La AFA está que arde y la noticia, esta vez, no tiene relación con la entidad que conduce Claudio “Chiqui” Tapia sino con la Asociación Física Argentina. En el marco de la Asamblea General n° 103 realizada en Buenos Aires, los socios reclamaron la renuncia de Lino Barañao, ahora Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, y de Alejandro Ceccatto, Presidente del Conicet. El pronunciamiento de la AFA no constituye un hecho menor ya que la institución conforma la principal organización de investigadores y docentes universitarios especialistas en el rubro que tiene el país, con aproximadamente 1600 miembros y con ocho filiales desperdigadas por todo el territorio nacional. 

Los argumentos que incluyen la solicitud son concretos: ubican a las autoridades como responsables principales del desguace del sistema científico y tecnológico doméstico; destacan su rol pasivo ante las políticas de desfinanciamiento que promueve el Gobierno de Mauricio Macri; y los acusan de no defender el terreno ganado durante la década precedente. “Hay físicos repartidos en diversos ámbitos e instituciones que están siendo muy golpeadas. Me refiero al Instituto Nacional de Tecnología Industrial y la Comisión Nacional de Energía Atómica, pero también a las empresas, las universidades y el Conicet. La crisis por la destrucción del sistema de CyT es palpable y fue reconocida por la comunidad entera. Durante la reunión, la preocupación fue unánime ante la incapacidad de las autoridades de conducir la ciencia argentina por la senda del crecimiento y el desarrollo”, señala Juan Pablo Paz, referente de AFA y miembro del grupo Ciencia y Técnica Argentina. 

El dato destacable fue la solicitud de renuncia del propio Ceccatto quien, paradójicamente, es socio activo de la AFA. “El pedido de su renuncia al frente de la presidencia del Conicet no tuvo ninguna voz de disidencia. El malestar con las autoridades no exhibe grieta: la situación trasciende las ideologías, pues, todos estamos a favor de que renuncie. Existe mucha bronca con lo que está ocurriendo y la comunidad científica está cansada, perdió la confianza que alguna vez tuvo”, apunta Paz. Como puede vislumbrarse la situación actual del sector no presenta matices. Aquellos investigadores que, hasta hace poco tiempo, dudaban y depositaban cierta esperanza en ambas figuras, ya no conservan ninguna cuota de optimismo. Y con razones de sobra. 

En este marco, una premisa se torna evidente: de la misma manera que ocurre en el fútbol –cuando el reemplazo del director técnico no asegura los futuros triunfos del equipo– la sustitución de las autoridades, desde el punto de vista de Paz, no modificará demasiado la escena, en la medida en que el problema se juzga “estructural”. Desde aquí: “Nada asegura que la renuncia remendará la penosa situación de ahogo presupuestario que afronta la comunidad, sin embargo, servirá para desnudar la crisis”. Y completa: “Se trata de funcionarios que actúan como encubridores, en la medida en que justifican el ajuste bajo el pretexto de un ‘ordenamiento de prioridades’ cuando todos sabemos que son eufemismos”, concluye.

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