El fin de semana dejó buenos momentos para los amantes del jazz. El sábado, en el auditorio de la Usina del Arte, el trompetista Dave Douglas culminó una semana de trabajo con jóvenes músicos locales. Sebastián Loiácono en saxo tenor, Andrés Tarditti en saxo alto, Nataniel Edelman en piano, la colombiana Diana Arias en contrabajo y Leo Gerstner en batería, además del trompetista Mariano Loiácono que funcionó como coordinador, fueron los elegidos para acompañar al músico estadounidense durante las jornadas de su residencia artística en el centro cultural de La Boca. Juntos, ofrecieron un concierto notable.

Más allá del sentido formativo sobre el que se sustentaba el concierto, el sábado se escuchó muy buena música, tocada con propiedad y riesgo, entre otros menesteres pertinentes al mejor jazz. Distante del lugar del maestro, Douglas prefirió ser algo así como el “armador del equipo”. Favoreció, impulsó y distribuyó situaciones entre quienes sintió y trató como sus colegas. Cada tema abordado, de alguna manera, cumplió un objetivo dentro de la tensión expresiva y dinámica de un concierto. 

El trabajo colectivo con solos cortos de los temas iniciales paulatinamente fue dejando espacio a excursiones personales más extensas y arrojadas. Además de ofrecer con sus solos algunos de los momentos más encantadores de la noche, Douglas apostó a sacar lo mejor de los músicos. Cada uno supo qué hacer, al frente o sosteniendo con momentos para buscar la nota más sugestiva o quebrar el ritmo en el instante menos pensado y momentos para ráfagas de virtuosismo. En este sentido cabe destacar el trabajo de Mariano Loiácono, sin dudas uno de los valores más interesantes de la escena actual, cuya intensa actividad lo llevó una vez más a compartir escenario con una figura internacional y estar a la altura. 

El repertorio también contó la historia de Douglas. Entre afectos y devociones, el trompetista recordó a Wayne Shorter –“mi héroe máximo”, subrayó– con “Fee Fi Fo Fum” y algunas de sus mejores formaciones, con “Up and Downs”, tema del quinteto Sound Prints que formaba con Joe Lovano, y con “Wake Up Claire”, de otro saxofonista cercano, Donald McCasslin. El trompetista se dirigió al público en el castellano de un turista respetuoso y además de presentar cada tema se permitió bromear con su condición de ciudadano de un país gobernado por Donald Trump. “En noviembre va a cambiar”, dijo sin nombrarlo pero nombrándolo, en alusión a las próximas elecciones en el Senado en Estados Unidos.  

Sala llena, muchos aplausos, un bis con “Charm of the Night Sky”, una especie de milonga de Douglas, y más aplausos coronaron otro buen resultado para una idea que en la Usina del Arte es ya una política: la de magnificar desde distintas perspectivas la presencia de los artistas, produciendo momentos de transmisión de saberes y conocimientos con los jóvenes músicos locales, además de dejar buenos resultados artísticos.

El domingo, el fin de semana de jazz en La Boca culminó con la presencia de Giovanni Guidi, que con el auspicio del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires ofreció un recital de piano solo en la sala de cámara. Con 33 años, el pianista italiano es una figura importante del jazz europeo. La cantidad y variedad de proyectos que lleva adelante lo colocan en la condición de inclasificable para los cansados receptáculos tradicionales el jazz. Las colaboraciones con Enrico Rava, el dúo Soupstar junto al trombonista Gianluca Petrella, un trío eléctrico con el bajista Joe Rehmer y el baterista Federico Scettri o el admirable trío clásico con Thomas Morgan en contrabajo y Joao Lobo en batería –con el que grabó This is the Day (2015) y City of Broken Dreams (2013), para el sello alemán ECM–, dan cuenta de las numerosas variantes estilísticas que es capaz de abordar un pianista de notables recursos técnicos, pero sobre todo un artista de un espíritu musical libre, que para su performance de piano solo en Buenos Aires eligió el camino de la construcción y el desarrollo a partir de la improvisación. 

Más que en la tradición del jazz, los materiales con los que Guidi construyó su improvisación llevaron la marca del espíritu melódico italiano. Señales que bien se podrían encontrar en las canciones de la música leggera o en arias de ópera, entre Lucio Battisti y Puccini, por ejemplo. Sobre ese aliento, que en sus manos y su creatividad resultó materia fértil, Guidi elaboró un entramado pianístico complejo en su lenguaje, de sonoridad amable pero no complaciente. Si la idea de paisaje para describir una música y sus transcursos suele resultar adocenada, en el contexto de lo propuesto por Guidi el domingo podría resultar apropiada. Entonces, hablar de un panorama quieto y claro, que en los cuarenta minutos sobre los que se desplegó fue atravesado por algunos nubarrones de disonancias y rupturas rítmicas que consolidaron una estructura, podría dar cuenta de un momento que en originalidad resultó de gran inventiva y delicadeza. En el contraste con la construcción y las elecciones que pone en juego, tal vez resultó más inmediata y de mayor llegada la deconstrucción. Por ejemplo, de melodías tradicionales como “Over the Rainbow”, una de las que Guidi eligió para los bises, en los que brilló con gestos más contundentes y propios del jazz corriente, para el final de un concierto que equilibró aspectos de una personalidad polifacética. 

En materia de jazz internacional, son numerosos los anuncios para lo que queda del año. El cuarteto del saxofonista Miguel Zenón actuará el 13 de septiembre en el festival Experiencia Piazzolla en la Ciudad Cultural Konex; ese mismo día el pianista Carl Sonny Leyland y la clarinetista y cantante Chloe Feoranzo actuarán en Bebop Club. El 25 de septiembre, el trompetista sardo Paolo Fresu y el pianista gaditano Chano Domínguez llegarán al Teatro Coliseo, el mismo escenario que el 27 de septiembre recibirá al Richard Bona Quintet, el 28 de noviembre al Branford Marsalis Quartet y el 10 de diciembre al trío del extraordinario bajista Victor Wooten. Herbie Hancock tocará el 14 de noviembre en el Luna Park, y al día siguiente John Mc Laughlin and The 4th. Dimension sonará en el Gran Rex.

Guidi construyó una improvisación que llevó la marca del espíritu melódico italiano.