El pronóstico lo había adelantado casi toda la semana. Pero eso pareció no importarle mucho a la dirigencia de la Conmebol y a la de los clubes finalistas de la Copa Libertadores. Se esperó hasta último momento para anunciar la suspensión, cuando faltaban menos de dos horas para el inicio del partido de ida por la final de la Copa Libertadores. La sentencia la bajó el presidente de Boca, como entre dientes; luego lo confirmó oficialmente la propia Conmebol, que fijó la postergación para hoy a las 16. Unas horas más tarde, se informó que la decisión final se iba a tomar hoy a las 11, luego de una reunión entre los presidentes de ambos clubes y los dirigentes de la Conmebol. Y cerca de las 18, finalmente se supo que ese cónclave no iba a realizarse, porque la Conmebol iba a decidir por cuenta propia si ratificaba o rectificaba la fecha y la hora del encuentro. Fue más o menos así. Todo muy desprolijo, a los ponchazos, como suele ocurrir desde hace un buen tiempo tanto en la AFA como en el órgano rector del fútbol sudamericano.

Estuvo bien la suspensión. De eso no hay dudas. Ayer no se podía jugar en La Bombonera, porque ésta no resistió los 95 milímetros de lluvia que cayeron sobre la Ciudad de Buenos Aires y anegaron no solo el campo de juego sino también los alrededores del estadio. Los intentos por no suspender el inicio de la Superfinal fueron muchos, tantos como las presiones para que el partido se jugara. Finalmente, primó la razón. Los jugadores de Boca ya estaban arriba del micro que los iba a trasladar a La Bombonera cuando se enteraron de la suspensión; los de River, no habían llegado a salir del Monumental y ni siquiera pudieron disfrutar del banderazo que más de cinco mil hinchas, bajo la intensa lluvia, habían preparado sobre el Puente Labruna para despedirlos antes del inicio del viaje rumbo a La Boca.

"El partido se suspendió", avisó Angelici pasadas las 15.15 y sus palabras terminaron con un sin fin de especulaciones con las que el periodismo fue llenando horas y horas de la previa al Superclásico. Enseguida se pronunció la voz del estadio y los hinchas xeneizes que ya ocupaban sus lugares en La Bombonera, que había abierto sus puertas cerca de las 13.20, respondieron con una silbatina y, ya empapados, entonaron sus clásicos cantitos contra River. 

Lo cierto es que River quería jugar el partido tanto como quería hacerlo Boca. Se supo por la tarde que varios de los rodillos con los que los cancheros xeneizes intentaron secar en vano el campo de juego de La Bombonera se los habían facilitado sus pares de Núñez. No hubo caso, la razón fue que durante la mañana porteña llovieron la misma cantidad de milímetros que la sumatoria de los últimos meses.

Así lo pudieron constatar en el lugar, pasadas las 15, el árbitro chileno Roberto Tobar y sus asistentes, jueces del VAR incluidos. Todos los hombres de negro recorrieron el campo de juego y certificaron la imposibilidad de jugar. Tobar soltó para un pique la pelota que había llevado consigo durante el recorrido, y esta se clavó sobre césped. Un asistente la pateó luego, y la pelota recorrió unos pocos metros antes de frenarse frente a un charco. Las imágenes eran elocuentes. Solo faltaba una voz oficial. 

"Mañana (por hoy), a los 11, vamos a tener una reunión los cuatro presidentes. Primero tenemos que pensar en la gente, en cómo llega al  estadio, en el espectáculo y en los jugadores, que hay que cuidar su integridad. Asistiré a la reunión y ahí vamos a ver", explicó Angelici, en declaraciones a Fox Sports. 

Unos minutos más tarde, las palabras de Angelici se hicieron agua. Porque desde la Conmebol corrió el rumor de que esa cumbre anunciada, de la que supuestamente debían participar Angelici, D'Onofrio, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, y el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, no iba a realizarse. El órgano rector del fútbol sudamericano que, siguiendo el reglamento, postergó oficialmente el partido para hoy a las 16, tomará la decisión de ratificar o rectificar si se juega esta tarde y luego se lo comunicará a los clubes, que hasta anoche no coincidían en sus posiciones. Los xeneizes querían jugar hoy, en River apuestan a que el partido se juegue el próximo sábado y así ganar unos días para intentar recuperar a sus futbolistas lesionados, Leonardo Ponzio e Ignacio Scocco.

Tal vez si el grupo de veedores de la Conmebol que pasadas las 10 de la mañana recorrieron el campo de juego junto al intendente de La Bombonera, Fernando Jáuregui, no hubieran confiado que la final iba a poder disputarse sin problemas, varios hinchas xeneizes hubieran podido evitar las peripecias que realizaron para acceder hasta el estadio entre calles inundadas hasta los tobillos. O acaso se hubiera podido jugar de no ser por el diluvio que sobre la hora de apertura del estadio se desató sobre la zona sur de la ciudad y volvió a anegar el campo de juego. Quizás por la conjunción de todo esto fue que los hinchas que bajo la intensa lluvia esperaban que el partido se jugara, se despacharon con críticas e insultos hacia la dirigencia del club. 

Si se confirma la fecha para la jornada de hoy, los hinchas deberán utilizar las mismas entradas magnéticas que presentaron ayer, según informó el club xeneize. No quedará otra que esperar nuevamente la confirmación o no de la Conmebol. La Superfinal de la Copa Libertadores ya es, sin dudas, la más larga y, hay que asumirlo, más desprolija del mundo.