El viernes Netflix dispuso la última temporada de House of Cards. Tras la eyección de Kevin Spacey por las numerosas acusaciones de abuso sexual, la serie resolvió eliminar a su personaje a la vieja usanza. En uno de los primeros teasers se reveló que Frank Underwood había muerto. “Te diré algo, Francis. Cuando me entierren a mí, no lo harán en el patio de mi casa. Y cuando vengan a ofrecerme sus respetos, tendrán que hacer cola”, le lanzó Claire Underwood (Robin Wright) a la tumba de su marido. El gran giro narrativo de este arco es que la viuda tomará el control del Salón Oval y de los destinos de su país. Obviamente será una gobernabilidad en jaque. Las dos principales incorporaciones al reparto van en ese sentido. Greg Kinnear y Diane Lane, que interpretan a los hermanos Annette y Bill Shepherd, dos empresarios con poderosos hilos en la Casa Blanca y antagonistas de la presidenta.

La actriz, por otra parte,  dirigió el primer episodio de esta última tanda. “Eso fue un placer. Hizo los días más largos, pero qué mejor forma de despedirme que dirigiendo en la última temporada. Un regalo”, destacó Wright. Serán, entonces, los ocho episodios finales de la producción que durante un buen tiempo fue el caballito de batalla de la plataforma de streaming. Ya casi se ha olvidado pero hacia 2013, el thriller político creado por Beau Willimon cambió la forma de consumir series y la primera ficción web en codearse y competir palmo a palmo en los premios con las de la tevé tradicional.