La violencia que azota al fútbol continúa siendo uno de los puntos pendientes para todos los organismos de seguridad. Para colmo, durante el  2016 han recrudecido los episodios trágicos, con el agrego de tres víctimas a esa lista negra. En ese sentido, el ex juez de instrucción Mariano Bergés, presidente de la asociación civil “Salvemos al Fútbol” desde hace diez años, brindó un panorama preocupante.  

–¿Por qué siempre se queda todo a mitad de camino en materia de violencia?

–Creo que hay que separar la Provincia de Buenos Aires de la Ciudad. En la Provincia la situación es diferente, porque la agencia Aprevide, en su momento cuando era el Coprosede, estuvo manejada por el comisario (Rubén) Pérez. Y luego estuvo controlada por civiles, pero que se manejaron de manera muy corrupta, ya que tranzaban con una parte de la barra brava por dinero, directamente. Es decir, arreglaban con el grupo de un líder, y al otro grupo del mismo club le pedían dinero y además el derecho de admisión, que era una cosa mucho más turbia.

–La policía de la Ciudad, hasta hace pocos días, era manejada por  Guillermo Calviño, ¿tiene que ver con él?

–Yo tuve la oportunidad de trabajar los primeros seis meses del año pasado con la Dirección Nacional de Seguridad, pero sólo le quedó el poder del derecho de admisión. El control de la Seguridad pasó a la Ciudad de Buenos Aires. Muchas veces, le recomendé a Guillermo Madero, que era el encargado de esa área, que le pidiera a Boca que le prohíba el ingreso a Rafael Di Zeo (jefe de la barra) y su gente, pero nunca lo hicieron. Eso me impulsó para irme, porque me estaban dejando expuesto. No se podía mantener a Calviño en funciones, cuando uno le había hecho una denuncia gravísima.

–¿La depuración que hicieron en la policía de la Provincia es saludable?

–Mire, el que está a cargo de la Aprevide ahora es (Juan Manuel) Lugones, abogado, y una persona honesta, aunque no sé si está preparada en materia de seguridad. Igualmente, a partir de lo que pasaba anteriormente, tener una persona más limpia posibilitó que algunas cosas funcionaran mejor. Por ejemplo, con el tema de los policías adicionales, hay dos causas en las que se determinó que había menos efectivos de los que se pagaban. En ese sentido, me parece que las cosas funcionan mejor. En cualquier caso, es algo novedoso, porque el cambio de Gobierno produjo una marca muy fuerte en el aumento de la violencia en las canchas. Nos guste o no, esto es así.

–¿La gobernadora (Eugenia) Vidal tiene noción de que Lugones no es el más apto?

–Mire, en las declaraciones previas, Vidal tiene un perfil de imponer honestidad, pero eso después se tiene que producir en hechos concretos. Creo que el ex presidente de Independiente, Javier Cantero, fue el que desnudó las falencias policiales de la Provincia. En su intento de lo que pretendía fue exitoso, se puso firme, algo que nadie hace. Pero tuvo dos cuestiones tremendas para el fútbol: recibió un club devastado económicamente, y luego tomó decisiones deportivas equivocadas que terminaron con el equipo en el descenso. En otros aspectos lo que hizo fue muy positivo. El me dijo que sintió en carne propia el nulo apoyo de la policía.

–¿El nuevo proyecto impulsado por la Ministra de Seguridad (Patricia Bullrich) puede ser útil para el fútbol?

–Puede ser, porque involucra por ejemplo a los cuidacoches, y también el derecho de admisión, pero no alcanza para solucionar la violencia.

–¿Y qué sería lo mejor?

–Yo estoy a cargo de una asociación civil que combate la violencia en el fútbol, y creo que tenemos un problema muy serio con la policía, y otro con la justicia. Y al ciudadano le cuesta mucho entenderlo. No pensamos que el poder judicial es un poder autónomo e independiente. Entonces, no nos podemos permitir que ahora los jueces federales digan que pueden investigar y antes no podían. Si se aprueba la nueva ley puede llegar a mejorar la situación, pero hay que modificar rápidamente el tema de lo que es la administración de los clubes. Hay que cambiar esa idea de que todo el mundo mira para el costado. Si hay un muerto, o si el operativo es malo, porqué no puedo reclamar si yo pagué. Entonces hay que rendir cuentas.

–Usted se involucró con grandes grupos económicos, ¿cree que en algún momento lo dejaaron solo desde la justicia?

–Un juez no necesita que lo acompañen las Cámaras, lo que está claro es que yo me metía a fondo con algunos temas, por ejemplo el “corralito”, y en todos los casos había una felicitación para el juez, pero las resoluciones siempre se revocaban. Es como que el trabajo se aceptaba como muy bueno, pero nunca se lo bancaba. Yo renuncié porque tenía ganas de ver qué pasaba afuera, qué se hacía. Un día dije hasta acá llegué, y me fui.

–En la justicia se lo calificaba como “duro” o “loco”, ¿ahora se ríe de todo eso?

–Ja, sí. A mí me consideraban una especie de ‘loquito’, porque me metía en los temas a fondo, pero porque los propios colegas se veían desnudos. Hay muchas personas que saben cómo he trabajado, y en tribunales también hay otras que, como yo digo las cosas en la cara, tal vez no me quieren mucho. Pero no me preocupa.