Luego de las audiencias públicas del 4 de septiembre pasado, resulta importante realizar un balance de los dos años y medio de política gasífera neoliberal. Durante este período, la población no sólo ha estado pagando precios del gas en boca de pozo entre los más elevados del mundo –como si Argentina fuera un país importador, cuando el 80 por ciento del consumo es abastecido con producción local–, sino que además esta padeciendo un aumento impresionante de las tarifas de los servicios públicos. Y  esto con dos agravantes: 

1. Esos valores violan los derechos de los usuarios y los consumidores, así como lo ordenado por la Corte Suprema en su fallo de agosto de 2016. 

2. Presenta objetivos netamente exportadores al mejor estilo noventista.

El régimen neoliberal recibió un sistema gasífero en sostenida recuperación desde 2013. En 2015, la producción creció 3,4 por ciento y se sustituyeron miles de millones de dólares en importaciones, en paralelo a un aumento del consumo interno del 1,9 por ciento. Entonces, empresas y consultoras aseguraban que el país alcanzaría el autoabastecimiento en 2019/2020. 

En 2016, el crecimiento de la producción fue aún mayor: 4,9 por ciento. ¿Debe atribuirse al régimen neoliberal este resultado? Al descontar la “pesada herencia” del “populismo energético”, esto es, el mega-yacimiento Vega Pléyade (VP) iniciado en 2013 pero que recién comenzó a producir gas en febrero de 2016, se descubre que la producción gasífera atribuida a la gestión Macri sufrió una generalizada caída: sin VP retrocede un 0,5 por ciento. 

¿Qué sucedió en 2017? Ni VP pudo compensar el desastre: el año terminó con una caída del 0,7 por ciento. ¿Y descontando VP, que es como debe evaluarse la política gasífera macrista? Sin su aporte, 2017 cerró con una producción negativa del 3,3 por ciento. Cabe enfatizar que estos resultados se dieron dos años después de incrementos exponenciales en las tarifas y el gas en boca de pozo.

Las tendencias declinantes de la producción comenzaron a revertirse a fines de 2017, para adentrarnos en 2018 con un aumento neto. El régimen neoliberal celebró la noticia. Quien primero lo hizo fue el propio presidente Mauricio Macri, durante aquella puesta en escena del 23 de abril, simulando una visita a Vaca Muerta. La recuperación siguió consolidándose en los meses siguientes. Al primer semestre, el crecimiento interanual fue del 4,6 por ciento. Que la recuperación no provino de las políticas gasíferas aplicadas entre 2012 y 2015 –incluyendo la renacionalización de YPF–, es cierto. ¿De dónde provino entonces? Pura y exclusivamente de las petroleras de Paolo Rocca y Eduardo Eurnekian, Tecpetrol y Compañía General de Combustibles (CGC), respectivamente. 

Esto es así porque el incremento de Tecpetrol obedeció a una sola concesión, Fortín de Piedra, mientras que el de CGC a Campo del Indio Este- El Cerrito. ¿Qué particularidad tienen estos proyectos? Que se originaron a partir de las resoluciones 46 y 447, resoluciones que premian el excedente de gas no convencional de las cuencas Neuquina y Austral a 7,50 US$/MMBTU para 2018, 7,00 US$/MMBTU para 2019, 6,50 US$/MMBTU para 2020 y 6,00 US$/MMBTU para 2021.    O sea, subsidios estatales, pero subsidios exclusivamente atribuidos a la era Macri. 

Resumiendo, no fueron las causas del celebrado crecimiento del 4,6 por ciento el tarifazo ni el incremento del precio del gas en boca de pozo que la ciudadanía viene pagando de su bolsillo a costa de millones de hogares empobrecidos y miles de pequeñas y medianas empresas y comercios quebrados. Fueron los subsidios macristas al gas los que permitieron explicar el crecimiento. Sin estos aportes del Estado, la producción hubiera cerrado el primer semestre de este año retrocediendo 0,004 por ciento.

Ahora bien, existen tres detalles insoslayables a la hora de realizar un balance correcto de estos dos años y medio de política gasífera:

1. A las concesiones de Tecpetrol y CGC debe sumarse la de Estación Fernández Oro (EFO), de YPF, también incluida en las referidas resoluciones y que registró un importantísimo nivel de crecimiento, influyendo así en la producción nacional. Sumando EFO a las otras dos, sin subsidios estatales, la producción entre enero y junio del presente año hubiera caído 0,9 por ciento. 

2. A todos los años a partir de 2016 debe restarse el aporte de Vega Pléyade, como corresponde dado que es una producción determinante proveniente del “populismo energético”. 

3. Ahora que se conoce, de acuerdo a declaraciones del ahora secretario de Energía, Javier Iguacel, que el precio para desarrollar las reservas disponibles de Vaca Muerta es de 3,5 US$/MMBTU (asegurando un retorno mínimo del 20 por ciento a las empresas), los subsidios estatales de las citadas resoluciones al shale y tight gas de 7,5 US$/MMBTU en 2018 (y su escala descendente a 2021 para ubicarse en 6,0 US$/MMBTU) no pueden ser considerados otra cosa que vergonzosos “sobreprecios”. En consecuencia, si restamos el “populismo energético” y los “sobreprecios” del Plan Gas macrista, encontramos que la producción del primer semestre de 2018 se mantuvo estancada (0,09 por ciento), igual a la de 2017, cayendo por debajo de la de 2015 y casi al nivel de la de 2014. 

El régimen neoliberal atribuyó el crecimiento de 2018 a las políticas implementadas en el sector desde diciembre de 2015, políticas que habrían conducido a un boom de las inversiones gracias a las nuevas reglas de juego (tarifazo y nuevos precios del gas en el PIST), la apertura al mundo y el fin del “populismo energético”. Esto es falso. La producción creció por los sobreprecios, pagados en calidad de subsidios estatales. Subsidios estatales cuya reducción, paradójicamente, explica que la población pague cada vez más caro los servicios públicos del gas y la electricidad. Entonces, se paga más porque se reducen los subsidios K, pero, en paralelo, se habilitan subsidios M a Techint y Eurnekian. Qué paradoja que quienes se propusieron remover los subsidios no solamente los terminen aplicando, sino que gracias a ellos la producción para el primer semestre de 2018 no cayó 1 por ciento. Y qué paradoja también que ahora “todos los contribuyentes”, incluso “aquellos que no tienen acceso a la red”, se encuentren subsidiando a las petroleras de Paolo Rocca y Eduardo Eurnekian

En conclusión, luego de dos años y un par de meses de tarifazo, el régimen celebra el crecimiento de la producción de gas que atribuye a las “nuevas reglas de juego” (léase tarifazo) y a una Vaca Muerta rescatada del populismo K. La justificación es inaceptable. Fueron los sobreprecios del Plan Gas de Macri, pagados por todos los argentinos y todas las argentinas a dos empresas socias del Poder Ejecutivo, los que hicieron posible el crecimiento de la producción en 2018.

* Director general del Observatorio de la Energía, la Tecnología y la Infraestructura para el Desarrollo (Oetec).