“Ese pueblo era un pueblo casi de western. Pero allí, donde empieza la pampa seca, las cosas se ponen muy serias porque no hay agua. El mar está a mil kilómetros. Todo, todo está lejos… La persona que nace se muere ahí. No ha visto nada. Nada más que lo que dan en el cine”; así empieza Regreso a Coronel Vallejos, con la voz de Puig en off y paisajes luminosos de General Villegas, el pueblo donde nació. El nuevo documental de Carlos Castro, oriundo del mismo pueblo que Puig, recibió la primera mención del FICBA, ganó el primer premio a la distribución digital y el Fondo Nacional de las Artes en la categoría documental; en pocas semanas empieza el recorrido por las provincias. A ver cómo reciben una película que habla de un autor de pueblo que se va y no vuelve, y la reacción del pueblo al leer las novelas que hablaban de ellos.

Manuel se fue pero, ¿volvió?

-Regreso a Coronel Vallejos es el regreso de Manuel que nunca tuvo, y la tensión entre ficción y realidad que él plantea en sus novelas. Se fue a los 13 porque no había colegio secundario en Villegas. Se va del país en el 74 amenazado por la Triple A, y no vuelve más.

¿Descubriste algo de Puig haciendo el documental?

-Vivió toda su vida con mucha soledad, desde muy pibito. Él vivía en el pueblo como un western y en el único lugar donde respiraba era en la pantalla del cine. Él iba, todas las tardes, a ver películas porque su madre, que era una de las primeras químicas de Argentina, que termina en este pueblo, se casa con Baldomero, un hombre que vendía vinos, y era un Don Juan. 

Lo que decís del padre me hace acordar a Juan Carlos Etchepare, el playboy de Boquitas pintadas…

-Había muchísimo del padre en ese personaje. Antes, su madre jugaba al tenis, pero como ahora es una mujer casada no puede seguir haciéndolo. Va al cine. Pero una mujer sola tampoco puede ir. 

Ahí es cuando Manuel se vuelve la compañía de su mamá hasta sus últimos días…

-Descubrí que todo lo que escribe, en Boquitas pintadas, y ni hablar de La traición de Rita Hayworth, es producto de los conflictos que no puede arreglar y que los trascribe en sus relatos corrosivos… Vivía una relación muy conflictiva con su padre, un hombre duro. 

Puig escribe sobre el chusmerío del pueblo. Contame que chusmeaban sobre él…

-Una entrevistada estaba obsesionada con que Manuel no era puto. Salvo Manolo, que es el médico que al final de la película dice algo, y me alegré porque si no todo era muy liviano. Nadie se hace cargo… 

¿Hasta el día de hoy niegan que era gay?

-El hombre que conoció a Manuel en la infancia cuando le digo que era gay grita: no. Faltaba que le inventaran una novia…  Pero Manuel lo decía abiertamente. 

Casi no se habla de su sexualidad en la película, pero participó del Frente de Liberación Homosexual...

-The Buenos Aires Affaire y El beso de la mujer araña son dos novelas revolucionarias. El tabú principal de las organizaciones político-militares es la homosexualidad. The Buenos Aires… con esa sexualidad desbordante era muy molesta para la dictadura de Onganía y Lanusse. Es tanto que era para hacer otra película; sexual en sentido estricto. Tendría que hacer una serie Las vidas de Manuel y cada capítulo sería provocador. 

¿Cuál fue el eje para la película?

-La estancia de Manuel en Villegas, de niño. Lo que provocaron sus libros, en el pueblo. Y la historia de Patricia. Una pincelada de cada uno que en un momento se yuxtaponen… Es una película sobre la hipocresía, sobre lo raro, lo diferente.

La película Boquitas pintadas dirigida por Leopoldo Torre Nilsson y protagonizada por Alfredo Alcón, Luisina Brando y Marta Gonzales se estrenó en el 74; sin embargo, en Villegas amenazaron con ponerle una bomba al cine si se estrenaba . Pero, las colas de autos que iban a los pueblos aledaños atiborraba la ruta, delatando lo que se quería ocultar. El estreno Regreso a Coronel Vallejos fue en el pueblo, y a pesar de los miedos, resultó entrañable.

¿Qué te llevó a elegirlo?

-La traición de Rita Hayworth es durísimo. Está denunciando abusos sexuales en una escuela; y no pasó nada. Llega Boquitas pintadas, donde critica al médico y al Don Juan, y se armó un quilombo terrible. Boquitas pintadas pinta muy bien los lugares pequeños, reaccionarios y conservadores; que es de donde yo vengo. ¿Vos sabes Villegas es uno de los lugares con más abusos en los últimos años? 

Una de las tres viejas pitucas dice: “La gente se encontró en el libro y se sintió un poco tocada; pero, nada que ver…”. La que está al lado le responde: “Porque a vos no te mencionó”.

-El secreto fue la puesta. Me hice el pelotudo y grité, estamos probando… Audio. Hablen, hablen… Lo que hacía Manuel… 

El grabador debajo de la cama…

-Manuel decía: “¿sabés lo que hubiese dado…? La fama, que no era mucha, mis libros, todo, todo por ser una vieja chancluda esperado a su marido en el zaguán”. Ese era Puig.

PUIG EN ACCIÓN

En este año se cumplen 50 del primer libro de Puig, La traición de Rita Hayworth. Curiosamente, no hay festejos programados, excepto el ciclo que desde hace 25 años lleva adelante Patricia Bargero, coprotagonista de Regreso a Vallejos, conocida como “la viuda de Puig”. Patricia compró la casa donde Manuel vivió sus primeros años, y ahora cada dos años organiza un festival en su honor en su pueblo. El próximo será el 12 de octubre. 

Hasta el 5 de septiembre a las 17.45 en Espacio Incaa Sala Gaumont, Avenida Rivadavia 1635.