Mientras se prepara para ser investido como nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump criticó a la Unión Europea y a Alemania por sus políticas de inmigración, en una entrevista concedida ayer al diario británico The Times y el alemán Bild.

Trump dijo que la política de inmigración de la UE podría provocar la salida de otros países del bloque. Y consideró que Alemania cometió un error permitiendo el ingreso de demasiados refugiados.

“Si los refugiados continúan arribando en masa a diferentes partes de Europa (...) creo que va a ser difícil mantenerlo unido (al bloque), porque la gente está muy enojada con esto”, dijo.

En este sentido, aseguró que el Brexit no habría ocurrido si Gran Bretaña no hubiera sido forzada a aceptar tantos refugiados. “La gente, los países, quieren tener su propia identidad y el Reino Unido quería su propia identidad”, dijo. “Esta fue la gota que colmó el vaso (...) Creo que otros se irán también.”

Trump expresó admiración por la canciller alemana, Angela Merkel, pero dijo que ésta cometió un error al recibir un número ilimitado de refugiados. “Creo que cometió un error catastrófico que fue aceptar a todos esos ilegales, usted sabe, aceptando a toda esa gente de donde sea que viniera. Y nadie siquiera sabe de dónde viene”, dijo.

También afirmó que trabajará con rapidez para firmar un nuevo acuerdo comercial con Gran Bretaña y adelantó que la primera ministra británica, Theresa May, lo visitará “tan pronto” como asuma la presidencia.

“Vamos a trabajar muy duro para lograrlo rápida y adecuadamente. Bien para ambas partes”, dijo.

En la entrevista del Times también evocó la posibilidad de un acuerdo de reducción de armas nucleares con Moscú a cambio del levantamiento de las sanciones impuestas a Rusia: “Hay sanciones contra Rusia. Vamos a ver si podemos hacer buenos acuerdos con Rusia. Pienso que el armamento nuclear debe ser reducido sensiblemente, eso formaría parte de esos acuerdos”.

“Las sanciones hacen mucho daño actualmente a Rusia, pero pienso que puede salir algo que beneficie a mucha gente”, agregó el presidente electo, que no oculta su admiraci¢n por el mandatario ruso Vladimir Putin.

Poco antes de Navidad, Donald Trump había agitado el espectro de una carrera armamentista al advertir que Estados Unidos respondería a todo incremento del arsenal nuclear de otra potencia, sin citar ni a Rusia ni a China.

Desde entonces, el futuro jefe de la diplomacia norteamericana, el ex presidente de la petrolera Exxon Mobil Rex Tillerson, aseguró que Washington seguiría obrando a favor de la no proliferación nuclear.

También hubo preguntas y comentarios sobre economía. Trump advirtió al fabricante alemán de automóviles BMW de que tendrá que pagar elevados aranceles si construye una fábrica en México y pretende exportar a su país, aviso que ya lanzó a la japonesa Toyota. “Le diría a BMW que se olvide si quiere construir una fábrica en México y quiere vender coches en los Estados Unidos sin aranceles, sin una tasa del 35 por ciento”, respondió cuando el periodista del Bild le preguntó por los planes de la empresa alemana de abrir en 2019 una planta en el país vecino. Trump recomendó a los alemanes que no “malgasten su tiempo y su dinero si quieren exportar a otro país”, y les aconsejó que construyan su fábrica en Estados Unidos. El presidente electo reconoció que Alemania es un gran país fabricante de autos y destacó todos los Mercedes Benz que se ven en la Quinta Avenida de Nueva York, pero lo consideró “injusto” para su país. “¿Cuántos Chevrolets ven ustedes en Alemania? No muchos, quizá ninguno”, insistió. El pasado 5 de enero, a través de su cuenta de Twitter, Trump también amenazó a Toyota. “Toyota Motor dice que construirá una nueva planta en Baja, México, para producir automóviles Corolla para los EE.UU. ¡De ninguna manera! Construya la planta en EE.UU. o pague un gran arancel aduanero”, escribió. 

En tanto, en lo que hace a la situación interna en su país, el magnate inmobiliario fue blanco de las críticas por los ataques que lanzó contra el congresista John Lewis, único sobreviviente de la histórica marcha que atravesó Washington en 1963 para manifestarse a favor de la defensa de los derechos civiles. Molesto por las expresiones del legislador afroamericano, comentarios que pusieron en duda la legitimidad de su victoria –un manto de sospecha surgido de informes de inteligencia que corroboraron que el gobierno ruso lo ayudó a ganar las elecciones–, Trump atacó a Lewis en la red social Twitter. “El congresista John Lewis debería pasar más tiempo en arreglar la horrible situación de su distrito, que se está hundiendo (por no mencionar que está infecto de crimen) en vez de quejarse falsamente por los resultados electorales. Es todo hablar, hablar, hablar. No hay acción ni resultados. Triste!”, escribió el multimillonario neoyorquino en la red social donde más cómodo parece sentirse.

Elegir como último blanco de sus ataques a quien muchos consideran el gran héroe vivo del movimiento por los derechos civiles impulsado en los años sesenta, antes de tomar posesión como presidente, no fue bien recibido por los estadounidenses. Las redes sociales catapultaron los reproches contra el líder republicano, tanto por parte de los ciudadanos como por parte de otros congresistas y senadores, todos especialmente molestos por la falta de reconocimiento del magnate hacia Lewis, en una lucha que mantuvo durante décadas.

Uno de los legisladores que salieron en defensa del activista afroeamericano fue el senador republicano por Nebraska Ben Sasse. “John Lewis y su ‘hablar’ han cambiado el mundo”, escribió en su cuenta de Twitter, y acompañó su publicación en la misma red social con una foto de Lewis marchando junto al Nobel de la Paz Martin Luther King, cuyo nacimiento se conmemoró ayer en todo el país. Otros congresistas y ciudadanos no dudaron en publicar numerosas imágenes de las docenas de ocasiones en las que Lewis fue detenido en su defensa de los derechos de los negros, y otros recordaron las agresiones policiales que sufrió durante el conocido Domingo Sangriento, que tuvo lugar en la ciudad de Selma, en Alabama, en 1965.

“A John Lewis le partieron el cráneo mientras luchaba por un país mejor. Eso no es sólo charlatanería, y mucho menos falta de acción”, replicó otro ciudadano en alusión a ese episodio de la historia estadounidense en el que cientos de negros marcharon de Selma a Montgomery para reivindicar su derecho al voto. En una entrevista emitida ayer, que fue grabada antes de los comentarios de Trump contra él, Lewis confesó que nunca invitaría al presidente electo a Selma, lugar que ahora sirve de recuerdo y símbolo de la defensa de los derechos civiles, y a donde él mismo acompañó a numerosos políticos, tanto demócratas como republicanos.

“Puede que aprendiera algo. Puede que lograra algo de religiosidad. Pero nunca lo invitaría a venir”, aseguró el congresista por Alabama en alusión a quien será el próximo presidente de Estados Unidos. Lewis formaba parte de la media docena de congresistas demócratas que habían declinado su asistencia a la toma de posesión del multimillonario, que tendrá lugar el próximo viernes, pero tras los ataques del magnate contra él, la lista de ausencias a la investidura se engrosó a casi una veintena. “El cobarde Donald Trump no está preparado siquiera para sacar brillo a las botas del congresista John Lewis”, respondió la legisladora por Nueva York Yvette Clarke, quien tras las afirmaciones del presidente electo lidera una campaña de “boicot a la investidura” para que políticos y ciudadanos no acudan al acto. 

“Piedras y bates no pudieron parar a John Lewis en su lucha por la justicia. Tweets mezquinos no lo harán tampoco”, manifestó por su parte el también congresista Joe Kennedy III. El equipo de Trump, incluido su vicepresidente, Mike Pence, insistieron ayer en que los comentarios de Lewis sobre la falta de legitimidad de la victoria electoral estuvieron fuera de lugar. No es la primera vez que el presidente electo arremete contra una figura reconocida en el país al no encajar bien sus críticas, como ocurrió cuando atacó al senador por Arizona y ex aspirante a la presidencia del país, John McCain.