El presidente de Interpol, Meng Hongwei, está desaparecido en China desde que llegó al país a finales de septiembre y, en consecuencia, la Justicia de Francia, país sede de la institución, activó ayer una investigación luego de la denuncia de la esposa de Meng. Hasta el momento no hay información oficial. No obstante, el diario South China Morning Post, público que Meng fue arrestado al aterrizar en China y actualmente esta bajo vigilancia de la disciplina del Partido Comunista Chino. La Comisión Central para la Vigilancia de la Disciplina es el órgano policial del partido encargado de combatir casos de corrupción, lo que podría significar que el jefe de Interpol está bajo sospecha de este delito. El rotativo no ofrece más pistas sobre los posibles motivos por los que Meng, ex miembro del Gobierno considerado un peso pesado del Partido Comunista Chino, estaría siendo investigado. El diario tampoco precisa el lugar de la detención.   

El rastro de Meng se perdió el pasado 29 de septiembre, cuando embarcó en un avión con destino a su país, y su familia no tiene noticias desde entonces. Su esposa, que permanece con sus hijos en Lyon, la ciudad francesa donde tiene su sede Interpol, dejó transcurrir unos días  hasta que la noche del jueves oficializó la denuncia y en ese instante las autoridades le tomaron declaración. Según la ley china, la familia y los empleadores de un sospechoso detenido deben ser notificados dentro de las 24 horas de su arresto, pero hasta el momento los familiares de Meng no recibieron información sobre su ubicación. 

Por su parte, Interpol se limitó a indicar que se trata de un asunto que compete a las autoridades de Francia y China, y que la continuidad de su misión está garantizada, ya que las operaciones de Interpol recaen en el secretario general, el alemán Jürgen Stock. Además, precisó que debe respetar las normas de confidencialidad estipuladas en los estatutos. Por su parte, el Ministerio de Interior francés compartió ayer en un comunicado su preocupación por la desaparición de Meng, así como por las amenazas que recibió su esposa, y señaló que puso a disposición de la familia un dispositivo policial adaptado para garantizar su seguridad. “Francia está perpleja acerca de la situación del presidente de Interpol y está preocupada por las amenazas ejercidas contra su esposa”, indicó el ministro y agregó que la mujer fue intimidada por teléfono y a través de las redes sociales. Sin embargo, hasta el momento, su contraparte china no se pronunció sobre el caso. 

Medios franceses indicaron que desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping, hace seis años, China inició una dura campaña contra la corrupción que determinó la persecución de cientos de funcionarios. Xi puso al frente de los servicios de seguridad del país a Zhao Kezhi y lanzó una purga de altos cargos procedentes de los aparatos de sus predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin. Entre los funcionarios detenidos se encuentran el ex ministro de Seguridad Pública y antiguo superior de Meng, y Zhou Yongkang, uno de los más hombres más poderosos del país que fue condenado a cadena perpetua por abuso de poder. En 2014, Interpol emitió “avisos rojos” de alertas internacionales para 100 personas de origen chino que viven en el extranjero. En abril del año pasado emitió una alerta dirigida a Gou Wengui, una empresario adinerado que afirmó tener evidencia de corrupción en los niveles superiores del Partido Comunista. Wengui, que fue buscado por los fiscales chinos desde 2014, tenía vínculos con Ma Jian, quien, como Hongwei, había ocupado el cargo de viceministro de seguridad y fue investigado por presunta corrupción.

Meng tiene casi 40 años de experiencia en justicia penal y vigilancia policial en este país, según indica la página web de la Interpol. Sin embargo, perdió su asiento en el comité central del Partido Comunista, el principal centro de poder de la organización, en abril de este año.

Antes de su designación como presidente de esta entidad, Meng era viceministro de la Seguridad Pública china, un departamento de enorme poder a cuyo cargo están la Policía y los servicios de espionaje. Como figura central en ese departamento, varios medios vincularon a Meng con militantes Uighurs, grupo disidente que habita las regiones del norte de China, y que el estado considera como subversivos. 

El funcionario chino dejó su cargo en seguridad 2016, para entrar a Interpol en sustitución de la francesa Mireille Ballestrazzi, un cargo honorífico, pero que aun así levantó críticas en organizaciones defensoras de los derechos humanos. En este sentido, Amnistía Internacional reaccionó preocupada acusando a China de usar la Interpol para buscar disidentes y activistas de la oposición. Por su parte, Human Rights Watch consideró que China se sirve de la organización policial internacional para intimidar y detener a familiares de disidentes, y por eso le pidió una atención particular para evitar injerencias del presidente Meng. El ex ministro había desestimado los reclamos, diciendo que se adheriría a las reglas de la organización y que estaba enfocado en promover “la causa de la vigilancia policial en el mundo”. La organización restó importancia a la nacionalidad del presidente y subrayó que el mando operativo recae en el secretario general. Además, enfatizó que los estatutos de Interpol -que tiene 192 países miembros- asientan el principio la neutralidad política de sus actuaciones, como queda registrado en el artículo 3.

Interpol cuenta con siete oficinas regionales en el mundo, además de representaciones en todos los países miembros, que se suman a las que hay ante la ONU, en Nueva York, y ante la Unión Europea, en Bruselas. Al presidente de Interpol, como al resto de los miembros del Comité Ejecutivo, lo elige la Asamblea General de la organización, en la que están representados todos los Estados miembros. Las funciones de la organización responden a aplicar las orientaciones decididas por esos países y supervisar el trabajo del secretario general.