Dicen que la estadística es la ciencia que afirma que si una persona se come un pollo y otra ayuna, cada uno ha comido medio pollo. La afirmación es un descrédito injusto para la disciplina, porque esas conclusiones solo se sacan cuando se hace un mal uso de los datos.

Las recientes declaraciones de Albor Cantard, ex secretario de Políticas Universitarias del actual Gobierno y ex rector de la Universidad del Litoral, sobre el carácter “exagerado” de la relación que él ubica en un docente cada nueve estudiantes universitarios, no puede dejar de ser preocupante por la oportunidad en que se producen: justo en una semana de fuerte conflicto por demandas salariales y presupuestarias de las universidades públicas donde la pérdida de poder adquisitivo de los salarios de docentes universitarios no será de menos del 12 por ciento este año, si se mantiene la oferta realizada por el Gobierno y las previsiones de inflación.

Sin embargo, queremos detenernos en la propia afirmación, que nace de un cálculo muy básico tomando los datos estadísticos que produce la Secretaría de Políticas Universitarias: dividir el número total de estudiantes universitarios en el sistema público por el número total de docentes.

¿Es este cálculo correcto? Evidentemente no. En primer lugar, porque un estudiante universitario suele hacer varias materias en simultáneo. A modo de ejemplo, si tenemos 21 estudiantes que cursan 3 materias por cuatrimestre, la cuenta daría que hay 7 estudiantes por docente, sin embargo cada docente está al frente de 21 estudiantes. El cálculo se agravaría si la materia fuese teórico-práctica, es decir, con un profesor dando las clases teóricas y otro dando los prácticos, lo que obedece a una enorme cantidad de fundamentos teóricos y pedagógicos que no discutiremos aquí.

La mera división del número de estudiantes por el de profesores no parece un buen indicador para cualquiera que entienda cómo se desarrollan los estudios universitarios. Un primer ajuste necesario sería hablar de los docentes y estudiantes equivalentes a dedicación completa, lo que cambiaría sustancialmente los números.

Por otra parte, la afirmación de que se podría duplicar la cantidad de estudiantes universitarios con los mismos docentes, también parece errónea, pues supone que los docentes son intercambiables y que no hay especialización de saberes. No es cierto que el profesor de estadística puede dar un curso de historia medieval, ni el de patología uno de macroeconomía... Plantear un análisis de la relación estudiantes/profesores en estos términos desconoce que no hay intercambiabilidad de los recursos docentes. 

Finalmente, el tercer error es suponer que un profesor universitario sólo está frente a estudiantes, desconociendo la enorme cantidad de otras tareas que realiza, como investigar y hacer extensión universitaria, pero también, atender las innumerables cargas burocráticas que, paradójicamente, dan lugar a los datos que no se suelen mirar. 

Las plataformas CVar, Sigeva, Coneau Global y otras que se requieren sistemáticamente, y que lleva mucho tiempo de los docentes cargar y actualizar, buscan producir información más sofisticada sobre las tareas que realizan los profesores universitarios y que son inherentes y esenciales para la universidad, como escribir artículos, libros, asistir a reuniones científicas, evaluar artículos para revistas, evaluar planes de tesis y tesis, proyectos de investigación, dirigir becarios y tesistas, hacer actividades de divulgación, transferencia y extensión entre muchas otras cosas que muestran que los docentes universitarios no sólo están, ni deben estar, exclusivamente frente a estudiantes.

Pero hay un punto adicional que debe ser señalado: el supuesto detrás de la afirmación de que ese hipotético número de nueve estudiantes por docente es malo, o exagerado, es que los docentes no trabajan.

Si miramos los indicadores de universidades de otros países, la ratio estudiante/docente es tomada siempre como un indicador de nivel, y se entiende que, cuantos menos estudiantes por docente tiene una universidad, mejor es la educación que se puede impartir. La Universidad de Harvard tiene una ratio de siete estudiantes por docente, Yale tiene seis, Princeton cinco y el California Institute of Technology ¡tres docentes por cada estudiante!

Si el embate habitual sobre las universidades se centra en que gradúan pocos estudiantes, aumentar la cantidad de estudiantes por docente dificulta toda una serie de tareas que se realizan cotidianamente, como tutorías, cursos niveladores, ciclos iniciales, direcciones de tesis y tesinas y modos más directos de acompañamiento de los estudiantes.

En realidad nuestras universidades necesitan más docentes y con mayores dedicaciones.

* Director del Instituto Gino Germani (UBA).