Alma de bodegón

Pocos barrios de Buenos Aires cambiaron tan rápido como ese delgado límite conformado por las calles Holmberg y Donado, atravesando Villa Urquiza, Coghlan y Villa Ortúzar. Allí, donde supo haber casas precarias –legado de la fallida traza de la Autopista 3–, hoy se ven amplios edificios bajos con sus plantas bajas ocupadas por propuestas gastronómicas. Pero justo antes de que todo esto inaugurara, allí ya había una pionera que adivinó lo que se venía: Carla Porto, una nutricionista que en 2014 abrió El Bohemio en la esquina de Donado y La Pampa. “Se venía un desarrollo inmobiliario muy grande, así que nos hicimos cargo de una casona familiar y la transformamos en restaurante”, explica. “Ofrecemos comida casera, con alma de bodegón, siempre cuidando los precios. Estoy muy enojada con el comerciante argentino que saca diferencias sin sentido”. 

El Bohemio abre todo el día, atendiendo las cuatro comidas. Hay desayunos y meriendas como el Energético, con tostadas de pan brioche, huevos revueltos, panceta ahumada, queso crema y mermelada por $205; hay menúes de mediodía a precio imbatible (el Laburante está a $165, el Bohemio a $200); y de noche la esquina gana en contundencia con una carta breve repleta de best sellers. Se puede comenzar con muy ricas empanadas de cordero a $45 (¡la masa es la misma de la torta frita!), también provoletas varias o tortilla de papa ($150). Luego, una generosa milanesa a caballo ($195), unos sorrentinos de mozzarella, provolone, espinaca y almendras ($205), un risotto de hongos ($230) o la tremenda costeleta, el bife ancho cortado con tres centímetros de alto y servido con hueso al punto pedido. Se suman sándwiches, ensaladas y postres como el actualmente polémico flan, que sale a $75. Mención extra merecen los vinos, etiquetas elegidas a valores muy ajustados. El Chañarmuyo (zona de altura en la Rioja) a $196 es una elección sin fallas. 

Una casona con murales de colores, una esquina de barrio y unos platos de sabores queridos. Todo eso es El Bohemio.

El Bohemio queda en Donado 1802. Teléfono: 6699-7209. Horario de atención: miércoles a lunes de 9 a 24. 


Más canchero, difícil

Pablo Mehanna

Las maderas claras en la puerta, el precioso jardín delante, la larga barra, la salamandra aún encendida... Imposible olvidar que allí, donde abrió Jagüel, antes supo estar uno de los restaurantes icónicos de la modernidad porteña. Sí, Olsen, el de cocina de aires nórdicos comandada por Germán Martitegui. Pero Jagüel se desmarcó rápido de ese pasado con una propuesta diametralmente distinta. Si Olsen supo ser símbolo de una comida moderna y de precio alto, Jagüel apuesta a la parrilla con self service en un ambiente relajado y popular. No extraña: parte de sus socios tiene experiencia en esta lógica de propuestas, estando detrás de Tetúan y Benaim, dos éxitos del nuevo Palermo. 

La idea es simple y efectiva: uno llega, pide sus ensaladas y bebidas en la barra, pide las entradas y los cortes y se vuelve a su mesa con un beeper: cuando la carne está lista, el beeper avisará. “No tener tantos camareros nos permite bajar los precios, algo crucial hoy en día”, explican. Palabras que se comprueban verídicas al mirar los valores en las pizarras: el plato de ensaladas (hay varias para elegir, todas deliciosas, desde la de lentejas, cebolla frita, arroz crocante y perejil a la de cous cous, almendras, damascos, curry, tomate y cilantro) sale $150 los 250 gramos (hasta dos sabores) o $250 los 500 gramos (cuatro sabores). Hay ricos vinos por copa desde $80 (Tupun Malbec) y algunas cervezas. Para comer, imposible evitar las croquetas de morcilla (son de Ambiorix, entre las mejores del país), rebozadas y fritas, por $100. La provoleta ($140) es excelente y hay empanadas por $40. Entre las carnes, bife de vacío (350 gramos) por $270, ojo de bife ($300) y unas ribs de vacuno (900 gramos), braseadas en horno de barro, a $500. De postre, chocotorta de Jack Daniels a $80, entre más opciones. Garantizando la calidad, ahí está Dan Alterman a cargo, un gran cocinero. 

Olsen supo marcar un tiempo; Jagüel apuesta a hacer hoy lo mismo, con armas muy distintas. Y, sin dudas, sus mesas al aire libre serán punto de encuentro en la incipiente primavera de Palermo. 

Jagüel queda en Gorriti 5870. Horario de atención: martes a sábados de 18.30 al cierre; domingos de 12.30 a 17.30. Cenas tempranas (hasta las 19:45) tienen 35% de descuento.


Pollo frito con aroma colombiano

Pablo Mehanna

Hablar de pollo frito es hablar de una de esas comidas que son transversales a las geografías y a las culturas. Obviamente, está ese conocido ejemplo estadounidense, famoso por sus siglas de Kentucky pero con muchos enormes y deliciosos exponentes en todo el país del norte. Está el pollo frito de Asia, en particular el coreano, bien crujiente. Y está, claro, el de Sudamérica, el pollo broaster, el que se come como uno de los platos más populares y solicitados en Perú, Bolivia, Venezuela y también en Colombia. Justamente, de sabores colombianos se trata Tom Chicken, un pequeño sucucho sobre la palermitana Av. Córdoba, muy pensado para el delivery. Y que hace solo tres meses creció con un segundo local, llamado ahora Big Chicken, más grande, amigable y cómodo, esta vez en el barrio de Belgrano. 

Tom y Big Chicken tienen mismo menú, de una cocina callejera simple a puros hits gastronómicos. En el capítulo Burgers del mundo están por ejemplo la Colombiana, con carne vacuna, lechuga, tomate, cebolla salteada, plátano y huevo ($230) o la Yankee, con tres discos de carne, doble cheddar y panceta ($240); bajo el título Perros calientes se listan cuatro panchos, como el exagerado Hawaiano ($140) con salchicha alemana, ananá, jamón, queso, cebolla, huevo y papas pai. Hay también papas fritas variadas (incluyendo el típico salchipapa a $140), sandwiches de pollo, empanadas colombianas (la de pollo a $28 es adictiva), ensaladas, un par de postres. Pero lo mejor, la personalidad del lugar, queda claro, viene por el lado del pollo frito, para comer estrictamente con la mano (dan guantes de plástico descartables) y engrasar las venas sin culpa. El Combo Familila (alcanza para tres o cuatro) suma ocho piezas de pollo, tres acompañamientos y tres bebidas, a $450. Otra opción: ir por las alitas de pollo (10 unidades de picantes, con dos bebidas, salen $345). 

Nada de complicaciones innecesarias: pollo macerado, una costra crocante y la fritura intensa. Uno de los posibles caminos al paraíso.

Tom Chicken queda en Av. Córdoba 4070. Big Chicken queda en Blanco Encalada 2551. Teléfono: 4864-1482 / 15-5878-0209. Horarios de atención: todos los días de 12 a 24.