Desde que ingresó el préstamo de 15.000 millones de dólares que aportó el FMI el pasado 22 de junio, el Banco Central ya lleva perdidos 8484 millones de dólares de sus reservas. La fuga hacia el dólar ni siquiera pudo ser frenada con una nueva suba de la tasa de interés de referencia que trepó de 40 a 45 por ciento. Por lo tanto, cada vez son menos las herramientas que tiene el gobierno para enfrentar la corrida contra el peso. Pese a ello, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, descartó ayer que vayan a pedir un adelanto del próximo desembolso del FMI previsto para septiembre, aunque reconoció que el Banco Central está negociando un swap con China y no descartó que pueda llegar una línea adicional de ayuda por parte del Tesoro de los Estados Unidos. 

La situación financiera que atraviesa el país es tan delicada que los analistas internacionales ya empiezan a preguntarse si Argentina podrá sostener el valor del peso, pese a la fuerte depreciación que ya registró en lo que va del año. “Con tasas de interés elevadas y la economía encaminándose hacia una recesión, el presidente Mauricio Macri, se está quedando sin opciones para contener la caída del peso, dejando a la golpeada moneda a merced de la volatilidad de los mercados emergentes”, aseguró ayer la agencia Reuters. 

Incluso al analizar las opciones que tiene en carpeta Turquía para sostener su moneda, Reuters dejó en evidencia que Argentina ya casi no tiene poder de fuego. “Mientras los economistas instan a Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, a adoptar una serie de medidas políticas para restaurar la confianza en la economía turca –incluyendo fortalecer la independencia del banco central, elevar las tasas de interés y ajustar el gasto fiscal– Macri ya hizo muchos de esos anuncios”, destacó la agencia británica.

Pese a la preocupación que genera la situación de Argentina, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, buscó ayer transmitir tranquilidad en una entrevista concedida al diario Clarín y atribuyó los problemas financieros que enfrenta el país al contexto internacional. Incluso sorprendió al afirmar que “desde el primer día tenemos un Banco Central que busca preservar el valor de la moneda en términos reales, con tasas positivas para que se pueda confiar en el peso y no licuarse”, pese a que desde diciembre de 2015 el dólar oficial subió 212 por ciento y la inflación en la Ciudad de Buenos Aires trepó 112,5 por ciento, unos 100 puntos menos, lo que deja en evidencia la depreciación de la moneda nacional. Cuando le preguntaron por el difícil momento que atraviesan las empresas a las que se les cerró el mercado se limitó a decir que “magia no hay”.