La tecnología y la crisis están cambiando la manera de viajar. Más allá de la pelea legal por su habilitación para operar en el país, las aplicaciones vienen funcionando con aceptación dispar según distintas variables como la edad (lo usan los más jóvenes), el nivel socioeconómico (los viajes por aplicaciones son más baratos) y el género. “Las aplicaciones están emergiendo. Son un facilitador para ciertas cuestiones. Pero hay una fantasía tecnológica de que la aplicación lo resuelve todo y no es tan así. Es una forma regulada de cómo usar la ciudad y no es lo mismo que el conocimiento que tenemos de la ciudad”, opina Dhan Zunino Singh, sociólogo experto en el tema. Aquí, cómo conviven las viejas y nuevas formas de moverse.

El Gobierno de la ciudad lanzó hace unas semanas BA Taxi. “Con BA Taxi podés solicitar viajes teniendo acceso en tiempo real a la información sobre el vehículo y su conductor, garantizando mayor seguridad y calidad del servicio. Además, permite georreferenciar los viajes, pagar con tarjeta de crédito, débito y efectivo, y calificar la experiencia del usuario”, dice la web oficial, siguiendo el paso a las aplicaciones que ya están instaladas en el país.

Lo que la diferencia de otras es que permite seleccionar el género de quien conduce el taxi, como una medida para contrarrestar los temores de mujeres que históricamente han vivido situaciones de acosos en los viajes y también para promover el trabajo de las mujeres.

Valeria Herrera, de la Comisión Femenina de la Asociación Taxistas de Capital (ATC),cuenta que “no es lo mismo manejar para una mujer años atrás que ahora. Recuerdo que para trabajar las compañeras nos camuflábamos hasta en la vestimenta ya que el manejo y el oficio siempre estuvo relacionado con el género masculino. Hasta el día de hoy te dicen ‘buen día capo’”, al subir, cuenta entre risas. Dice además que “hoy en algunos casos somos mejor aceptadas para el público que habitualmente toma este transporte”. Herrera explica que hay unas mil mujeres manejando taxis en la ciudad “y cada día más compañeras en este oficio ya que la situación económica de nuestro país golpea más a la mujer. Es una opción para aquellas que después de los 40 quedan desempleadas porque el mercado laboral es cruel con la edad”. Ser mujer en un oficio tradicionalmente masculino, no es fácil: “La calle es brava ya que todavía hay naturalidad de las acciones violentas por varones y no existe una mirada crítica a ese poder masculino”.

Jóvenes y apps

Gastón Rodríguez tiene 16 años y vive en Caballito. Durante el día camina y habitualmente usa subte y cuando sale a la noche elige Uber. ¿Por qué Uber y no otra aplicación o taxi? “Por la propaganda y el precio”, dice. Como aplicación también usa Maps. Para él el medio de transporte más seguro es el subte. ¿En qué sentido?, preguntó esta cronista y él dio una definición particular de seguridad: “es como un lugar seguro. Tiene mapas, WiFi, energía para cargar el celular, kiosco”. Ante la pregunta de si tuvo alguna mala experiencia con alguno, contestó: “No, solo cobran mal en el taxi”, que él, como ya se dijo, no toma. Abril Bugliolo de 24 años y viviendo en Palermo, dice que habitualmente viaja en subte o tren según a donde vaya. Entre las aplicaciones usa Uber y Cabify; las prefiere a un taxi porque “son más seguras y permiten pagar con tarjetas”. Nuevamente la seguridad asociada a tener más información: “porque ves los datos del conductor y podés compartir el recorrido que hace el auto con quien quieras”. “Las uso de noche o si no tengo efectivo para pagar”, cuenta. Sus pocas malas experiencias, comenta, fueron en taxis que “manejaban a lo loco y con mucho olor (si eso cuenta)”.

El precio de viajar

La economía es un factor determinante para elegir las aplicaciones, dice Dhan Zunino Singh, sociólogo y doctor en Historia. “Las aplicaciones en sí mismas no son nada, el tema es económico”. En general son más baratas que un taxi. Gabriela Potman, de 48 años dice que para ella el taxi es prohibitivo: “Vivo en Devoto, las distancias son más largas y es mucho dinero. De hacerlo, lo hago por Easy porque es muy eficiente su servicio, por lo general las empresas de radiotaxi convencionales no tienen móviles en mi zona y terminan cancelando el viaje”, cuenta. 

Con el objetivo de lograr ahorro y efectividad en los viajes, hace un par de meses surgió la app Mangotea, que compara los precios entre los principales medios de transporte de la ciudad para un trayecto definido (incluye Uber/Cabify/taxi/auto/transporte público). Cuidar la plata incluso lleva a modificar las formas de viajar (ver aparte).

Aún así, quienes tienen auto lo siguen usando aunque la nafta aumente. “No veo a gente bajando del auto para tomar un transporte público porque aumentó la nafta. Quizás sí empezás a no salir tanto, a no usarlo a la noche... No salimos de la cultura del automóvil. La gente está acostumbrada a pagar esos costos: las cocheras, las congestiones... hay personas que prefieren estar dos horas en un congestionamiento pero usar el auto. El confort de andar en un automóvil, el aislarse”, apunta Zunino Singh, que es investigador Conicet en la Universidad Nacional de Quilmes.

Nuevas y viejas formas de moverse

María Idorraga, de 65, toma colectivo o radio taxi, nunca una app: “conozco tres amigas con malas experiencias con aplicaciones”, cuenta. Es que la edad es determinante también. Las aplicaciones aunque en general son sencillas necesitan de cierta destreza y manejo de información digital y no siempre funcionan como deberían (por caso, esta cronista no pudo usar Mangotea aún por un error de sistema). “La edad juega mucho. Aquellos que lo tienen internalizado lo usan para todo, para viajar, pedir comida, todo. Y otros no necesariamente. Persisten las viejas formas y las nuevas formas de moverse. Preguntar a donde ir es una práctica que lleva más de 100 años y convive con formas nuevas que tienen información interesante pero parcial, súper mejorable”, analiza Zunino Singh. Por otro lado, la sutileza y las decisiones que puede tomar un humano al volante, todavía son irremplazables: “para algunas personas caminar por una avenida iluminada es más seguro que caminar en una calle oscura. Y esto no aparece en las aplicaciones”, dice el experto. Justamente es uno de los datos que arrojó una encuesta de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad del mes de agosto: el 18 por ciento de las mujeres nunca se siente segura en el espacio público y entre los lugares más inseguros señalados están las calles internas poco transitadas. “Algo que cruza varias generaciones: la solución es privada, la crisis de un sector como el público me lo resuelvo individualmente. Resolvés así tu problema de movilidad cotidiana. Ahí se retroalimenta la crisis. Son problemas muy estructurales de las grandes urbes”, reflexiona Zunino Singh.