“Tenemos que luchar por Lucía desde la palabra, desde ese sentido poderoso que le damos como mujeres a nuestros reclamos y a los reclamos por nuestras hijas, amigas, hermanas, para no perder más chicas.” La madre de Lucía Pérez llegó a Buenos Aires esta semana para dar una contraseña precisa frente a esa multitud asamblearia: “No podemos hacer oídos sordos ante lo que nos está pasando”. Justo ella, que desde el 8 de octubre de 2016, cuando su hija falleció a manos de Matías Farías y Juan Pablo Offidani con la complicidad de Alejandro Maciel, no pudo eludir la escucha casi sacrificial de los cuestionamientos patriarcales, machistas, misóginos y despreciativos que recayeron sobre Lucía y hasta sobre la familia que conforma con Guillermo, su marido, y Matías, su hijo. La estigmatización y la persecución, lamentó Marta durante ese deplorable recorrido judicial, siempre recae sobre los humildes y trabajadores. Sabe de lo que está hablando, son “clase laburante”, como prefiere referir cada vez que le preguntan sobre la situación laboral. El lunes narró las muchas muertes que sufrió su hija adolescente. La iniciática del viaje en la combi con Farías y Offidani hasta una casa en el barrio Alfar de Mar del Plata, la del sometimiento posterior en la vivienda, probado por una testigo de la causa tras declarar que “esa chica” que horas después sacaron de ese lugar, estaba “en muy mal estado”. Del cuerpo en una camilla morguera, de la fiscal María Isabel Sánchez y sus dichos sobre un final aberrante, del fallo de los jueces Viñas, Gómez Urso y Carnevale, una nueva condena a muerte que además pretendió convertirse en un documento aleccionador y disciplinante de mujeres y femineidades. Correctivos de un sistema con oscuros retrocesos. Golpes asestados sobre décadas de lucha del movimiento de mujeres por la aplicación de perspectiva de géneros en el sistema judicial argentino. En Mar del Plata la capacitación es nula y faltan fiscalías especializadas, un reclamo que lleva más de quince años. 

“Lucía era una persona con los mismos sueños y las mismas ganas de vivir que ustedes. Pero la mataron el 8 de octubre de 2016 y con la sentencia del 26 de noviembre de 2018 volvieron a matarla”, sostuvo Marta.”Lo que dicen los jueces es que fue culpable de haber hecho lo que hizo. Con ese precedente, imagínense qué puede pasar con las que venimos detrás. Si a una de ustedes las matan, nadie se va a hacer cargo porque ustedes tuvieron la culpa de ir a tener sexo, de ir a fumarse un porro.”Hace menos de una semana señaló en una entrevista de Las12 que “feminizan la culpa para beneficiar la impunidad de otros, llámense violentos, narcos, femicidas”. 

En la Asamblea del lunes rogó al borde de las lágrimas salir a las calles para frenar el recrudecimiento de la trama sexista contra la vida de niñas, adolescentes y mujeres, para exigir la destitución de los jueces y clamar una vez más, como sucedió en el primer Paro Internacional por Lucía, el 19 de octubre de 2016, contra los pactos y las alianzas de dominación entre machos. Romper ese statu quo que reproduce y perpetúa poderes. “Está enquistado en juzgados, tribunales, despachos y medios de comunicación, a través de quienes deciden garantizar la impunidad de la violencia machista”, describe un documento del colectivo de Comunicadoras Feministas de Mar del Plata, que acompañó a la familia Pérez Montero con una cobertura responsable desde el inicio de la causa. 

Matías, el hermano de Lucía, el que hizo del dolor una carta pública de amor y denuncia, mantuvo las manos sobre los hombros de su madre por horas. Por momentos parecían un solo cuerpo sosteniendo otras manos que apretaban las de Marta, otras voces que la abrazaban y le murmuraban al oído frases imperceptibles. Se adivinaba el carácter de ese susurro comprometido. Todxs estaban ahí para luchar juntxs, “en unidad”, como ella suele pedirles a todas las organizaciones del país que la apoyan. “Para salvar a nuestras hijas, para no dejar que estos tipos las usen, las descarten y las maten.” A la noche, cuando el playón de la Ctep estalló en un aplauso masivo por la votación unánime de este nuevo paro, Marta repitió como un mantra que su hija le da fuerzas para seguir luchando y pidiendo por todxs. Así seguirá su vida, anunció. “Hoy es Lucía, pero cuántas Lucías hay que no tienen voz ni voto, de las que no se sabe nada. Hoy es ella, otro día lucharemos por otras. Como la gota que horada la piedra. Hasta que no haya una condena como corresponde y esas personas paguen por lo que hicieron, no voy a parar.” Hace tiempo que en la Argentina ser mujer es sinónimo de peligro.Una sociedad en creciente modo antiabortista y homofóbico se encarga de fabricar malas víctimas mientras se protege a femicidas, esos hijos sanos del patriarcado. Para esto hay respuestas que trascienden hashtags: frente al pacto machista, paro feminista.