El día llegó: hoy Donald Trump asumirá como el 45° Presidente de los Estados Unidos, dejando atrás una de las campañas electorales más particulares de la historia y una elección en la que, a pesar de haber recibido casi tres millones de votos menos que su rival, obtuvo en el Colegio Electoral una diferencia abultada que le da legitimidad para llevar adelante, desde esta tarde, su agenda, que promete romper en varios aspectos con la de su predecesor, Barack Obama, y con políticas de Estado que tienen décadas de continuidad. El acto de inaguración estará signado por protestas y ausencias: hay figuras relevantes de ambos partidos anunciaron el faltazo y numerosos artistas declinaron de participar en los recitales que, por tradición, forman parte de los actos de comienzo de cada nueva presidencia; mientras que las autoridades de Washington DC emitieron permisos para más de veinte organizaciones que realizarán sus actividades durante todo el fin de semana. La más importante, la Marcha de Mujeres, convocará, mañana, a cientas de miles, en lo que será, con seguridad, la manifestación contra un mandatario recién electo más grande en la historia de ese país.

Las actividades comenzarán a primera hora de la mañana en el Capitolio: desde las seis de la mañana las puertas estarán abiertas para invitados ansiosos y madrugadores. El grueso de la gente se acercará a partir de las nueve y media, horario previsto para el comienzo de los números musicales. Dos horas más tarde, a partir de las once y media, siempre hora del Este de los Estados Unidos (dos menos que en la Argentina), arrancará la ceremonia oficial. Primero, el nuevo vicepresidente, Mike Pence, prestará su juramento. Luego hará lo propio Trump, que recibirá su investidura de manos del titular de la Corte Suprema, Clarence Thomas. Además de la llamada “biblia de Lincoln”, sobre la que tradicionalmente juran los presidentes, el flamante mandatario usará otra, que le regaló su madre cuando tenía cinco años. Al mediodía, ya será Presidente en funciones, y su primer acción como tal será el discurso inaugural. Según informaron medios locales, no está previsto que dure más de veinte minutos.

Al discurso le sigue el almuerzo oficial, siempre en el Capitolio, junto a un Comité de senadores y representantes, jueces de la Corte Suprema, mandatarios extranjeros e invitados especiales. El menú de tres pasos incluye langosta con camarones y salsa de azafrán, lomo premium y postre de chocolate, todo regado con vinos californianos. Para los curiosos, el Senado, encargado de organizar el ágape, subió a Internet las recetas de todos los platos, que pueden consultarse en la página oficial. Tras la sobremesa, a partir de las tres de la tarde, será el desfile inaugural, que une el parlamento con la Casa Blanca, siguiendo el traslado histórico por las avenidas Constitution y Pennsylvania. Más de ocho mil personas participarán del evento, incluyendo bandas escolares y universitarias, tropas a caballo, veteranos de guerra, miembros de la Reserva Federal y de todas las ramas de las Fuerzas Armadas.

Finalmente, a partir de las siete de la tarde tendrán lugar una serie de “bailes” en distintos edificios históricos del centro de Washington DC, donde los invitados celebrarán la asunción del nuevo presidente. Es tradición que el mandatario electo participe, danzando una pieza, en varios de ellos: Bill Clinton ostenta el record de haber bailado en 14 celebraciones diferentes el día del comienzo de su segundo mandato. Decidido a dar un mensaje de mayor cercanía al “hombre común”, el equipo de Trump anunció que él solamente pasará por tres de las fiestas: dos que se celebran en el Centro de Convenciones, uno de los puntos históricos de la recorrida, y el tercero en el National Building Museum, todo a pocos metros de la Casa Blanca, donde, una vez cumplidas sus obligaciones protocolares, el magnate pasará, junto a su familia, su primera noche en el ala este.

Se espera que un poco menos de un millón de personas asistan a la ceremonia, el desfile y las celebraciones, la mitad que los que participaron de la inauguración de Obama en 2009. Un cuarto de ellos son invitados especiales, con acceso a las inmediaciones del Capitolio. El resto se ubicará en el National Mall, el larguísimo parque que une ese edificio con el monumento a George Washington, y donde entran casi un millón de personas. Respecto a los invitados VIP, estarán presentes los ex mandatarios George W. Bush, Bill Clinton (junto a Hillary Clinton) y Jimmy Carter. George H. W. Bush no asistirá, por problemas de salud. Obama sí lo hará, en su última actividad oficial antes de tomarse unas largas vacaciones en California. Más ruido harán las ausencias: más de 50 diputados, en su mayoría demócratas, y el gobernado de Rhode Island, anunciaron que no asistirán, en un hecho inédito en la historia de los Estados Unidos.

Habrá también faltazos, no menos polémicos, en los números musicales: varios artistas declinaron de participar en la celebración por voluntad propia y otros lo hicieron luego de haber recibido repudios por su decisión de actuar para Trump. También hubo artistas que denunciaron haber sufrido presiones para participar. Entre los que se bajaron están Elton John y los Beach Boys, además de una banda de covers de Bruce Springsteen que decidió no participar a último momento luego de ser blanco de una campaña de repudio. Sí participará la clásica compañía de baile Radio City Rockettes, aunque sin algunas de sus estrellas, que decidieron no formar parte. El Coro del Tabernáculo Mormón, que participó en todas las inauguraciones desde la década del 80, volverá a ser de la partida, aunque en diciembre uno de sus miembros renunció por oponerse a esta participación.

Las protestas contra Trump marcarán el clima del día y del resto del fin de semana. Según las autoridades, se emitieron permisos para más de veinte actividades distintas, que van desde 50 personas hasta cientos de miles. La más masiva será la Marcha de Mujeres que tendrá lugar mañana. Se espera que casi un cuarto de millón de asistentes viajen desde todo el país para participar de la manifestación contra un presidente recién electo más numerosa de la historia; hasta ahora el record lo tiene una marcha contra la Guerra de Vietnam el día de la asunción de Richard Nixon, en 1973, a la que acudieron unas 30 mil personas. La convocatoria feminista busca, según sus organizadoras, “dar un mensaje fuerte a la nueva administración en su primer día, y a todo el mundo, de que los derechos de las mujeres son derechos humanos”, y tendrá, además del acto central en Washington, réplicas en otras ciudades de Estados Unidos y de otros países.