejores cosas, más ventajas. No digo que no hay gente que se dedica, pero creo que a la Federación le falta dar un salto de calidad.

–¿De esa disputa quedaron secuelas?

–La Federación dio la cara, se pagaron las deudas, y quedó todo ahí. Fueron muchas situaciones de un montón de cosas acumuladas, y por eso no se podía sostener más. Pero si tenemos que sacar una carta pública para que actúen cada vez que pasa algo, me demuestran que no somos nosotros los problemáticos. Por eso, el activo de la Feva decide también sobre el futuro de los jugadores y el cuerpo técnico, si quieren seguir o no quieren seguir.

–¿Esa lucha te llevó a pensar en tomar medidas drásticas?

–Uno demostró siempre que está dispuesto a sumarse a la Selección: pagando plata de su bolsillo para tomar aviones, llevando a compañeros a dormir a casa, porque no llegaban a pagar departamentos a los jugadores para venir a entrenar, y nunca dije nada. Yo he demostrado compromiso adentro de la cancha, en las buenas y en las malas, del 2006 hasta hoy.

–¿Cuándo llega un entrenador nuevo (Marcelo Méndez se hará cargo del equipo en octubre) los jugadores están a la defensiva?

–Hay que esperar que llegue para comprobarlo. Lo que creo es que hay que respetar la visión que él tenga. El entrenador dice y el jugador hace, y nada más. Si nos vamos a poner un escudo arrancamos mal. Si un equipo pretende ser competitivo y ganador, tiene que respetar las pautas que pone el cuerpo técnico. Si vos no estás convencido es muy difícil después que se pongan objetivos.

–¿Y tu objetivo para el Mundial cuál es?

–Prefiero no decir nada, porque si pasa algo mejor me van a cuestionar porque dije otra cosa, y si nos va peor van a decir que estaba desenfocado por lo que pretendía.