Estados Unidos no tiene una conclusión definitiva sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, aseguró el Departamento de Estado un día después de que se conociera que la CIA considera que el príncipe heredero suadita está detrás del asesinato del periodista. Riad, por su parte, niega la responsabilidad del príncipe y asegura que la muerte de Khashoggi fue producto de una pelea. No obstante, una segunda grabación difundida sobre la muerte del periodista contradice la versión del reino árabe. El diario turco Hürriyet asegura que en la grabación se escucha cómo el comando especial llegado de Arabia Saudita habla de la muerte del periodista antes de que el hombre llegara al edificio. Esta información se hizo pública un día después de celebrado el funeral del periodista (ver foto). 

“Los reportes recientes que indican que el gobierno estadounidense ha llegado a una conclusión definitiva son inexactos”, señaló en un comunicado la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, luego de que el diario The Washington Post publicara la información de la agencia de inteligencia. “Persisten varias preguntas sin responder respecto al asesinato de Khashoggi. El Departamento de Estado seguirá buscando todos los datos relevantes”, añadió Nauert para después especificar que seguirán consultando con el Congreso y otras naciones. 

Filtrando información de la CIA, el matutino desmintió el viernes la versión oficial del gobierno saudí, que niega cualquier vínculo entre el príncipe heredo Mohamed Bin Salman y el asesinato del periodista. Para afirmar la responsabilidad del príncipe, precisa el diario, la CIA examinó varias fuentes de inteligencia, entre ellas un llamado entre el hermano del heredero, que ejerce como embajador saudí en Estados Unidos, y Jamal Khashoggi. Según el Post, el embajador aconsejó al periodista que fuera al consulado saudí en Estambul, asegurándole que no corría peligro alguno. El diario agrega que esa llamada la hizo a pedido de su hermano, pero que no queda claro si el embajador sabía que el periodista del Post sería asesinado. “Es una grave acusación que no debería ser atribuida a fuentes anónimas”, reaccionó el embajador Jalid bin Salmán en Twitter. En la misma línea, Fatimah Baeshen, portavoz de la Embajada de Arabia Saudita en Washington, dijo que el embajador y Khashoggi nunca discutieron nada relacionado con ir a Turquía. Y agregó que las afirmaciones en la supuesta evaluación de la CIA son falsas. “Tenemos y seguimos escuchando diversas teorías sin ver la base principal de estas especulaciones”, aseguró. 

Sin embargo, un funcionario de Estados Unidos asegura en el informe del Post que el príncipe es un buen tecnócrata pero arrogante. “El príncipe no parece entender que hay algunas cosas que no puede hacer”, declaró el funcionario que se mantuvo bajo anonimato. Los analistas del CIA creen que tiene un firme control del poder y no está en peligro de perder su estatus de heredero del trono a pesar del escándalo de Khashoggi. “El acuerdo general es que es probable que sobreviva”, dijo el funcionario, y agregó que el papel de Mohammed como futuro rey saudí se da por sentado.

El periodista asesinado ingresó el dos de octubre al consulado saudí en búsqueda de unos documentos para su futuro casamiento, y, según su esposa y familiares, nunca salió de ahí. Esta versión fue confirmada a casi un mes de su desaparición. Sin embargo, hasta antes de confirmarse, la versión del consulado y el reino árabe afirmaba que el periodista había salido de la oficina diplomática. Cuando el Post divulgó los resultados de la investigación que responsabilizaban a la cúpula árabe, Riad se excusó indicando que Khashoggi habían muerto como resultado de una pelea. Luego de múltiples explicaciones contradictorias, el jueves la Fiscalía General saudita culpó de la operación a una banda de agentes supuestamente deshonestos que fueron enviados a Estambul para devolver a Khashoggi a Arabia Saudita. Según el informe del fical saudí la operación se desvió cuando el periodista fue restringido e inyectado con una gran cantidad de droga que resultó en una sobredosis que lo llevó a su muerte. Sobre un total de 21 sospechosos, el fiscal inculpó a 11 y pidió la pena de muerte para cinco, según anunció su adjunto en una conferencia de prensa. La investigación confirmó que 15 agentes saudíes volaron en aviones privados del Riad hasta Estambul ese dos de octubre. 

Aliado histórico de Riad, Washington tuvo que anunciar sanciones contra 17 sauditas implicados en el asunto, anticipando medidas más severas del Congreso norteamericano contra el reino. Entre los 17 sancionados están Saud al Qahtani y Maher Mutreb, asistentes muy cercanos del poderoso príncipe, y Mohamed Alotaibi, quien era el cónsul general en Estambul cuando Khashoggi fue asesinado. El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, dijo que Qahtani, mano derecha del príncipe Mohamed, fue parte de la planificación y ejecución de la operación para matar a Khashoggi. Pero no apuntó al príncipe heredero. Por su parte, ayer el vicepresidente Mike Pence aseguró que Estados Unidos pedirá rendición de cuentas para los responsables. “Vamos a seguir los hechos”, indicó Pence, quien rechazó comentar informaciones clasificadas, pero que calificó el asesinato del periodista de atrocidad. “Estas personas que atacaron y mataron brutalmente a un periodista que residía y trabajaba en Estados Unidos deben enfrentar consecuencias por sus acciones”, dijo en un comunicado. El vicepresidente afirmó sin embargo que Washington quiere encontrar una forma de mantener una alianza fuerte e histórica con Arabia Saudita, sobre todo de cara a las ambiciones de Irán en Medio Oriente. 

El pasado viernes, luego de conocerse la imputación del fiscal, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su homólogo estadounidense, Donald Trump, acordaron vía telefónica que el asesinato del periodista saudita debe ser totalmente esclarecido, y que no debe permitirse ningún encubrimiento, según informó una fuente de la presidencia turca. El presidente Erdogan afirmó varias veces que la orden de asesinato del periodista venía de los más altos niveles del gobierno saudita, pero sin citar al príncipe.