Un collage sonoro. De ese modo define Diego Pérez el espíritu de Nación Ekeko, su proyecto solista, en el que integra herramientas electrónicas (loops, sintetizadores, programaciones) y ritmos de la música de raíz folklórica y originaria del continente, en especial la cosmovisión andina. La pata masculina de Tonolec acaba de publicar su segundo disco, Caminos, que profundiza en la búsqueda estética y poética del anterior: el eje puesto en la danza, pero también en el mensaje. Un equilibrio entre lo sensorial y lo reflexivo. “Sentí en algún momento que necesitaba salir de la computadora, conectar más con el cuerpo y entonces empecé a desarrollar este proyecto con esa idea. Experimentar y jugar más en vivo. En los recitales improvisamos mucho, interactuamos con los músicos que están en escena, vamos construyendo la música con la energía que hay en el momento, con la energía de la gente”, explica Pérez. “Me interesa tocar lo electrónico de una manera más orgánica, más lúdica y de usar la tecnología como una herramienta y que no nos termine encerrando”. Esa experiencia se podrá comprobar hoy a las 21 en Niceto Club, Niceto Vega 5510, con invitados como la cantora paraguaya Norma Ávila, Kofke 177 (rap mapuche), la vientista colombiana Rocío Ortiz y la banda de sikuris argentino-boliviana Utuya Ajayu warmis.

El proyecto surgió y se terminó de configurar en viajes por territorios indígenas del continente: desde Chiapas hasta la cultura mapuche, pasando por la isla de los Uros en Perú, Guatemala, el Amazonas y el sagrado Lago Titicaca (centro del Tahuantinsuyo), que comparten Bolivia y Perú. De allí fue recogiendo voces, historias y sonidos. En ese plan, Alex Heduvan rapea en mapudungun (idioma mapuche) en “Gente de la tierra” y el poeta wichi Lecko Zamora le dedica unos versos al mar en “Deja que el agua corra”. “Iba a grabando a diferentes personas que conocía, con quienes hacíamos intercambios de música y conocimientos. De alguna manera, uniendo a partir de la música y la integración de sonidos contemporáneos y ancestrales estos retazos que nos encontramos de Latinoamérica, que fueron arbitrariamente fronterizados”, sostiene el multiinstrumentista y productor. “Tomé conciencia de que somos una gran nación, porque si bien cada uno habla desde su lugar, vas conociendo una historia y una esencia común; un tratamiento político, social y económico muy parecido”, dice. “Entonces, culturalmente somos una gran nación y la idea fue conectar todas estas culturas y hacer visible esta nación pluricultural que tenemos en toda América”.