Tras el allanamiento de la semana pasada al Ecoparque porteño, donde  veterinarios de la Brigada de Investigación Científica Animal de la Policía Federal alertó sobre la salud de la elefanta Mara, hizo objeciones a recintos y objetó que se hayan enterrado los cuerpos de la jirafa Shaki y la rinoceronte Ruth en el predio, cuando debieron ser tratados como residuos patógenos, las autoridades del ex Jardín Zoológico Eduardo Ladislao Holmberg abrieron el predio a la prensa para brindar información de Estado que, de acuerdo a fuentes de la investigación en curso, no es el estado de la información por la que atraviesa el parque que tiene varias denuncias de organizaciones conservacionistas: obras que afectarían el bienestar animal, falta de criterio para deshacerse de ejemplares y de estudios de impacto ambiental, entre otras. “No hay excusas desde el punto de vista legal ni veterinario para haberlos enterrado ahí, contó uno de los peritos intervinientes, quien además remarcó que la inspección constató “que los bisontes estaban en un brete muy pequeño con operarios trabajando dentro del espacio y la comida esparcida en el piso donde defecan y orinan”. 

El lunes, minutos antes de las cuatro de la tarde, hora pautada para la gira periodística, sólo el ruido de una amoladora lejana quedaba como signo de las obras que se están realizando en el parque, donde el encargado de prensa, varios veterinarios del plantel y el ministro de Ambiente de la Ciudad, Eduardo Macchiavelli, se encargaron de negar todas las acusaciones. Y aunque es cierto que a esa hora el Ecoparque presentaba un aspecto impoluto, como en los actos de magia, estar cerca no garantiza ver la realidad.

Según fuentes de la causa a cargo del fiscal Blas Matías Michienzi, que dio lugar al operativo, en el que secuestraron computadoras y libros donde se registra los antecedentes del cuidado de los animales, se intimó al Ecoparque a la recomposición de los recintos y a la correcta disposición de los residuos patógenos de Shaki y Ruth.

Sin embargo, el responsable de prensa del Ecoparque, Federico Ricciardi, sostuvo que no había motivos para removerlos. “¿Quién dice que no es normal?. La justicia no ordenó removerlos”, aseguró. “A Pelusa –la elefanta que murió este año en el zoológico platense, de la misma afección que tiene Mara– la enterraron en el predio”, dijo, y remarcó que no hay riesgo “porque en el caso de Ruth los últimos conteos de glóbulos blancos le dieron positivos. Al momento de morirse no estaba enferma, nada hace suponer que algo malo puede pasar”. 

En el mismo sentido la veterinaria Ivana Iaquinta, sostuvo que “es una práctica que se produce habitualmente”, y que “se tomó la precaución de poner cal viva al enterrarlos”. 

Pero su explicación, que fue extensa, dejó al descubierto un problema quizás mayor, aunque de larga data, sobre los movimientos de tierra con las obras. En los 70 y en los 90 hubo dos episodios de carbunco o antrax, una enfermedad infecciosa que puede transmitirse a humanos, por contacto con los animales o por inhalación de las esporas que pueden reactivarse al contacto con el oxígeno al remover la tierra.

“Hace poquito nos alertaron por mail de eso y hablamos con el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) y con especialistas y en breve va a haber un informe que vamos a hacer público”, sostuvo Iaquinta, quien confirmó que la zona afectada es una de las que esta en obra. Pero aclaró que, “ya hubo remoción de sustrato con posterioridad a esos años, y el profesional que entrevistamos dijo que no había mayor riesgo”.

La visita que comenzó con una demostración de cómo se trata a la elefanta asíatica Mara de su pododermatitis, continuó con la demostración del tratamiento de fisioterapia a Barut, el camello de 20 años, que sufre problemas en la columna y la cadera, al que se le aplica electro analgesia y magneto terapia, y una inspección, a pedido de los cronistas, del recinto objetado de los bisontes. “Dicen que el espacio se achicó, pero es un  recorte de un metro como medida precautoria para que no estén tan cerca de la obra”, sostuvo Ricciardi, que aclaró que el achique es provisorio.

Para el ex director del zoo Claudio Bertonatti, uno de los denunciantes ante la Unidad Fiscal Especializada en Medio Ambiente (Ufema), “no se trata de si es aceptado o no, si es prudente o no, hay una ley de residuos patológicos. No es lo mismo enterrar un animal en un cementerio que en un lugar donde conviven diferentes especies”, y remarcó que “si el concesionario que estaba antes contrataba a una empresa para retirar los residuos, cómo no lo va a hacer el Estado”.