El sueño nostálgico del Mundial 2030 parece caído. “No habrá un anuncio pero esa idea no corre más”, informó ayer el sitio Doble Amarilla, basándose en una fuente cercana al Presidente Mauricio Macri. La noticia cayó como un misil en Uruguay y Paraguay, los socios de nuestro país en la candidatura mundialista. El secretario nacional del Deporte, Fernando Cáceres, dijo desde Montevideo: “El gobierno de la República Argentina nos comunicó que la información es inexacta y ratifica su compromiso con la candidatura conjunta”. Desde Asunción el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, también la desmintió. Lo cierto es que el anuncio del medio brinda una serie de datos que, en el contexto actual de profunda crisis económica, abona la idea de que sería casi imposible organizar la Copa de la FIFA aunque falten 12 años. Uno es que el FMI advirtió sobre los gastos que demandaría la realización del torneo. O sea, lo desalentó.

Pero el gobierno nacional quedaría demasiado expuesto al ridículo si oficializara hoy una decisión semejante. Fue Macri quien amplió la base de la candidatura –que al principio era solo con Uruguay– sumando a Paraguay cuando se encontraba en la presidencia de ese país su amigo Horacio Cartes. La llegada este año al Palacio López de Asunción de su sucesor, Mario Abdo Benítez, enfrió el tema. Una reunión que estaba agendada para el 16 de agosto en aquella capital, se canceló. Pese a estos indicios, Domínguez el máximo dirigente del fútbol sudamericano negó ayer que se hubiera dado un paso atrás. También lo hizo Cáceres, el funcionario del deporte uruguayo a su regreso a Montevideo y después de haber estado en Buenos Aires para los Juegos Olímpicos de la Juventud.

No pasó mucho tiempo desde la última vez en que la candidatura sudamericana se publicitó en el Mundial de Rusia. Fue en paralelo al congreso de la FIFA donde Estados Unidos, México y Canadá ganaron la organización para América del Norte de la Copa 2026. Desde ese momento, las aspiraciones de Sudamérica para realizar el torneo siguiente empezaron a decaer. Dos hechos marcan ese declive. La alternancia entre continentes y el peso de la postulación de Inglaterra –por historia, por poderío económico– para competir con los tres países del Cono Sur.

Si fuera declinada por Argentina la candidatura al Mundial 2030, estimularía una versión que, por ahora, es apenas eso. Se habla de otro proyecto ambicioso donde perdería el fútbol, pero ganaría el deporte olímpico. El país resignaría organizar con Uruguay y Paraguay la Copa pero con el velado propósito de que Buenos Aires fuera la sede de los Juegos Olímpicos del 2032. Los próximos ya tienen sus ciudades designadas: Tokio 2020, París 2024 y Los Ángeles 2028.

Argentina, en el marco de la aguda crisis económica que soporta por la política neoliberal del gobierno, ya se había bajado de la organización de otro Mundial. Fue allá por mayo de este año. Tenía prácticamente concedida la sede del máximo torneo de la FIBA para 2027. Iba a realizarlo junto a Uruguay –como en el fútbol– pero desistió. También se quedará sin el básquetbol.

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