Hacer una obra de teatro sobre internet o redes sociales en 2018 puede ser aburrido. Como el sol, como el pasto, como el aire que respiramos, ya son parte de lo natural y no parece necesario andar hurgando en ellas como universo temático. Pero el dramaturgo Santiago Nader, de 21 años y una incipiente trayectoria –algunas obras, varias selecciones, publicaciones y becas–, lo pone claro: “Nací y ya existían cinco versiones de Windows. Internet llegó a casa cuando yo tenía siete años. Por eso creo que lo que escribo no tiene tanto la misión de señalarla como un fenómeno sino que más bien la de hacer un intento por disecar un monstruo que para mí siempre existió y que se coló en las prácticas, los modos de observar y de vincularse entre personas”.

Garnett Kelly y el torso ganador, su última obra y a la vez su ópera prima en términos de piezas más largas –ya había presentado versiones de escenas cortas en festivales–, es el intento por agarrar, si pudiera, el magma de las redes sociales, las emociones reales detrás de los universos virtuales. Para ello, este joven autor que vive en Buenos Aires hace un puñado de años, luego de llegar de Tucumán para estudiar Ciencias Sociales becado por la Universidad Di Tella y de abandonarla para volcarse a la escritura artística, tomó una experiencia personal como esperar por horas a un chico que no conocía más que por una app y que le canceló tras anunciarle reiteradas veces que iría a su casa, y descentró la escena para contar algo que es más que una anécdota propia.

Hace poco más de un año, en una producción del NO dijiste que no podías hablar de “generación” en términos de dramaturgia, ¿seguís pensando lo mismo?

--Cuando dije que no podía hablar de “generación” nada más quise abrir un paraguas que indicara que no me da el cuero ni el ego para ponerme a representar a un montón de gente. Después de esta obra, se me ocurre que sí: muchísimas de las personas que ya la vieron nos compartieron con mucha claridad que, desde una arista u otra, encuentran por lo menos una mínima identificación con algo de lo que ocurre. Y eso a mí ya me parece un montón.

En la obra no aparecen Facebook ni Tinder ni Twitter ni Instagram. Cada aplicación está rebautizada e incluso hay algunas que seguro combinan aspectos de varias. La aplicación de los torsos ganadores, la de las fotos perfectas, el catálogo de chicos y la de los comentarios negativos, entre otras. Lo que sí aparece, lo que emerge en carne viva, es lo que el protagonista experimenta en solo una noche de búsqueda desoladora: necesita con desesperación la compañía física de un hombre, la presencia real, el contacto. Y no se le ocurre mejor idea que buscarlo en las redes sociales. Hay gifs, emoticones, un lenguaje que mezcla lo viejo, lo nuevo y lo que vendrá. Garnett... no se guarda nada. La actuación de Federico Lehmann le hace honor al texto de Nader, publicado por EdicionesDrama: se pone en el cuerpo de toda la ansiedad, vehiculiza la paranoia hacia los espectadores, logra solidificar las palabras y hace cuerpo la tríada de redes sociales, amor y soledad.

“Tenía que llevar cinco páginas para trabajar con Alejandro Tantanian en un seminario de dramaturgia, Panorama Sur. No tenía nada y me acordé de lo triste que me había ido a dormir el fin de semana anterior, esperando en mi casa a un chico que no conocía en persona. Fueron cinco horas en las que entré en una paranoia ridícula con mi teléfono, revisando aplicaciones, hablando con él, con mis amigos, con otros chicos, entrando a todas las redes, stalkeando a todo el mundo, en un estado de alerta innecesario, donde elaboré un montón de pensamientos y sentimientos negativos con todo lo que veía: ansiedad, angustia, envidia y prejuicios. Emociones que objetivamente no tenían nada que ver con lo que estaba pasando en la escena real de mi casa: el sol, mi cama, mi sillón”, dice Nader y traza un fresco de época sin siquiera notarlo.

También significó el primer desafío de convocatoria para el autor por fuera de festivales o acciones conjuntas. “En tiempos de crisis, resulta difícil producir y compartir eso que hacés. La gente no tiene plata y el teatro no es una prioridad para nadie más que para su propia comunidad, y eso genera mucha endogamia”, explica. Y deja, a futuro, una tarea distinta a la de la creación: “Estaría bueno sentarse a pensar grupalmente en una red de contención, una serie de procesos que nos permitan acercar nuestras creaciones a nuestros públicos objetivos, sobre todo cuando no tenés una carrera consolidada y tus relaciones públicas se agotan rápido. Si no, es como organizar doce fiestas de cumpleaños en las que tenés que estar contando, controlando y asegurándote de cuánta gente viene, nada más para no tener que pagar por hacerla”.

* La última función de Garnett Kelly y el torso ganador será este domingo a las 20.30 en Casa Babá, Cnel. Susini 2280.