La tierra tiembla: retrospectiva Terratreme se titula el ciclo que a partir de mañana y hasta el domingo 14 ocupará la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530). La muestra estará integrada por seis largometrajes y un corto producidos por la cooperativa cinematográfica portuguesa Terratreme Filmes, cuyo sistema artístico y de producción comunitario se ha transformado en un modelo ejemplar frente a las inclemencias económicas de la industria cinematográfica actual, a la vez que en una permanente usina de talentos y de creatividad. En los films de Terratreme es tan importante aquello que se narra, en la mayoría de los casos vinculado a temáticas sociales, como la manera de abordarlos, siempre desde una perspectiva innovadora y original. 

La retrospectiva incluye el largometraje La fábrica de nada, dirigido por Pedro Pinho, galardonado en los festivales de Cannes, Turín, Munich, Sevilla y Recife, entre muchos otros, además de films de realizadores como Susana Nobre, João Vladimiro, Luisa Homem, José Filipe Costa, Tiago Hespanha y Frederico Lobo, pertenecientes a la vanguardia del cine portugués. 

El programa para mañana martes incluye el corto Pruebas, exorcismos (2015), de Susana Nobre, retrato de un trabajador a punto de entrar en paro, y el largo Revolución industrial (2014), de Tiago Hespanha y Frederico Lobo. “Portugal la mística, la misteriosa, empequeñecida por sus fábricas y sus oligarcas, engrandecida por su cine, en constante expansión”, escribió Guido Segal sobre Revolución industrial, en el el catálogo del 17° Bafici.

El miércoles es el turno de Vida activa (2013), de Susana Nobre, una reflexión sobre el trabajo en el mundo contemporáneo, y el jueves 11 llega  Lacrau (2013), de João Vladimiro, considerado uno de los films más arriesgados y sofisticados del nuevo cine portugués. “Es una película de impresiones, en la que su registro puntilloso y su montaje asociativo empujan el cine a un dominio poético, libre del imperativo narrativo”, escribió Roger Koza en su blog Con los ojos abiertos. Lacrau obtuvo el Premio al Mejor Film Portugués en el Festival IndieLisboa. 

El viernes se proyectará Las ciudades y los intercambios (2014), de Luisa Homem y Pedro Pinho. En 2008, la creciente industria del turismo de Cabo Verde se congela. La construcción de compañías extranjeras de muchos hoteles y resorts debe detenerse debido a la falta de arena. La industria arenera, el principal recurso para la producción de concreto, ha llegado a un nivel dramático, poniendo en riesgo la existencia misma de las playas. Este evento causa una gran euforia entre los hombres de negocios de Mauritania. Un gran número de camiones comienza a confluir en el puerto de Nouakchott, desde donde los barcos zarpan pata alimentar las construcciones turísticas de Cabo Verde. Las ciudades y los intercambios comienza su viaje en un carguero en Lisboa y recorre la ruta atlántica con la idea de destacar las transformaciones sociales y físicas generadas en el paisaje por esos intercambios.

El sábado 13 se verá Línea roja (2012), de José Filipe Costa. En 1975 el equipo del escritor y realizador alemán Thomas Harlan filma la ocupación de la granja Torre Bela, en el centro de Portugal. Tres décadas más tarde, Línea roja revisita esa película emblemática del periodo revolucionario portugués. Premio al Mejor Film Portugués en el Festival IndieLisboa. Y finalmente, el domingo 14 llega, en el marco del European Art Cinema Day, La fábrica de nada (2017), de Pedro Pinho, premiado por la crítica en el Festival de Cannes. “La fábrica de nada es un film sobre el mundo del trabajo y sobre las terribles consecuencias del desempleo, que golpea en Portugal como en todo el mundo, pero que a la vez se cuida de sacralizar el trabajo en sí mismo, a la manera del pensamiento de la izquierda tradicional”, escribió Luciano Monteagudo en PáginaI12. “Se diría que hay aquí una actitud anárquica, casi punk que le permite al film dar cuenta de todo: del dolor de la pérdida -económica y psicológica- ante una empresa que decide ‘reestructurar’ y llevarse su producción a otros territorios donde la mano de obra es más barata, pero también de la dimensión lúdica que puede llegar a disparar una situación tan crítica como sorpresiva, en la que los obreros encuentran su fábrica vacía de la noche a la mañana”.