China y el Vaticano cerraron un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos en el gigante asiático para “favorecer un proceso de diálogo institucional, frecuente y avanzado", según el anuncio que oficializaron voceros del Papa Francisco. Se trata de un hecho histórico: las relaciones están rotas desde 1951, cuando se cortaron vínculos entre Mao Tse Tung y Pío XII. El acuerdo es de corte pastoral y no político, pero significa el primer acercamiento en casi 70 años.

Greg Burke, portavoz del Vaticano, explicó que lo firmado es “el comienzo” de un proceso que “no es político sino pastoral”, por el cual los católicos chinos podrán "tener obispos que están en comunión con las autoridades chinas". Desde el fin de las relaciones, el gobierno chino se encarga de nombrar obispos sin consentimiento del Papa, lo cual alimentó las tensiones. En el medio, hay 12 millones de católicos, que se dividen entre quienes reconocen la autoridad papal y los fieles de la Asociación Patriótica Católica, que controla el gobierno comunista desde 1957. La Iglesia de Roma no está reconocida en suelo chino y se la conoce como Iglesia clandestina.

En la actualidad hay 112 diócesis en China, con 109 obispos: 72 son del gobierno chino y 37 responden a Roma. Hay además unos 2500 sacerdotes de la Asociación Patriótica; los que pertenecen a la Iglesia clandestina son la mitad, unos 1300.

En el acuerdo que hoy firmaron el subsecretario vaticano para las Relaciones con los Estados, Antoine Camille, y el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Chao, no se dieron mayores detalles sobre cómo serán a partir de ahora los nombramientos de obispos, aunque es posible que se permita al pontífice intervenir en la elección de sus obispos en China, a la vez que Roma hace concesiones a Pekín, como reconocer a siete obispos nombrados sin consentimiento del Papa, entre ellos Antonio Tu Shihu, quien antes de morir en 2017 pidió ser legitimado por el Vaticano.

De hecho, China permitió a Jorge Bergioglio volar sobre su espacio aéreo cuando la visita papal a Corea del Sur en 2014. De acuerdo a Burke, Francisco busca con este acuerdo "superar las heridas del pasado" y que se consiga "la comunión plena con Roma de todos los católicos chinos".

En sí, el acuerdo es “provisional” porque contempla revisiones periódicas por ambas partes para evaluar su cumplimiento. Se habla de una “aproximación experimental” de dos años. Para el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado y mano derecha de Francisco, "es un acontecimiento de especial importancia para la vida de la Iglesia católica en China, para el diálogo entre la Santa Sede y las autoridades civiles de aquel país, y también para la consolidación de la paz, del entendimiento entre los pueblos, en estos momentos de grandes tensiones internacionales".

Parolin, quien tuvo un activo rol en las negociaciones, manifestó además que "se necesita unidad, se necesita confianza, se necesita un nuevo empuje, como también se necesita tener buenos Obispos que sean reconocidos por el Papa, por el Sucesor de Pedro, y por las legítimas autoridades civiles de su país”, en alusión al punto central de lo acordado con el gobierno de Xi Jinping.

Sin embargo, hay críticas dentro de la Iglesia por esta aproximación a China. "Están entregando el rebaño en la boca de los lobos. Es una traición increíble", dijo Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, quien así planteó el malestar de los papistas chinos que integran la llamada Iglesia clandestina. Mientras tanto, el Papa inició hoy en Vilna, capital de Lituania, una gira de tres días por los países bálticos.