Marcela Römer ya no dirige el Castagnino+Macro. Hace menos de un mes se cumplió el plazo y este año el cargo se concursa. En una entrevista con Rosario/12, la ex directora (que pasó a ser la actual coordinadora de las exposiciones de arte en la Biblioteca Argentina) inició un balance de estos casi siete años de gestión al frente del Museo Municipal de Bellas Artes y el de Arte Contemporáneo de Rosario.

Profesora y licenciada en Bellas Artes en la especialidad Teoría y Crítica por la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR y con estudios de posgrado, Römer asiste constantemente a cursos y congresos de gestión cultural pública, en Argentina y en otras partes del mundo. Fue la primera mujer en ser nombrada directora de la institución en toda su historia, pero tuvo que presentarse a concurso dos veces. La primera fue en 2008, cuando se lanzó la convocatoria al cargo para cubrir la dirección de un Castagnino+Macro entonces acéfalo. O bicéfalo, ya que fusiona dos instituciones culturales municipales: el tradicional Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino y el nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, inaugurado en 2004.

El llamado, al cual se presentaron solo dos personas, había sido convocado en respuesta a un reclamo de un sector de la comunidad artística. Pero el Sindicato de Empleados Municipales interpuso un recurso de amparo en tribunales, reclamando el cumplimiento de la normativa que exige que el concurso para cubrir un cargo se restrinja al personal de planta municipal y solo se abra hacia fuera si queda desierto. La escasez de postulantes, además, dejó disconforme a la Secretaría de Cultura. Pasó más de un año hasta el nuevo llamado a concurso, a fines de 2009. Allí Römer presentó sus antecedentes por segunda vez y entonces sí, en abril de 2010 pasó a la instancia de oposición junto con otros tres candidatos. Y ganó, con 99 puntos.

Cuando asumió la dirección, el Castagnino+Macro "estaba bastante desorganizado internamente", evoca Römer. "Estaba Roberto Echen como curador jefe, pero no había director. El mayor desafío es algo que no se ve en el afuera: las problemáticas internas", resume. "Entre el Castagnino y el Macro trabajan como 60 personas. En aquel momento había 70; alguna gente falleció o se fue. A este personal de planta hay que sumar la seguridad privada, que están con vos todo el tiempo, y otra gente que no es de planta", dice Römer, y reconoce al ex subdirector Gustavo Berenguer como un aliado decisivo: "Había estado en el Museo Estevez con Pedro Sinópoli más de 20 años, después trabajó con Analía García. Le pido que vaya al Castagnino+Macro, porque hay que mover esa maquinaria del Estado. Con su experiencia y capacidad en administración pública, fue una persona fundamental para poder mover bien el lugar", asegura. "Saber de administración pública", según Römer, implica saber gestionar "licitaciones y concursos en forma transparente y cumplir con las reglas del Estado". Como mínimo, es preciso "cuidar el edificio, cuidar la colección". "Es una institución grande con muchas actividades diferentes", explica. Y basta con echar un vistazo a la página web castagninomacro.org, buscando exposiciones y eventos presentes y pasados para ver la cantidad y diversidad de muestras, conciertos, conferencias, talleres para chicos, talleres para todas las edades, obras de teatro y presentaciones de libros que ofrecen los dos espacios; coordinar todo eso requería de experiencia.

"Yo había trabajado en el municipio en talleres barriales dependientes de la Dirección de Educación, en los '80 y '90, cuando era Cavallero el intendente", recuerda Römer. "La administración pública creció mucho. Se había triplicado cuando asumí. Uno de los más grandes desafíos era poder aggiornar un museo nacional e internacional y poder moverlo a ese nivel, para dar una respuesta ejecutiva a las demandas. Los mayores problemas venían de ahí. El museo había crecido mucho y tenía mucha demanda nacional e internacional. Cuando se fue Farina, al nuevo director le costó mucho manejar eso", opina Römer.

Una pieza clave son "las ediciones" del Castagnino+Macro, algo en lo cual "la gestión anterior ya venía bien", dice Römer. "Todos los museos del mundo publican libros y nosotros lo hicimos con una economía mixta, como hacen todos los museos", cuenta Römer.

 

Revalorización y memoria

Recuerda Römer que en mayo de 2010, "recién estrenada como directora participé de un foro en el entonces Centro Cultural Bernardino Rivadavia, para hablar de museos", en el marco del Cabildo Abierto del Arte. "El ambiente del arte está pidiendo que salga de los depósitos la obra histórica", dijo en aquella ocasión. Le preguntamos si pensaba iniciar el Museo un programa al respecto. "De eso fuimos haciendo bastante", cuenta ahora, y destaca la labor de María de la Paz López Carvajal, curadora de la colección histórica. "Ahí estaba Nancy Rojas", recuerda. "A fines de 2010 empecé a programar para el año siguiente. Para la muestra Entre siglos llamé a Laura Malosetti Costa y a Pablo Montini, que siempre viene de invitado porque trabaja bien con María de la Paz. Después vino la muestra de la colección Astengo. Antes de eso, la muestra de la colección de grabados, en las dos sedes, con López Carvajal y la curadora invitada Silvia Dolinko".

La cronista recuerda la hermosa serie de muestras La colección en foco, con curaduría de María de la Paz López Carvajal. Apunta Römer: "Lo digo como chiste pero es en serio: con la colección del Castagnino+Macro, si no tenés más dinero para muestras externas podés hacer 8 años de exposiciones sin pagar. Es justo que el público que mantiene esa colección con sus impuestos pueda verla, pero si hacés únicamente eso sos un museo muy endémico y solo te mirás el ombligo".

      

Cooperar, prestar y conservar

"Hemos cooperado con museos de la Argentina y de afuera también, públicos y privados. Algo que no se ve localmente pero que es importante son los préstamos. Los préstamos le dan visibilidad exterior al museo. A Estados Unidos salieron los Juanito Laguna cuando se hizo la muestra grande de Antonio Berni, en Phoenix y Dallas, con curaduría de Maricarmen Ramírez", recuerda Römer. "En la época de Cristina Kirchner se trabajó mucho con Nación. Cuando la Argentina fue invitada a la feria del Libro en Frankfurt y Berlín, me invitó el gobierno nacional y fui a Berlín, a la Academia de Artes", evoca no sin nostalgia. "Prestamos obra a México; en el país, al MALBA y a la UNTREF. La obra va con seguro, acompañada por un conservador, y vuelve con un conservador. Por eso los chicos (de los equipos de conservación) empiezan a salir más afuera. Cuanto más te capacites, mejor", dice Römer. Entre "los chicos" menciona a Blu Navarro, conservadora del Castagnino, y a Gabriela Tradotti, del Macro.

En 2008, Fernando Farina creó con Gabriela Baldomá el IICRAMC, Instituto de Investigación, Conservación y Restauración de Arte Moderno y Contemporáneo de la Secretaría de Cultura de Rosario, que elaboró novedosos protocolos de conservación de obras tan complejas cono la Jaula con aves, de León Ferrari. "En la colección hay mucho arte contemporáneo y las piezas contemporáneas se deterioran rápidamente. Gabriela Baldomá y Susana Meden, asesora en papel del IICRAMC, han viajado presentando el caso de esa obra de la colección, paradigmático en conservación de arte contemporáneo. Ahora la Jaula va a Córdoba. En Rosario somos pioneros en eso", se enorgullece Römer.

Conservar obras de arte en un museo construido frente al río, como es el Macro, no debe ser nada fácil. Una visita a Rosario por parte del ICOM, el Consejo Internacional de Museos, permitió subsanar esto mediante una revisión y un taller en cooperación. "Fue muy importante", subraya Römer. "Modificamos el depósito del Macro. Está la napa de agua frente al río, pero están controlados los problemas".