La Fundación El Libro es conocida por organizar la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, aunque no es todo lo que hace. También organiza las Jornadas Profesionales, ámbito de negocios, capacitación y vínculos de la industria, de importante gravitación internacional y, sobre todo, regional. 

Por eso nos importa la situación y el futuro del libro argentino. Ya que no es lo mismo una industria fuerte que débil; si le va bien... si le va mal.

Y le va mal, cosa sabida, que venimos alertando hace tiempo. 

En estos días se han hecho públicos varios números que expresan esta alarmante situación; son variados y afectan a todas las industrias y comercios del libro, que constituyen, además, fuente de trabajo. 

Pero voy a detenerme en dos aspectos: la situación de las pequeñas y medianas editoriales, y de las librerías independientes.

La Argentina, que fue líder en el mundo de español, perdió ese liderazgo hace tiempo a manos de España y de México, y hoy comparte un tercer lugar con Colombia. Sin embargo, hay un capital que conserva y nos distingue: la diversidad y capacidad editorial innovadora, que es posible gracias a las pymes, invalorable semillero. Cuidarlas es cuidar algo muy importante que tenemos para nosotros y para ofrecer al mundo. No deben cerrar ni dejar de producir.

La Argentina también tiene otro capital de oro: sus mil doscientas librerías, setenta por ciento de las cuales son independientes. Resultan, como se les dice, el principal canal comercial, a la vez que cultural. Vistas así, hay que entender que constituyen un patrimonio para la cultura, y como tal resultan tan importantes como el Museo Nacional de Bellas Artes. Entonces, cada librería que cierra es como si un cuadro de Antonio Berni se destruyera.

Nada más que estos dos capitales o patrimonios en peligro –la diversidad editorial y la red de librerías– son suficientes para decir que la situación del libro debe preocupar a todos los argentinos, incluso a los que no tienen relación cotidiana con él.

No quiero terminar sin decir que en el coro responsable de alerta de estos días aparece muy menguada una voz: la de los propios escritores. Introduzco estas pocas líneas para decirlo como colega, como modesto autor de libros para niños. Somos un colectivo siempre dispuesto a las causas nobles: el Nunca Más, el Ni Una Menos, la ley de aborto o la preocupación por el resultado electoral en Brasil. ¿Y si hablamos de nuestra industria? Por qué no.

* Director Institucional y Cultural de la Fundación El Libro.