Las petroleras evalúan aplicar otro aumento en el precio de los combustibles. Según fuentes de la industria, para alcanzar la paridad de importación el ajuste debería ser de 5 por ciento en naftas y 9 por ciento en gasoil. La intención de las empresas es repartir esos porcentajes en incrementos antes de fin de año, pero no quieren avanzar hasta que el gobierno defina si autoriza un nuevo aumento en los biocombustibles, pues en ese caso el ajuste sería mayor. La cautela también responde a la fuerte caída que registró en septiembre la venta de combustibles. Según cifras de la secretaría de Energía, la demanda de gasoil se contrajo un 10 por ciento interanual y la de nafta un 7,8 por ciento, aunque en el segmento de nafta premium el desplome fue de 27,6 por ciento debido a la crisis económica y la fuerte suba de los combustibles.

La estatal YPF aumentó sus precios hasta un 66 por ciento en lo que va del año y lo mismo hicieron sus principales competidores, como Shell y Axion (PAE). El ajuste siguió al aumento del dólar y del barril de crudo, pero se quedó por detrás. En el actual contexto de desregulación de precios que impulsó el gobierno, se supone que debería costar lo mismo importar petróleo que comprarlo en el mercado local independientemente de los costos, pero eso todavía no ocurrió. 

Luego de la disparada del dólar el gobierno presionó a las petroleras para que no trasladaran al surtidor todo el impacto del dólar. Primero las "invitó" a firmar acuerdos de precios y luego amenazó con difundir "precios de referencia". Igual las petroleras terminaron ajustando sus pizarras pero lo hicieron en un porcentaje menor a la surgía de la combinación entre el barril de crudo y el dólar. Por eso ahora que el dólar comenzó a bajar la nafta no solo no bajó sino que se evalúa aplicar un nuevo ajuste. 

Las petroleras integradas verticalmente como YPF y PAE tienen espalda para esperar antes de aplicar un nuevo aumento, pero las firmas que solo refinan combustible como Shell o Trafigura suelen presionar con más urgencia para alcanzar la paridad de importación porque su margen se redujo por el efecto pinzas que implicó una suba del crudo que estuvo por encima de la suba de los combustibles. Igual no pueden aumentar y despegarse de la competencia porque perderían mercado de manera acelerada. A YPF eso tampoco le convendría porque ya controla el 57 por ciento del mercado de las naftas y el 62 por ciento de gasoil y no quiere seguir concentrando mercado.  Además, si bien en los últimos meses estuvo abasteciendo con normalidad a sus casi 200 estaciones propias y a las 1300 estaciones abanderadas que llevan su marca, su situación comenzaría a complicarse si la demanda crece por encima de lo habitual. Esa situación se observa, por ejemplo en el mercado del gasoil. Shell ha venido retaceando sus ventas y eso repercutió en una mayor presión para la petrolera de bandera. En septiembre YPF incrementó sus ventas de gasoil premium un 6 por ciento, mientras que Shell las retrajo 20,6 por ciento y Axion un 10,6 por ciento. 

La situación se complica aún más por el incesante aumento que vienen registrando los biocombustibles. En la industria del biodiésel hasta diciembre las grandes empresas integradas recibían 12.897 pesos por tonelada. Las firmas grandes no integradas tenían un precio fijado de 14.189 pesos, mientras que a las pymes les correspondía cobrar 15.353 pesos. En marzo, la Secretaría de Recursos Hidrocarburíferos actualizó los valores para el primer trimestre y unificó los precios fijando un valor para todas las empresas de 15.447 pesos en enero, de 16.524 pesos en febrero y de 17.362 pesos en marzo. Luego siguió subiendo todos los meses hasta llegar ahora a 27.529 pesos la tonelada y ahora podría volver a aumentar. En el caso del bioetanol la situación es similar.