Leandro Morgenfeld, autor del libro Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump: Las visitas de presidentes estadounidenses a la Argentina, publicado por editorial Octubre, dialogó con Universidad sobre el G20, el ordenamiento mundial actual y el aporte de la universidad en los procesos de integración.

Docente e Investigador Adjunto del CONICET, Morgenfeld realiza un recorrido por los últimos acontecimientos del concierto internacional de naciones, al tiempo que reflexiona sobre los nuevos vínculos entre los países centrales, haciendo eje en las tensiones entre Estados Unidos y China, y anticipando algunas hipótesis en relación a cómo irá avanzando este proceso de -según define-  transición hegemónica. 

Durante la última semana se realizó el G20 en nuestro país. ¿Cuál creés que es el eje de disputa entre las grandes potencias en la actualidad?

Son varios. Se vieron manifestadas diversas de las tensiones geopolíticas. La primera es entre el sector más globalista de las burguesías de los países centrales y los sectores más retrasados de esas burguesías, vinculados al mercado interno, que están en tensión entre un mundo que tiende a interconectarse más desde el punto de vista económico y la reacción proteccionista frente a los sectores que van quedando rezagados.

Además, esta cumbre del G20 estuvo atravesada por las tensiones entre Estados Unidos y China, una de cuyas sus manifestaciones es la disputa comercial, y la disputa entre Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea. La tercera tiene relación con el cambio climático, ya que mientras el documento señala la voluntad de mantener los objetivos del Acuerdo de París, Trump expresó su disconformidad y ratificó su salida del mismo, anunciada el año pasado. 

Otros temas presentes fueron el proteccionismo versus el libre comercio, grandes crisis migratorias y la discusión sobre reforzar o no los organismos multilaterales. Al mismo tiempo, la crisis de Medio Oriente, el vínculo Estados Unidos y Rusia, la puja entre Turquía y Arabia Saudita a partir del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, la propia crisis de la Unión Europea, a partir del divorcio traumático con Gran Bretaña. Es decir, el mundo está atravesado por todas estas disputas y la más importante es la del nuevo G2, Estados Unidos y China, y cómo se va a asimilar la declinación relativa de Estados Unidos y el ascenso imparable de China.  

Desde una mirada geopolítica, ¿cómo observás al mundo en la actualidad?

El mundo está atravesando un proceso de transición hegemónica. Es decir, la potencia indiscutida de la posguerra fría -que es Estados Unidos, que consolidó su poder en los últimos 25 años, después de la disolución de la Unión Soviética, con aliados subordinados como la Unión Europea y Japón, lo que era el G7- está siendo disputada por el ascenso de otros polos, por la transición del eje de poder de Occidente a Oriente y por las alianzas que está trazando China –con Rusia, la India y otros países-, que desde un punto de vista económico, de influencia política e incluso militar, está siguiéndole los pasos en forma acelerada a Estados Unidos. Hoy, todos los debates giran en torno a cómo se va a dirimir esa transición hegemónica, si a través de un proceso de acuerdo entre Washington y Pekín o de un enfrentamiento más abierto. Por supuesto, las dos cosas conviven. Son dos economías que están muy vinculadas una a otra. Por lo pronto, es de esperar que el enfrentamiento no se resuelva con guerras mundiales, como en todos los procesos de transición hegemónica anteriores, pero eso no quiere decir que no haya conflictos militares específicos o múltiples tensiones. La última manifestación es esta “guerra comercial” que empezó Estados Unidos para revertir el desbalance comercial que tiene con China. Y el último sábado en Buenos Aires vimos apenas un capítulo de distensión de ese conflicto comercial, pero que, sin dudas, no será el último, sino apenas un capítulo más de un proceso muy complejo, muy incierto y que tiene al mundo en vilo. 

En este mundo en disputa entre Washinton y Pekin, la Argentina como anfitrión tomó la agenda de los países centrales.

Esa posición se dio con Estados Unidos pero también en equilibrio con China. En épocas de vacas flacas tiene que oscilar entre los dos polos. El problema es que no se hace para tener mayor autonomía sino a través de relaciones dependientes con los dos polos de poder.

En relación a décadas pasadas, ¿considerás que hubo cambios en los vínculos entre los países centrales?

Sí, en cada momento histórico los vínculos que se dan entre las potencias centrales son distintos. En este momento, cuando se da un proceso imparable de mundialización del capital, los enfrentamientos son más complejos porque, por ejemplo, hay muchos capitales de Estados Unidos, China y Europa que están vinculados, entrelazados. Hay muchísima inversión de Estados Unidos en China y de China en Estados Unidos, por ejemplo. Así que el enfrentamiento geopolítico ahora es más complejo que en la etapa del imperialismo clásico. El vínculo entre las principales potencias asume una forma distinta a la del periodo de entreguerras, cuando los capitales estaban más vinculados a su espacio de acumulación en cada Estado Nacional y eso derivaba en tensiones económicas, comerciales y monetarias, que llevaron a las dos guerras mundiales. 

Desde la mirada académica, ¿creés que la universidad puede aportar para comprender las condiciones que presenta el escenario internacional?

La universidad tiene un rol clave para pensar y proponer alternativas que permitan estrategias de inserción internacional y de desarrollo que tengan que ver con superar la dependencia que tiene buena parte de la región, y en particular la Argentina. Es necesario vincular cada vez más a las producciones académicas con los procesos de difusión y divulgación. En mi rol como docente e investigador le doy también una importancia muy grande a que la difusión de aquello que producimos pueda tener incidencia en el debate público. Por eso, este último libro que publiqué, Bienvenido Mr. President, trata de hacer un aporte para pensar y construir un vínculo con Estados Unidos no subordinado, más autónomo y más coordinado con el resto de los países latinoamericanos. Su presentación y discusión a través de charlas y en los medios de comunicación es una apuesta a ampliar el debate sobre esta problemática más allá de los circuitos académicos, involucrando a activistas sociales, referentes políticos y comunicadores.