Una vez cada diez días. Con esa inédita frecuencia fueron revisadas a la baja las proyecciones de crecimiento del Palacio de Hacienda. El tercer recorte llegó ayer cuando el ministro Nicolás Dujovne estimó que la actividad registrará una contracción de 1,0 por ciento durante 2018. Los pronósticos oficiales comienzan a reflejar las consecuencias del desmanejo cambiario y financiero sobre la actividad económica que, según el Indec, se desplomó 6,7 por ciento en junio frente al mismo período del año pasado. Pero esa caída no se detiene ya que la implementación del programa de austeridad comprometido con el Fondo Monetario Internacional (FMI) profundizará la trayectoria recesiva abierta a comienzos de año con la sequía. De hecho, las cifras elaboradas por los técnicos del organismo multilateral anticipan una caída incluso mayor del PIB. El escenario pesimista refiere una contracción de hasta 1,4 por ciento. Como anticipó PáginaI12 la semana pasada, Dujovne informó que solicitará los 2916 millones de dólares previstos para el segundo desembolso del préstamo con el FMI. Además, a tres meses de definir las condiciones del acuerdo, Dujovne pidió modificarlo porque no puede cumplir con compromisos firmados (ver aparte).

El primer intento llegó con el Presupuesto 2018. “Es un presupuesto sólido y creíble”, afirmó entonces Dujovne al asegurar que el crecimiento sería 3,5 por ciento este año. Pero las estimaciones económicas incluidas en el proyecto no duraron un día. La iniciativa se terminó de aprobar el 27 de diciembre y al día siguiente, en medio de una corrida contra el peso, el equipo económico anunció la flexibilización de sus metas de inflación: revisó el rango de 8 a 12 por ciento pautado por el Banco Central que figuraba en la ley para fijar una nueva de 15 por ciento. Pasaron cosas. 

Para sincerarse sobre el nivel de actividad los funcionarios se tomaron algo más de tiempo pero el recorte fue significativo. La revisión inicial llegó a finales del mes pasado cuando se difundió la caída de 5,2 por ciento en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). Entonces los colaboradores de Dujovne reconocieron que el PIB rondaría entre entre 0,5 y 0,6 por ciento. Esa proyección volvió a ser revisada a las dos semanas cuando el secretario de Política Económica, Guido Sandleris, afirmó ante la consulta de este diario que la actividad económica se acercaría a cero por ciento de crecimiento en el año. Y ayer, por tercera vez en treinta y tres días, el Palacio de Hacienda modificó nuevamente sus estimaciones. A través de las agencias de noticias extranjeras Bloomberg y Reuters, Dujovne comunicó que la recesión marcará una caída del 1,0 por ciento en el PIB.

La revisión vuelve a coincidir con la difusión de los datos del EMAE. El viernes pasado las estadística marcaron una caída del 6,7 por ciento en junio frente al mismo período del año pasado. Fue la contracción más brusca desde la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, dejando a la economía por debajo de los niveles que existían en diciembre de 2015. Hay que remontarse a julio de 2009 para hallar una caída apenas superior, del 6,8 por ciento. Entonces, Argentina experimentaba el impacto directo de la crisis internacional más importante de los últimos ochenta años y una fuerte sequía.

Dominado de eufemismos meteorológicos, el diagnóstico de los funcionarios del Palacio de Hacienda es que a la Argentina la afectó una “tormenta perfecta” donde convertían el discurso sobre pesada herencia con el impacto de la sequía, la corrida cambiaría, la guerra comercial impulsada por Estados Unidos y los aumentos en las tasas de interés internacionales. El escándalo por las fotocopias de los cuadernos se sumó a la explicación oficial del cocotal recesivo: “El escándalo de corrupción generará dificultades en el sector privado que van a afectar el crecimiento”, sostuvo Dujo. Con una visión que decide ignorar el papel que jugaron las políticas económicas implementadas a partir de diciembre de 2015 el Gobierno decidió profundizar su programa de ajuste y reformas. Para eso solicitó un nuevo crédito stand-boy al FMI. El primer tramo por 15.000 millones de dólares se activó a fines de junio y Dujo formalizo el pedido para utilizar los próximos 2917 millones previstos para septiembre. 

La solicitud fue recogida por la misión del Fondo que todavía se encuentra en el país supervisando el cumplimiento del programa de ajuste. La comitiva elaborará un informe que será elevado al Directorio del FMI en septiembre. Allí evaluarán el cumplimiento de las metas establecidas para finales de junio. A pesar de la aceleración de la inflación y las renovadas tensiones cambiarías, Dujo confía que el sobre cumplimiento de la meta fiscal comprometida para 2018 facilitará el visto bueno del Directorio del FMI. Las últimas cifras oficiales mostraron que durante el primer semestre el recorte en el gasto público estuvo liderado por el financiamiento de inversión estatal en transporte, vivienda, agua y alcantarillado. Pero además de recortar el gasto en obra pública, las autoridades argentinas se comprometieron a reducir las transferencias a las provincias, profundizar la quita de subsidios, achicar las erogaciones salariales estatales y ajustar el sistema de la seguridad social.