El presidente del Banco Central, Luis Caputo, reconoció ayer que explora mecanismos alternativos para intentar contener la crisis cambiaria y financiera en caso de que el dinero del Fondo Monetario Internacional no alcance para frenar la fuga y reabrir el grifo del financiamiento internacional. El funcionario indicó que ofrecerá bonos argentinos a los banqueros centrales de los países desarrollados para que los incorporen a sus reservas. La exótica propuesta será presentada el fin de semana durante un encuentro del Banco Internacional de Pagos en Suiza. “Argentina no va a entrar en default”, remarcó por las dudas el titular del BCRA que destacó el compromiso oficial con el ajuste en el gasto público. Caputo calificó de “exagerado” el nivel actual del tipo de cambio real y reconoció que “la mejora en la economìa real va a ser un proceso lento y doloroso”.  

La apuesta del Gobierno no cambió: profundización del programa de austeridad fiscal y garantías de repago para los acreedores externos. Todas las fichas están puestas en la negociación con el FMI. “En el Fondo hay muy buena gente, muy buenos técnicos, todos queriendo ayudar, está su prestigio en juego y van a hacer todo para que salga bien”, expresó ayer Caputo en la Convención Anual del Instituto Argentino de Finanzas. A pesar del característico optimismo new age que acompaña sus intervenciones, el funcionario dejó entrever que las potenciales modificaciones en los plazos de los desembolsos y/o los montos del préstamo no garantizan dejar atrás la crisis. 

Con el acceso al financiamiento internacional vedado, Caputo pretende que los bancos centrales de los países desarrollados comiencen a comprar deuda argentina para ponerle un coto a la caída libre. En otras palabras, que los depreciados bonos emitidos por el país se conviertan en un activo de reserva internacionalmente aceptado como el dólar, los bonos del Tesoro de Estados Unidos, el oro, la libra, el franco suizo, el euro y los yenes. “Me encantaría salir a recomprar bonos. No es gratis haber hecho las cosas mal durante 70 años”, consideró Caputo al lamentarse que “no hay tanto tiempo, no tenemos tantos grados de libertad, el plazo es limitado, tenés cuatro años para corregir esas políticas populistas que nunca nos han llevado a nada”.

“Hay mucho apoyo. Hay cosas que podrían mejorar la situación de corto plazo pero no está establecido el mecanismo. Políticas que ellos mismos aplicaron en sus crisis”, señaló el banquero central al referirse a los programas de relajamiento monetario o quantitative easening lanzados en Estados Unidos, la Unión Europea, Suecia, Japón y Suiza para recomprar deuda en problemas y amortiguar el impacto de la última crisis internacional. Bajo esas iniciativas los bancos centrales acumularon bonos por 15 billones de dólares a lo largo de una década, una cifra equivalente al 20 por ciento del PBI mundial. 

La iniciativa que Caputo presentará a sus colegas durante un encuentro del BIS en Suiza es similar pero el menú lo componen los bonos emitidos por argentina: “Los bancos centrales de los países desarrollados podrían diversificar un porcentaje pequeño de sus reservas, alrededor de un 2 por ciento, en bonos de países emergentes que tienen un programa con FMI y cuya administración puede canalizarse por el BIS”, sostuvo. El funcionario aseguró que su presentación cuenta con el visto bueno del presidente de esa última entidad financiera internacional, Agustín Carstens. Caputo también mencionó el respaldo del titular del Banco Central Europeo, Mario Draghi.

A pesar del optimismo de Caputo, los títulos de la deuda argentina no “califican” para ser considerados por ningún banco central del mundo como un activo de reserva. El rechazo no se explica por la crisis en la que está sumergida la economía local y tampoco en una desconfianza idiosincrática a los argentinos. Por más simpatías que despierten entre los inversores y calificadoras los países como Argentina, Chile, Colombia, Turquía, México y Brasil no disponen de las condiciones de liquidez y estabilidad necesarias. Pero, fundamentalmente, carecen del poder financiero, geopolítico y militar necesario para que sus monedas y bonos se conviertan en una reserva internacional. Una discusión similar enfrentó Argentina cuando el gobierno anterior incorporó al stock de reservas internacionales del BCRA al préstamo en yuanes convertibles a dólares otorgado por el Banco de la República Popular China.

La receta para Caputo sigue siendo el déficit cero. “Tuvimos camino gradual mientras hubo financiamiento. Siempre supimos que era algo que se podía cortar. No iba a estar siempre el viento de cola. No es un tema nuestro, claramente hubo un shock externo. Ya no hay emisiones de deuda de mercados emergentes”, expresó en Mendoza antes de comenzar el viaje hacia Suiza. “Sabemos que vamos a pasar momentos difíciles. La economía está en recesión. Los mercados se van a recuperar pero la mejora en la economía va a ser un proceso lento y doloroso. Hay que aguantar. Los argentinos somos buenos en eso. Nosotros lo sufrimos más que nadie. Es terrible estar de este lado y sentir que falta. Tenemos que convencernos de que si no nos desviamos del camino y seguimos las políticas correctas lo vamos a lograr”, remató Caputo.