–¿Qué evaluación hace del paro y movilización de la semana pasada?

–No recuerdo un paro con la masividad y la contundencia del que vivimos en estos días. Creo que nunca vi las calles de las principales ciudades del país absolutamente vacías. La marcha fue también descomunal porque sobrepasó lo que pensábamos que iba a ser la convocatoria por la cantidad de columnas y eso mostró que se forzó al máximo los límites de la amplitud. Creo además que el paro nacional llegó en el momento justo al coincidir con el viaje del presidente Macri a Nueva York y eso amplificó la potencia del paro porque las fotos de la ciudad de Buenos Aires vacía en los medios internacionales demostraron que no hay apoyo al FMI cuando Christine Lagarde pedía una señal de acompañamiento. Nosotros demostramos que no hay, en absoluto, respaldo, que el pueblo argentino reclama un cambio profundo y que no queremos al FMI decidiendo las políticas de nuestro país.

–Algunos dirigentes gremiales sostienen que la movilización demostró que este sector tiene la calle pero la CGT, el poder del paro. ¿Qué opina?

–Esa es una apreciación es muy subjetiva. Reconocemos que la CGT tiene la posibilidad de determinar orgánicamente la fecha de la convocatoria. Pero está claro que sindicatos muy poderosos como los del Frente Sindical para el Modelo Nacional y la CTERA son claves en la construcción del paro general y no solo en la calle. Creo que creció la influencia y el peso político de este frente sindical que va marcando tiempos y agenda en un terreno de confrontación. Hoy creo que la conducción de CGT también ve la necesidad de poner el pie en el acelerador porque el agua a ellos también les llega y porque empezamos a dirimir la elección del 2019. Esto no quiere decir que más o menos paros tengan que ver con lo electoral sino que el movimiento obrero, donde la mayoría somos peronistas, discuta cómo le damos forma a una expresión que, teniendo el máximo de ancho en término de unidad, tenga además la consistencia necesaria como para no terminar construyendo una oposición gatopardista que termine reciclando los compromisos con el FMI y el ajuste con otro nombre.

–Sin embargo, el gobierno insiste con ese acuerdo que está implícito en el presupuesto. ¿Esa es la batalla que sigue?

–Yo creo que sí, creo que si este presupuesto se aprueba todo va a empeorar. Un sindicato podrá conseguir alguna paritaria un poco mejor que otro, pero van a seguir descendiendo en términos de la pobreza y la exclusión. Por eso hoy nos tenemos que concentrar en que este presupuesto, así como está, no sea aprobado. 

–Es curioso que tanto Lagarde como Dujovne anunciaron mayor presupuesto para protección social. ¿Es por solidaridad o para prevenir una rebelión?

–Ellos han discutido con el FMI cómo dosificar y planificar el hambre y la exclusión con el único límite de garantizar de que esto sea gobernable. Nosotros nos tenemos que organizar y conducir la protesta social. Elegir los tiempos justos y fundamentalmente tratar de evitar que nos lleven a desfiladeros en los que los conflictos queden aislados, en los que puedan golpear a la militancia o que utilicen las protestas como justificativo para escenarios de represión, porque ellos tienen a los técnicos que calibran la dureza del ajuste pero también tienen la fuerza represiva.

–¿La opción es rechazar el presupuesto o imponer uno alternativo?

–Nosotros queremos un presupuesto que haga posible salir de la crisis a la inmensa mayoría de las provincias que hoy están con el agua hasta la nariz y permita recuperar el mercado interno. Eso lo vamos a pelear en el recinto y espero que podamos hacerlo con los otros bloques.

–¿La unidad por el presupuesto avanzará más allá de los límites del Congreso?

–Yo creo que sí. El gobierno cifra la suerte del acuerdo que han hecho con el FMI y la propia continuidad de su mandato a la capacidad que tengan de dividir a la oposición. Lo intentaron en terreno social. También en la CGT y ahora lo intentarán con la oposición con el debate por el presupuesto

–Retomando el paro, a diferencia de lo que acá ocurrió, en las provincias hubo movilizaciones.

–Ese fue un hecho notable que demuestra que allá las convocatorias fueron mucho mas transversales que la de Plaza de Mayo, porque ahí participaban gremios del Frente Sindical, los de la mesa chica de la CGT y los de la CTA. Eso que se vio en las provincias demuestra que allí no existen las diferencias y solo quieren confrontar para parar esta avalancha de hambre y desigualdad y atropello.

–Schmid dijo que si no hay Plan B, no hay tregua. Por lo que dijo Macri a su regreso de los EE.UU., parece que ese plan B no existe. ¿Entonces?

–Yo creo que el presidente mostró en su viaje que vive en una galaxia absolutamente lejana y desconectada de la realidad de su pueblo. Entonces no podemos pensar que hay un plan B pero si es que hay, pensamos que solo va a ser para empeorar la situación. 

–Usted convive en dos mundos, el sindical y el político. En ambos se habla de unidad. ¿Sólo se habla?

–Tenemos que construir la unidad del peronismo que incluye por supuesto al kirchnerismo, tenemos que construir una unidad que incorpore a algunos sectores del campo popular que no son ni peronistas ni kirchneristas y el corte de esa unidad son justamente estos personajes que se ofrecen como garantes a los grupos dominantes de la continuidad de las políticas del macrismo. Yo creo que Pichetto, Schiaretti y Urtubey representan la continuidad del macrismo. Ellos mismos en la intimidad hablan de un PJ moderno, republicano y del mercado. Y eso es hablar de lo mismo que decía Macri, solamente que esta vez interpretado en clave de pseudo opositor. Creo que el límite nuestro es ese.

–¿Hay que profundizar la unidad aunque duela, como dice Pignanelli?

–Claro, hay que profundizarla aunque duela pero una cosa es que duela y otra es que mate el sentido de constituir la unidad. Podemos aguantar el dolor de construir al límite de lo posible pero lo que no podemos aceptar es matar el sentido de derrotar al macrismo, porque si lo derrotamos con una propuesta gatopardista para que continúe el proyecto de los sectores financieros y sojeros del país, cometeríamos un grave error.