No sin antes (Huesos de jibia, Buenos Aires, 2017) es el libro urgente de María Lanese. Su prosa donde combate la lengua poética, lo significativo de sus citas, sus fechas como marcadas a fuego: todo en él se yergue contra “la oscuridad del presente”. Oscuridad no sólo en el sentido de tinieblas (espirituales, sociales, políticas) sino en el de opacidad, chatura, planicie, obturación de la perspectiva.

El imprescindible “antes” del título, vuelto en sustantivo, desgarra como una pregunta los olvidos que velan el origen. La voz de la madre al desembarcar con su hija de la mano en un puerto de Argentina es traída a la vida en alegórico paralelo con la figura de Eva arrancada del paraíso terrenal, que abría su poemario anterior, III.Cuerdas (Huesos de jibia, 2016).

Esas migrantes del mito y la memoria reverberan aún en los éxodos del presente: guerra en Siria, oscuridad en Argentina y en el medio el poema, reflejando la luz como lo haría el filo de una hoja de acero.

Escribía Lanese en III.Cuerdas, como si la canción de la serie de heptasílabos pudiera velar el vértigo del exilio: “La máquina del viaje/ escoge como el viento/ no elegir lo que amarra/ prefiere la intemperie/ del paisaje extranjero”. De aquel vértigo habla la madre cuando la poeta le cede la palabra en No sin antes: “La angustia, el miedo más grande de mi vida lo sentí cuando bajé del barco. Toda esa gente hablaba en un idioma que yo pensé que jamás podría entender”.

Al tenebroso presente se lo interpela: “¿Tendremos en esta oscuridad/ algún lugar?”. Así comienza el libro.

Del miedo de la madre a perder lo constitutivo de la palabra extrae la hija su indagación en torno al origen y la función de aquella palabra que se temió tan en peligro. Traduce la poeta: “Algo profundamente nuestro/ quedaba vivo y solo/ siempre en otra parte”.

Si la música de III.Cuerdas rodeaba una escritura sagrada de citas bíblicas al modo del infinito comentario de muchas generaciones de rabinos alrededor de la Torá, la prosa poética de No sin antes se apersona en el lugar de la enunciación, vertebrando un pensamiento. El vértigo del vacío disparaba el canto y al tenebroso presente se lo interpela: “¿Tendremos en esta oscuridad/ algún lugar?”. Así comienza el libro. Termina con un poético epílogo por Alejandro Pidello, titulado: “Poner en movimiento la palabra cuando perdida en la suerte garabatea letras”. No hay tiempo para merodeos excepto en ese saludo.

Poeta, cantante y psicoanalista, María Lanese nació en 1945 en Ripalimosano (Italia) y vive desde 1949 en Argentina. Es también autora de Sonidos Graves (2006), Mariposas en la lengua (2008), Ancora (2014) y Cartas de cera (2015). En la escritura de su obra poética va y viene entre el español y el italiano, rodeando el dialecto para ella perdido del ripalimosano. En Ancora escribía en italiano y se traducía al castellano; Cartas de cera siguió el camino inverso. III.Cuerdas también era bilingüe (italiano/ español).

Su nuevo libro está completamente en castellano y predomina en él una prosa poética con ecos del modernismo, donde se percibe un cierto extrañamiento a través de las cultas decisiones léxicas; tales arcaísmos configuran la lengua poética como una lengua extranjera.

No sin antes se presenta este viernes a las 19 en Paradoxa libros (Mendoza 923, Rosario). Hablarán Margarita Scotta (psicoanalista) y Fidel Maguna (poeta).