Las primeras 24 horas de la presidencia de Donald Trump no depararon grandes sorpresas: a pesar de las reiteradas promesas de campaña respecto de acciones que tomaría en el primer día de su gobierno, el flamante mandatario apenas tuvo un par de acciones políticamente significativas y se espera que desde mañana, con el comienzo de la semana hábil, se conozcan las primeras decisiones fuertes de su administración. En dos jornadas que estuvieron signadas por las protestas en Washington, DC, y varias decenas de ciudades en todo el país, Trump dio el primer paso para desmantelar o hacer reformas de fondo al plan de salud que había implementado durante su mandato Barack Obama y visitó las instalaciones de la CIA para comenzar un acercamiento luego de los cruces que tuvieron POTUS (“Presidente de los Estados Unidos”, siglas en inglés) y la más notoria agencia de inteligencia del país durante la campaña y la transición.

La noche del viernes concluyó para el nuevo Presidente en el tercero de los tres bailes tradicionales de los que participó, bailando “My Way”, de Frank Sinatra y prometiendo, para algarabía del público, que durante su mandato no abandonará la cuenta de Twitter de la que usa y abusa. “Es una forma de traspasar la barrera de los medios deshonestos”, aseguró, para beneplácito de la selecta platea.  Pero antes había tomado la primera decisión política de su gobierno: una acción ejecutiva (lo que aquí llamaríamos decreto) ordenando a todas las agencias y organismos gubernamentales que “ejerzan su máxima autoridad” para evitar cualquier acción prevista por el llamado Obamacare que “imponga una carga fiscal”. Su movida inicial respondió así a una de las principales promesas de la campaña y también a punto de concordia con todo el establishment del Partido Republicano, que siempre se opuso a ese sistema de salud.

El decreto ordena a “denunciar, aplazar, conceder exenciones o retrasar la implementación de cualquier disposición o requisito” del Acta de Cuidado Sustentable que signifique un costo tributario en estados, individuos o proveedores de servicios médicos. El encargado de ejecutar esta orden designado secretario de Salud y Servicios Humanos, Tom Price, aún no recibió confirmación del Congreso y recién en los primeros días de la semana que viene asumiría el cargo. De todas formas hay muchas dudas sobre el alcance real de esta decisión tomada por el ejecutivo, ya que la mayoría de las condiciones del plan de salud fueron establecidas por ley y no pueden ser revisadas sin pasar nuevamente por el Capitolio. Los especialistas que escribieron al respecto en medios norteamericanos coincidieron en que se trataba más de una demostración de intenciones que de una medida concreta con efectos prácticos en el Acta.

El sábado, mientras cientos de miles de personas, en su mayoría mujeres, se concentraba en las calles de todo el país para protestar contra las manifestaciones sexistas del Presidente que se difundieron durante la campaña y para pedir por una agenda de igualdad de derechos, Trump participó de un servicio de oración en la Catedral Nacional de Washington antes de dirigirse a los cuarteles centrales de la CIA, en Langdon, Virginia, a pocos minutos de la capital, para “agradecer a los hombres y mujeres de la comunidad de inteligencia” por su servicio. Sin embargo no es casualidad que haya elegido esta, de las dieciséis agencias que forman parte del sistema de inteligencia de los Estados Unidos, la primera que visite en su mandato: durante y después de la campaña fue la CIA la principal propulsora de las denuncias de intervención de Rusia en el proceso electoral que terminó consagrando a Trump como presidente.

En respuesta, él acusó al ex jefe de la Agencia, John Brennan, de haber filtrado a los medios un dossier no confirmado de inteligencia que indicaba que el presidente ruso, Vladimir Putin, poseía material escandaloso sobre conductas sexuales de Trump que utilizaba para ejercer extorsión contra el mandatario de los Estados Unidos. La relación de la Casa Blanca con los servicios de inteligencia luego de ese primer mal paso será uno de los aspectos centrales en los que estar atentos durante el comienzo de la nueva administración. Si bien es esperable un acercamiento, al menos cosmético, en estos días, la naturaleza ríspida de las relaciones entre el poder político y el poder militar en Washington, que no siempre tienen la misma agenda, sumada a la desconfianza mutua entre este Presidente en particular con los servicios sobre los que intentará mandar a partir de ahora abren una incógnita sobre cómo se desarrollará el vínculo. Las consecuencias de una eventual conflagración subterránea son inestimables.

Este comienzo sin grandes anuncios ni decisiones contrasta con las promesas que hizo Trump durante la campaña, cuando se comprometió a iniciar “en las primeras 24 horas en la Oficina Oval” una serie de políticas que incluían la construcción de un muro en la frontera con México, un cepo a la inmigración de países con historial de terrorismo, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y la renuncia definitiva del Tratado Trans Pacífico de comercio. También había prometido “cancelar todas las decisiones ejecutivas inconstitucionales” que hubiera firmado Obama. Algo de eso se podrá ver a partir de mañana: “Podemos esperar que Trump comience a trabajar inmediatamente en el día uno de su mandato el lunes por la mañana”, dijo ayer el vicepresidente Mike Pence en una entrevista de la CNN. Se espera que haya novedades en materia laboral, tributaria y migratoria. Para más adelante en la semana vendrían más anuncios, incluyendo acciones militares contra ISIS y otros referidos a un plan federal de obra de infraestructura.

Se espera que Trump firme alrededor de 200 documentos mañana, dando el puntapié inicial a su gobierno. Entre ellos, los más destacados son la anulación de la orden ejecutiva número 13568, firmada por Barack Obama, que establece un salario mínimo de 10,10 dólares la hora para todas las empresas que trabajen por contratos con el gobierno federal, otras que establecen un sistema para controlar la informalidad laboral y que garantizan permisos por enfermedad para todos los empleados. También se espera que comience a desmantelar el DACA, la norma que Obama impulsó por decreto y que le confiere a millones de inmigrantes ilegales que ingresaron al país siendo niños un status casi legal. Esta decisión puede abrir las puertas para procesos de deportaciones masivas con consecuencias profundas a nivel económico y demográfico en todo el país.

Más allá de cuándo se dé a conocer cada decisión, la ejecución de los planes en la primera semana de gobierno de Trump estará limitada por la asunción de su gabinete, que aún debe ser confirmado por el Senado, casi en su totalidad. Solamente el secretario de Defensa, el General James “Perro Loco” Mattis, y el de Seguridad Interior, el también General John Kelly, fueron aprobados por la cámara alta el viernes y ya prestaron juramento. Entre los funcionarios que esperan su turno para poder entrar en funciones aparecen figuras clave como el secretario de Estado, Rex Tillerson, ex CEO de ExxonMobile, a cargo de las relaciones internacionales; el secretario de Tesoro, Stephen Mnuchin, hombre con pasado en las finanzas especulativas que estará a cargo de la economía; y el senador ultraconservador Jeff Sessions, que quedará, como fiscal general, a cargo del Departamento de Justicia.