El presidente brasileño, Michel Temer, destacó ayer la acogida de decenas de miles de inmigrantes venezolanos en Brasil en su último discurso ante la asamblea general de la ONU, y aseguró que deja un país mejor del que recibió. Temer recordó que más de un millón de venezolanos “ya dejaron su país en busca de condiciones dignas de vida” y que “Brasil ha recibido a todos los que llegan a su territorio”.

Como es tradicional, el representante de Brasil abrió la fase anual de debates en la Asamblea General de la ONU, menos de dos semanas antes de unas cruciales elecciones presidenciales en el gigante sudamericano, marcadas por el auge de la ultraderecha. Temer, que asumió el poder en 2016 tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, dejará el poder el 1º de enero.

El presidente de facto indicó que su gobierno ha ayudado a los inmigrantes venezolanos a mudarse desde la frontera a otras zonas de Brasil y les ha otorgado documentos de trabajo. “Son decenas de miles de venezolanos a quienes buscamos ayudar (...) Ofrecemos escuela para los niños, vacunación y servicio de salud para todos”, afirmó.

La migración venezolana ha generado tensiones en la frontera entre ambos países, y Caracas ha denunciado la xenofobia hacia sus ciudadanos en Brasil. Según los últimos conteos más de 50.000 migrantes se han instalado en el norteño estado de Roraima, fronterizo con Venezuela, a menudo en condiciones muy precarias.

Según la ONU, 1,6 millón de venezolanos emigró desde 2015 a raíz del colapso económico del país y la falta de comida y medicinas. Para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), la cifra de migrantes venezolanos reciente se eleva a 2,3 millones.  “Sabemos que la solución a la crisis solo vendrá cuando Venezuela reencuentre el camino del reconocimiento”, sostuvo Temer, que se declaró orgulloso de la tradición de acogida de su país.

El ejército de Brasil, junto a ONG y el Acnur mantienen una operación de acogida de inmigrantes venezolanos, pero los albergues son insuficientes y muchos acampan en las calles. Además han estallado hechos de violencia. Este mes un brasileño fue asesinado por un venezolano, quien luego fue linchado.

Venezuela y Brasil mantienen tensas relaciones desde que Temer asumió el poder en agosto de 2016, tras impulsar la destitución de Dilma Rousseff. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, lo ha llamado “golpista” y “sicario”, mientras Temer desconoce su reelección en unos cuestionados comicios en mayo pasado.

En su intervención, Temer defendió la integración internacional y el multilateralismo frente a los “desafíos” al orden internacional por parte de “fuerzas aislacionistas”. También en años anteriores Temer había criticado indirectamente una agenda proteccionista y de aislamiento como la que promueve el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Temer aseguró asimismo que “el país que entregaré a quien el pueblo brasileño escoja (en las elecciones del 7 de octubre) es mejor del que recibí”. Las polarizadas elecciones son consideradas las más impredecibles del país en las últimas décadas: los favoritos son el ultraderechista Jair Bolsonaro (28 por ciento), seguido por Fernando Haddad (16), el candidato del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

“Queda mucho por hacer, pero volvimos a tener un rumbo”, afirmó Temer.

“Dijimos que no al populismo y vencimos la peor recesión de nuestra historia (...). Volvimos a colocar las cuentas públicas en una trayectoria responsable y restauramos la credibilidad en la economía. Volvimos a crecer y a generar empleos”, aseguró Temer ante unos 130 jefes de Estado y de gobierno del planeta.