“¡Rita, te amo!”, le grita un veinteañero con rastas y en bermudas, que pasa, raudo, en bicicleta, justo cuando la antropóloga Rita Segato se está subiendo a un remís para ir desde un hotel céntrico en Rosario hasta el Teatro El Círculo, donde un rato después, frente a unas 1500 personas –la mayoría, mujeres– compartirá un picante diálogo con la Premio Nobel de la Paz Tawakkul Karman, activista, política, periodista, emblema de la rebelión pacífica contra el dictador yemení Alí Abdullah Saleh, que sacudió a su país en 2011 y la convirtió en ícono de la Primavera Arabe. 

A la salida del evento, tras dos horas de conversación entre la intelectual argentina y la activista yemení sobre fundamentalismos, dictaduras y derechos vulnerados de las mujeres, un torbellino de jóvenes le pide selfies a Segato y que les firme alguno de sus libros, que acaban de comprar. Como las históricas y más veteranas de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Segato también despierta pasión entre las nuevas generaciones de feministas, un fenómeno de época en donde el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans moviliza e interpela a los poderes fácticos con potencia arrolladora.

La cola en la puerta del teatro es de más de una cuadra. El Círculo es uno de los principales teatros de ópera de Rosario. Un rato más tarde quedará colmado. Otro signo del momento histórico, donde referentes feministas son ídolas juveniles. El encuentro entre Karman y Segato, moderado por esta cronista, lleva como título “Luchas, legados y el porvenir de nuestros derechos”. Es parte del ciclo Santa Fe Debate Ideas, convocado por el gobierno provincial. 

Entre bambalinas, Karman pregunta a las organizadoras por un cantante famoso local y alguna canción muy popular. Enseguida le nombran a Fito Paez, y el “Tema de Piluso”. Ella se aprende rápidamente la fonética y la entonación de la primera estrofa. “Cerca, Rosario siempre estuvo cerca”, repite, varias veces. No habla español. Después, abrirá su exposición cantándola como forma de empatizar con el público. Fue uno de los guiños que lanzó desde el escenario, pero también mencionó al Che Guevara y comparó la dictadura que gobernaba a Yemen, cuando las mujeres encabezaron el movimiento revolucionario que terminó con el derrocamiento del presidente Alí Abdullah Saleh, con el último gobierno militar en Argentina. “El Che Guevara fue una inspiración para nosotros. Nos enseñó mucho”, dijo la Premio Nobel. A ella misma, la prensa internacional la apodó la “Che Guevara de la Primavera Árabe”. Desde 2015, Karman se vio forzada al exilio, cuando en su país estalló la guerra civil. 

Segato buscó marcar puntos de encuentro entre el drama yemení, donde una coalición dirigida por Arabia Saudita lleva adelante bombardeos indiscriminados sobre la población civil, y el contexto latinoamericano. “El hilo conductor tiene que ver con la onda fundamentalista que amenaza nuestra región”, apuntó. Y señaló que “el fundamentalismo cristiano está plantando una semilla de odio que no es una característica de nuestro continente”. “Esta forma de violencia faccional, de cuño religioso, no estaba entre nosotros”, agregó. Y mencionó como sus expresiones “la crítica a la llamada ideología de género”, la campaña “Con mis hijos no te metas”, las leyes de “escuelas sin partido, en Brasil, que pretenden criminalizar a docentes que hablen de liberación femenina o disidencia sexual en las aulas”. El fundamentalismo “está sembrando el miedo en relación al camino crítico de las mujeres, que se encuentra en desacato al orden patriarcal, y que es un orden político, arcaico, fundacional”, precisó. “¿Qué nos está diciendo esto?”, se preguntó Segato. “Nos está diciendo que nuestras luchas, las luchas del feminismo, son centrales” y necesitan combatirlas “para la reproducción de la dominación”. “Es una advertencia: fundamentalismo y guerra son dos caras de las misma moneda. La guerra es rentable. Por ahí sea la última batalla del capital”, lanzó a un auditorio que la ovacionó. 

A su turno, Karman dijo: “Me gusta la idea sobre la relación entre fundamentalismo y la guerra. Me gustaría agregar otra idea más: el terrorismo y la guerra son dos caras de la misma moneda. Ambos se benefician uno del otro y se protegen entre sí. El terrorismo (en los países árabes) es el resultado de la ausencia de reformas religiosas. La religión ha sido usada durante décadas de manera equivocada, por quienes creen representar a Dios, a los que hay que obedecer y han producido regímenes autoritarios”, consideró. 

Y dio dos ejemplos de cómo los fundamentalismos religiosos afectan los derechos de las mujeres en países árabes. Hace dos años se prohibió a las mujeres conducir autos en Arabia Saudita, indicó. “Dijeron que la religión, el Islam, prohíbe a las mujeres manejar. Pero cuando el príncipe saudí quiso presentarse como reformista ordenó a esos mismos religiosos que digan que no estaba prohibido y ahora está permitido. Es muy simple este ejemplo: usan la religión para beneficiarse y sostener sus intereses, decorar sus puntos de vista”, subrayó. 

–El poder político ha secuestrado la religión –acotó Segato.

–Los verdaderos reformistas en Arabia Saudita están presos –apuntó la Premio Nobel. 

Como segundo ejemplo, Karman recordó que por una orden religiosa estaba prohibido que las mujeres salieran a la calle en Yemen. “Hombres y mujeres no podían estar juntos en la calle. Las mujeres tenían que quedarse en su casa. El dictador dio un discurso cuando salimos a las calles, diciendo que había una fatwa, decreto del Islam, que nos impedía estar ahí, pero las mujeres encabezamos la revolución pacífica. La Primavera Árabe fue contra las dictaduras, y las fatwas incorrectas”, destacó.