La soprano catalana Montserrat Caballé, una de las grandes figuras de la lírica del Siglo XX, murió hoy a los  85 años en el hospital San Pau de Barcelona, donde se encontraba internada desde setiembre. Celebrada a nivel masivo por el dúo que protagonizó junto al cantante Freddie Mercury en Barcelona, un disco cuyo tema principal se convirtió en el himno de los Juegos Olímpicos de 1992, descolló sobre todo en el universo de la ópera. Su voz, firme, tersa y de un color único, se complementó con una personalidad arrolladora, que le permitió lo largo de su larga carrera caracterizar más de noventa personajes y ofrecer algo así como 4.000 actuaciones, además de articular una discografía ejemplar. Sus interpretaciones de las grandes heroínas de la ópera del siglo XIX quedarán como referencia insoslayable de una manera de cantar: pura voz, nitidez y pasión, sin concesiones ni dobleces. También por eso se la recordará como la última diva de la lírica internacional.

Bautizada María de Montserrat Viviana Concepción Caballé i Folch, se crió en una familia de clase trabajadora en Barcelona. A los ocho años ingresó en el Conservatorio del Liceu, donde permaneció doce años y tuvo como maestros a Eugenia Kenny, Conchita Badea y Napoleone Annovazzi, entre otros. Egresó con Medalla de Oro en 1954 y continuó sus estudios en Milán. En 1956 se unió a la Ópera de Basilea, donde debutó ese mismo año en el papel de Mimi en La Boheme di Giacomo Puccini. Su paso firme por la Opera de Bremen, fue fundamental para edificar el comienzo de una gran carrera, que en 1962 la llevó a debutar en el que de ahí en más sería “su” teatro: El Liceu de Barcelona. 

La fortuna internacional comenzó en 1965, cuando reemplazó a último momento a Marilyn Horne en una versión de concierto de Lucrezia Borgia, de Gaetano Donizetti, en el Carnegie Hall en Nueva York. “Una voz que combina lo mejor de María Callas y Renata Tebaldi”, dijo el New York Times de aquella actuación y ese mismo año debutó en la Metropolitan, donde estuvo     hasta 1988. Otro de sus escenarios frecuentes fue la Scala de Milán, donde debutó con  Lucrecia Borgia en 1970 y en la temporada siguiente protagonizó Maria Estuardo.

En 1972 debutó en la Royal Opera House de Londres en La traviata, de Giuseppe Verdi, y en la Ópera de París en Norma, de Vincenzo Bellini. Afianzada en Europa y Estados Unidos, puso en juego su voz y su personalidad en roles más dramáticos.  Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, José Carreras, Jaume Aragall, Joan Pons y su marido, el tenor aragonés Bernabé Martí, fueron sus grandes compañeros. Como gran diva, también supo recuperarse de malos pasos. En 1982, fue tentada por la Scala para protagonizar el rescate de una antigua puesta de Luchino Visconti de Anna Bolena, de Donizetti, en el que se había lucido María Callas. No estaba en sus mejores condiciones y el paso en falso no fue perdonado por el público hasta su regreso triunfal den 1987 como protagonista de Salome, de Strauss.

Personaje popular, en más de cincuenta años de carrera recibió numerosos premios y reconocimientos, y fue embajadora de buena voluntad de la Unesco y artífice de una fundación para niños necesitados en Barcelona. En 2015 fue condenada a seis años de prisión con la suspensión de la pena por evadir impuestos.