La dificultad para circular por la vía pública con autonomía y seguridad impide a las personas con movilidad reducida realizar actividades básicas como educarse, trabajar, acceder a los servicios de salud, abastecerse y llevar adelante una vida social activa. La falta de acceso a la educación y el trabajo compromete su autonomía e independencia económica, lo que se traduce en un empobrecimiento no sólo de las personas con discapacidad sino también de sus familias. 

María Rodríguez Romero es coordinadora del área de Políticas Públicas de la Fundación Rumbos (cuyo objetivo principal es impulsar la accesibilidad para todos) y su hija es usuaria de silla de ruedas. Todos los días se enfrentan a las trabas a la hora de circular por la Ciudad.

–¿Cómo ven desde Fundación Rumbos las veredas en la Ciudad?

–La situación es caótica. Nosotros empezamos a tomar el tema el año pasado haciendo un relevamiento. Primero, porque estábamos muy preocupados por la cantidad de lesiones que había en la vía pública y las dificultades que tienen las personas con discapacidad para transitar la Ciudad. Desde personas en sillas de ruedas a las que se les traban las ruedas y se lastiman hasta fracturas de muñecas, tobillos y caderas que muchas veces requieren operaciones y varios meses de tratamiento de rehabilitación. Y, después, porque hubo algo que nos llamó la atención y fue que el Gobierno de la Ciudad anunciaba “comunas 100% accesibles”, algo que sabemos que de por sí es imposible porque no se trata sólo de las veredas sino también de rampas, frentes, señalización por tacto y sonora, transporte accesible. Un montón de cosas que sabemos que no hay.

–¿Qué resultados tuvieron en ese relevamiento?

–Nosotros analizamos cien cuadras y más de mil frentes en las comunas 5, 6 y 13, que corresponden a los barrios de Almagro, Caballito, Colegiales, Belgrano y Nuñez. Y ahí nos encontramos con que ocho de cada diez frentes tienen algún tipo de problema en sus veredas y que los mayores problemas son de baldosas rotas o salidas, tapas de servicios en mal estado o directamente ausentes. Además, encontramos desniveles entre un frente y otro y que siete de cada diez rampas tienen problemas: rampas rotas, con señalización táctil defectuosa e, incluso, rampas que están mal construidas: hicieron rampas nuevas con escalones de entre 5 y 8 centímetros, algo totalmente ridículo y que, además, no cumple con la normativa ya que la ley admite hasta 1 centímetro de desnivel. Ante esta situación, desde Rumbos empezamos a difundir nuestros resultados y los llevamos a la Legislatura donde presentemos un proyecto de ley.

–¿Qué proponen en ese proyecto de ley?

–Lo que nosotros pedimos es la declaración de la emergencia en el estado de conservación de veredas y vados de la Ciudad. Y a partir de ahí pensamos en distintos puntos. Por un lado, en cuanto a las obras y la participación de las comunas en el control de las obras de veredas. En este momento, las comunas tienen dentro de sus competencias exclusivas el tema de las veredas pero en la práctica esto no está sucediendo porque no hay presupuesto para las comunas. Nos parece importante que en cada comuna se vea qué es lo que está pasando. Por otro lado, también nos parece importante la participación de las organizaciones de personas con discapacidad en las obras porque no hay nadie mejor que la persona afectada para saber qué es lo que se necesita pero, además, porque así lo establece la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad al hablar de su participación en cuestiones que son claves para ellos en cuanto a la accesibilidad. Es importante señalar que el Estado es el propietario de la vereda, ya que forma parte del espacio público, y es el responsable de asegurar la circulación segura y efectiva de todos los ciudadanos.

–¿De qué hablamos cuando hablamos de accesibilidad? ¿Cómo sería una ciudad accesible?

–Sería un ideal, pero una ciudad accesible tendría que tener todo adaptado para que las personas con discapacidad puedan tener una vida en iguales condiciones que cualquier persona. Esto implica ya no sólo que las veredas estén en condiciones sino que todo el entorno esté adaptado, que se pueda circular con continuidad, que no haya desniveles, que los anchos de paso de las puertas sean amplios, etcétera. También hay cuestiones en cuanto a la comunicación, que una persona sorda tenga una forma de recibir la información que necesita para manejarse o que una persona con discapacidad intelectual tenga una comunicación simplificada. Es decir, son un montón de cuestiones y sabemos que es un ideal pero el tema de las veredas hace que (las personas con discapacidad) no puedan circular con seguridad en la calle. Les complica realmente muchísimo en su vida diaria y que vos no puedas circular con seguridad por la ciudad hace que no puedas tener tu vida diaria resuelta en aspectos tan básicos como ir a trabajar, a estudiar o tener una vida social e implica una vulneración de sus derechos. Las personas con discapacidad sufren muchísimo por este tema.

–¿Y el programa del gobierno no cumple con esto?

–Ellos lo presentaron como “comunas 100% accesibles”, pero es algo imposible. Es una cuestión de marketing. Si esto fuera así, todas las personas podrían manejarse y hacer su vida sin ningún tipo de inconveniente ni barrera para manejarse autónomamente y sabemos que eso no es así. Nosotros les hicimos esta observación y ahora hablan de “esquinas 100% accesibles”. Entonces, ellos consideran que son accesibles porque hay una rampa, pero si yo te estoy contando que 7 de cada 10 rampas tienen problemas, seguimos en la misma. Esos anuncios son puro marketing porque en la realidad falta muchísimo en la Ciudad.

–Según el Plan Integral de Veredas del Gobierno de la Ciudad, hay cuatro ejes de desarrollo: planificación y coordinación, fiscalización y control, ejecución, y cercanía. ¿Se cumplen esos ejes?

–No, la verdad que no. Nosotros tuvimos una reunión el año pasado, cuando la subsecretaría estaba empezando y era todo buenas intenciones, pero hoy no se ven esos ejes. Por ejemplo, no hay una coordinación de las empresas de servicios públicos con la construcción de las veredas. Yo te puedo dar el ejemplo de mi casa. Durante dos años pedí el arreglo de la vereda porque estaba levantada por las raíces de un árbol y como yo tengo una hija que es usuaria de silla de ruedas, necesitaba que la vereda esté bien. Este año, después de muchos reclamos, arreglaron la vereda. A los cuarenta días, vino Metrogas y rompió la vereda. Es decir que el arreglo duró solo cuarenta días. En cuanto a la transparencia, tampoco veo que se cumpla porque vos vas a la comuna y querés saber cuál es el plan de veredas, qué obras hicieron, cuánto gastaron, qué obras van a hacer y lo cierto es que todo eso no se sabe. En este momento, la Ciudad es un caos entre la cantidad de obras por las empresas de servicio y las veredas en construcción, pero no se ven los resultados. Es decir, se ven obras permanentemente y por supuesto que celebramos que se invierta en eso pero me parece que falta muchísimo control porque es mucha la plata que se invierte sin resultados. 

–Esta semana se aprobó el nuevo Código Urbanístico y de Edificación. ¿Qué opinión tienen al respecto en Rumbos?

–Me parece importante remarcar que los códigos se aprobaron contando sólo con el apoyo del bloque Vamos Juntos y tuvieron que votar con la Legislatura vallada, como están votando todas las leyes últimamente. Son códigos que fueron muy cuestionados, tanto por los vecinos como por las organizaciones sociales. Por ejemplo, se cuestionó mucho la falta de mecanismos de participación. Desde el oficialismo insistieron en que hubo espacios de participación, pero lo cierto es que no hubo un dialogo. Nos dieron un espacio, planteamos nuestras observaciones pero no fueron tenidas en cuenta. Los nuevos códigos no garantizan la accesibilidad en la vía pública y restringen lo conseguido en la Ley de Accesibilidad. Por ejemplo, no hay ninguna especificación respecto a las rampas: no sabemos cómo van a ser construidas ni quién va a ser responsable de su construcción. Todo eso queda en blanco, al arbitrio de la reglamentación y es como otorgar un cheque en blanco. Lamentablemente, se perdió una buena oportunidad de mejorar y ganaron los intereses inmobiliarios en detrimento de la calidad de vida.