Ser joven y tener alguna discapacidad cuadruplica las probabilidades de ser víctima de abusos, disminuye las posibilidades de terminar la educación primaria y aumenta la chance de que se le niegue el acceso a la educación. Además, las y los niños con discapacidad se encuentran entre los grupos más marginados y excluidos. Teniendo en cuenta que en el mundo hay entre 180 y 200 millones de personas con discapacidad de entre 10 y 24 años, el panorama es sombrío. Estos son algunos de los datos de un estudio global, coordinado por el Fondo de Naciones Unidas para la Población (Unfpa) “Jóvenes con discapacidad: Estudio global sobre cómo poner fin a la violencia de género y lograr la salud y derechos sexuales y reproductivos”.

Luis Mora, director de Género, Derechos Humanos y Cultura del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) dijo en la presentación del informe que se trata de “un llamado a entender que la manera en que tratemos a las personas con discapacidad en nuestras familias, comunidades y países representa el más alto estándar de humanidad y desarrollo sostenible”. “El movimiento de la discapacidad nos viene a interpelar para construir una nueva agenda de derechos humanos”, resaltó el funcionario de la ONU.

Los datos relevantes del informe son:

  • Las y los jóvenes con discapacidad menores de 18 años tienen casi cuatro veces más probabilidades que sus pares sin discapacidad de ser víctimas de abusos, y son los jóvenes con discapacidad intelectual, especialmente las niñas, quienes corren el mayor riesgo.
  • Las niñas y mujeres jóvenes con discapacidad tienen más probabilidades de sufrir violencia que cualquiera de sus pares hombres con discapacidad o que las niñas y mujeres jóvenes sin discapacidad. Uno de los pocos estudios sobre la temática muestra que un 62 por ciento de las mujeres con discapacidad menores de 50 años habían experimentado violencia desde la edad de 15 años, y que las mujeres con discapacidad habían sufrido violencia sexual tres veces más que aquellas sin discapacidad.
  • A las mujeres jóvenes y las niñas con discapacidad, casi sin excepción, se les niega el derecho a tomar decisiones por sí mismas sobre su salud reproductiva y sexual, incrementando así el riesgo de violencia sexual, embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual. 
  • Las y los jóvenes con discapacidad tienen menos probabilidades de terminar la educación primaria y es más probable que se les niegue el acceso a la educación, dando lugar a un mayor riesgo de exclusión social y pobreza cuando llegan a la edad adulta. Las mujeres con discapacidad tienen una tasa de empleo del 19,6 por ciento, en comparación con el 52,8 por ciento de los hombres con discapacidad y el 29,9 por ciento de las mujeres sin discapacidad.
  • Las y los niños con discapacidad se encuentran entre los grupos de niños más marginados y excluidos. Según un informe realizado en Canadá, el 53 por ciento de los niños con discapacidad informó no tener ningún amigo cercano o tener solo un amigo cercano.

En diálogo con PáginaI12, Mora aseguró que “se estima que más de mil millones de mujeres, hombres y niños están viviendo en todo el mundo con alguna forma de discapacidad, lo que representa aproximadamente un 15 por ciento de la población mundial. Se estima que aproximadamente 180 a 200 millones de personas con discapacidad a nivel global son de edades comprendidas entre los 10 y 24 años”. Además, dijo que el proceso de envejecimiento de la población mundial es un factor que implica que “el número de personas con discapacidad es muy probable que aumente en los próximos años dado que el aumento de la esperanza de vida trae aparejado un incremento de las discapacidades de diverso tipo”.

–Es muy alto el número de personas con discapacidad en el mundo ¿por qué todavía no está en la agenda de prioridades políticas? –preguntó PáginaI12

–La discapacidad sigue siendo vista como una ‘anormalidad’, cuando en realidad debería ser vista como parte de la diversidad de la experiencia humana. Existen personas que nacen con una discapacidad pero todos los seres humanos estamos expuestos a la posibilidad de una discapacidad transitoria o definitiva a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, estas percepciones y las barreras físicas, sociales y legales siguen limitando el acceso de las personas con discapacidad a la educación, la asistencia en salud, incluyendo la salud sexual reproductiva (SSR), el empleo, las actividades de ocio y la vida familiar a nivel mundial.

–¿Qué falta para que los y las jóvenes con discapacidad estén realmente incluidos?

–Hay tres recomendaciones clave. Asegurar la inclusión y participación de los y las jóvenes con discapacidad es fundamental. Los jóvenes con discapacidad y sus organizaciones representativas deberían participar plenamente en el diseño e implementación de los programas que afectan a sus vidas, desde el desarrollo de una legislación nacional al control y la evaluación de los programas y servicios que requieren y necesitan, como cualquier otro joven. También garantizar la igualdad legal y sustantiva para que puedan ejercer plenamente sus derechos humanos. Los estados no solo deberían eliminar leyes y regulaciones discriminatorias sino también garantizar la igualdad a nivel legal, además de prestar atención a los distintos requisitos de los jóvenes con discapacidad incluidos en leyes, políticas y programas. Además, se deberían realizar todos los esfuerzos necesarios para garantizar que los estigmas y la discriminación contra los y las jóvenes con discapacidad sean tratados mediante la concienciación, formación y otras iniciativas que incluyan a todos los actores de la sociedad.