“El juego no es sólo algo de niños. Los adultos podemos y debemos jugar”, aseguró Soledad Toriggia, estudiante avanzada de la carrera de Tiempo Libre y Recreación. Este es uno de los objetivos centrales de la tecnicatura: formar especialistas que promuevan a las personas, sin importar su edad, a tener la posibilidad de desarrollarse a través del juego.

Julieta Nebra, licenciada en Trabajo Social, especialista en género y docente, aclaró que “no existe recreo como materia” y que la carrera se dicta en el Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación hace treinta años. “Hay distintas formas de definirla como práctica pedagógica. Para nosotros apunta a la transformación social mediante la formación de sujetos con pensamiento crítico que tiene como herramienta más característica, aunque no la única, al juego”, explicó Nebra y señaló que el juego sería parte de un proceso en el que se busca que una persona o grupo logre un objetivo.

“Nosotros hicimos una intervención en un curso donde los alumnos no eran muy unidos y, además, había una chica, Jansi, que venía de China que no hablaba una sola palabra en castellano y sus compañeros no tenían vínculo con ella”, contó Toriggia. El objetivo de la intervención fue integrar al grupo y proponer actividades que la chica pudiera realizar sin dificultad. “Propusimos juegos con gestos y Jansi los ganó todos. Eso la empoderó un montón, los chicos empezaron a verla de otra manera – aseguró – El último día escribimos en el suelo palabras que habían surgido en las actividades y escribimos ‘amistad’ en chino. La sonrisa de esa nena fue todo. Cómo con algo tan simple y tan complejo se puede pensar la inclusión”.

Según Toriggia, hay una creencia generalizada de que el juego “es un recreo, que es algo inocente y que no es importante”. Guadalupe Canales, diseñadora gráfica y recreóloga, desmintió esta idea y aseguró que el juego constituye un papel fundamental en la socialización primaria de los niños. “El juego implica construir sujetos que cuando sean adultos van a ocupar esos roles que aprendieron mediante el juego en la infancia. Muchas veces se proponen juegos y juguetes sexistas y los roles que se aprenden no suelen ser cuestionados en la vida adulta”, aseguró. Además, criticó que el mercado “nos propone juegos donde no hay muchas posibilidades de crear. Sería bueno pensar en juegos, sean físicos o de mesa, donde los pibes sean lo que quieran ser y puedan desarrollar la imaginación”.

El problema, según las tres, no es el juguete en sí mismo, sino a qué se puede jugar con ese objeto. “No tiene nada de malo jugar con un bebé, pero además de jugar a ser la mamá o el papá, ¿qué otros juegos habilitan esos muñecos?”, interrogó Toriggia. Para ella, lo importante es que los niños puedan usar su imaginación. “Cuando un niñe viene con un palo y dice que es un caballo o una máquina del tiempo se le puede decir que es sólo un palo o le podemos preguntar a dónde viaja con esa máquina”, sostuvo.

“El juego es la manera en la que aprendemos el mundo”, precisó Nebra. En nuestra primera infancia el juego ocupa casi la totalidad de nuestro tiempo, pero luego se recorta porque, según la docente, “la sociedad reprime las ganas de jugar y nuestras expresiones lúdicas”. “Desde la carrera criticamos a este sistema moderno y capitalista en el que nuestro tiempo está organizado en relación al tiempo laboral. Organizamos nuestra vida, nuestros proyectos, aspiraciones, deseos y profesiones de acuerdo al campo del trabajo. El tiempo libre y el ocio son mal vistos por ser improductivos”, detalló.

Canales contó que desde la carrera de recreación se analiza la existencia de dos tipos de tiempo: el libre y el liberado. “El tiempo liberado es aquel que está por fuera del horario de trabajo, pero se retroalimentan entre sí. Vos vas al cine, dormís y juntás energía para volver a trabajar” –explicó–. Nos proponemos pensar un tiempo libre que tenga que ver con nuestras necesidades y que no esté condicionado por el sistema. Esa es la búsqueda que hace la recreación a través del juego”.

“Los adultos pueden y deben jugar para lograr el desarrollo personal y poder crecer”, sostuvo Toriggia. “La palabra recrear significa seguir creándonos permanentemente. A la hora de jugar, nos podemos trasladar a un tiempo y espacio distinto. Salimos de nuestra realidad para meternos en otra que también es real. Si vos jugás a la granja y cultivás, cosechás o vendés vegetales, durante ese tiempo vos fuiste granjera”, explicó. Canales agregó que el juego nos permite “elegir lo que quiero ser, encontrarme con otros y la diversidad del juego de esas otras personas”.

El Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación es una institución terciaria pública y gratuita ubicada en el barrio porteño de Recoleta que funciona en el turno vespertino del Liceo n°4. Las otras tecnicaturas que ofrece son Pedagogía y Educación Social y Comunicación Social Orientada al Desarrollo Local. En el caso de Tiempo Libre y Recreación, “no te habilita para dar clases en la educación formal”, pero sí pueden hacerlo en espacios como bachilleratos populares, entre otros. Toriggia y Canales señalaron que muchas veces maestros y profesores de educación física eligen la carrera como una forma de complementar su formación.

“Los recreólogos tenemos vocación de reclutar. Yo me enteré de que existía la carrera por unos amigos. Uno era egresado de la carrera y otro estudiante avanzado”, recordó Canales. Por su parte, Toriggia viene de una familia que se dedica a diseñar juegos y su hermana mayor es egresada de la carrera. “Fue algo muy liberador porque la carrera me permitió explicar con teoría cosas que sentía de chica en la escuela como por qué le tengo que hacer caso a una docente por el hecho de ser mayor. Es un espacio de mucho amor, compañerismo y contención”.

Informe: Ludmila Ferrer.