“De paso o de siempre.” Así son los machos que se rifan a Daniel cuando llega a Plaza Pakistán, febril la vista y poblado todo su cuerpo. Él está maldito desde que un paquete sin remitente llegara al departamento que comparte con su amigo Manolo, que teme porque lo ve preso de una compulsión irredimible por meterse cosas en el culo, tanto que por un instante los límites de la amistad se desenfocan. El gualicho del paquete le metió en las tripas una alimaña de fisonomía variable, que evoluciona y lo retuerce con el deseo punzante e iniciático de ser cogido, llevándolo a rastras por una sucesión de escenarios crecientemente sórdidos que incluyen dealers, teteras, sesiones de fisting y gangbangs públicos. 

Gael Policano Rossi, el autor de Gualicho, se dejó infundir él también por un ímpetu no tan diferente a la avidez anal que posee al protagonista de su novela corta. “La escribí en un tiro. Surgió de un verano de escritura compulsiva. A veces uno tiene un par de ideas y las va desarrollando, pero yo tenía una idea sola: un cuerpo caliente, una sed que no acaba, un cuerpo embrujado”. Rossi, poeta y dramaturgo, se inspiró en la mujer seducida del bestseller “50 sombras de Grey”: “Esa lectura fue fundamental para mí, sentí que tenía que responder con algo y así salió Gualicho. Una mujer toda virgen y pasiva, entregada a los deseos bondage de un hombre rico y dominante. Me perturbó mucho cómo se estetizaba el dolor, y el deseo sexual siendo construido por un otro poderoso en una novela que abogaba por la falta de libertad”.

Rossi también es lector e intérprete destacado de los astros y conoce bien de señales y de representaciones. Para él, los cuerpos son imagen y son instrumento. La culebrita intrusa que aprovecha el sueño nocturno de Daniel para metérsele en el cuerpo va cobrando fuerza y sumando masa, volviéndose rana, chancha y dragona, sucesivamente, todas animalas que le  mordisquean las entrañas de la mente sin dejarlo dormir ni respirar tranquilo. “Creo que la novela investiga lo sexual porque quiere ir al cuerpo, no quiere interpelar intelectualmente o apelar emocionalmente sino que yo intento ir al cuerpo del que lee, llevar algún tipo de sensación de calor, de éxtasis, de peligro, de asco. Al menos en mí, siempre quiero libros que me dejen algún tatuaje, alguna cicatriz”:   

Mariano Blatt y Francisco Visconti dirigen De Parado, la editorial de Gualicho, que es el primer proyecto impreso desde que comenzaran en 2012 publicando en formato ebook. Blatt conoce a Rossi desde 2003. “Fue uno de mis primeros amigos de Internet. Nos conocimos y de algún modo ‘crecimos’ juntos en el ambiente literario: la primera vez que leímos en público los dos fue en una lectura que organizamos juntos. Es decir que conocíamos su obra desde hace tiempo, y siempre quisimos que fuera parte del catálogo”. La fecha de edición de la novela es razonablemente ideal: el calor entreverado a la época festiva ha vuelto un poco más insoportable la ciudad, entre fatídica y merecida; además, el yire urbano con la vista atenta al libro ajeno es una práctica en desuso y, quizás por ello, más excitante que otras. “Para nosotros Gualicho tiene que ser una de las novelas del verano. Transcurre en una Buenos Aires transpirada, acalorada. Una historia caliente con una escritura fresca. Con calor se saca el calor”.

Gualicho (Editorial De Parado) se presenta el sábado 14 de enero a las 20.30 en UV Estudios, Humboldt 401.