A partir de su obsesión por ser una banda que sólo se explica a sí misma en directo –consolidada luego como una no tan sutil aversión a los medios–, La Renga ha sido siempre un grupo críptico, hermético, del que si bien se sabe a gran escala su opinión sobre los grandes asuntos y antagonistas de la cultura rock reciente (Cromañón, las fábricas recuperadas luego de 2001; la policía, Mauricio Macri y todo lo que representa), díficil es reconstruir en un ideario orgánico. Ahí, a la vuelta de la esquina del infinito, se mueve la flamante La Renga - Una guía (Planeta). Las ilustraciones de tapa de Augusto Costhanzo y las fotos de Martín Bonetto reponen lo más icónico del grupo: las bandanas de Chizzo, el jardinero de Tete, la docena y media de platillos de Tanque. Pero es el trabajo periodístico de Sebastián Chaves, ese scrabble montado en base a investigación, producción y archivo, lo que sistematiza (alfabéticamente, como un diccionario rengo) la imposición de manos, ideas, testimonios, escenas, letras de canciones y acciones particulares en las tres décadas de la banda. Con rigurosidad de fuentes, acá se repasa desde su relación con el matrimonio Kirchner o la génesis de El rey de la triste felicidad hasta su anecdotario de estadios (Atlanta, River, Vélez...) y ciudades (Mataderos, Gesell), se revisa su relación con el sushi, las discográficas y sus asistentes, se hace un alto en la reacción del grupo tras la muerte de Miguel Ramírez en un recital suyo (por una bengala naval, en 2011) y se indaga, incluso, en la injerencia del número 73 en el trío pesado. Sin ser una biografía ni alardear de contener los “pensamientos reunidos” del clan, esta guía boceta con correspondencia los contornos de La Renga, como en esos juegos de unir los puntos para ir adivinando lo dibujado.