Hace unos días, el anuncio de que Nintendo lanzará una nuevísima plataforma en marzo, después de seis años fuera del juego, resultó casi increíble. Excepto para aquellos que habían estado atentos y sabían que Satoru Iwata, el difunto presidente de la compañía, había anunciado el famoso proyecto “NX”, la apuesta nipona a la nueva generación. Después de mucho suspenso, al fin se reveló que la idea tenía forma de consola doméstica: Nintendo Switch.

En una conferencia en 2015, Iwata había reconocido que el mercado de videojuegos tenía nuevas reglas, difíciles de adoptar: “El reto de pedirle a nuestros consumidores que compren un hardware sólo para videojuegos se ha vuelto mucho más grande ahora que los productos smart se han popularizado”. Con esto en mente, Nintendo se arriesgó a crear una plataforma “híbrida” que se adaptara a cualquier momento y necesidad del usuario.

Dejando atrás la clásica batalla de quién aporta más potencia o resolución, Nintendo se enfocó en la interacción de realidad aumentada con el videojuego. Y si bien la Switch cumple con la tradición de la compañía japonesa de ocupar un lugar en el living familiar, tiene un formato “desmontable” todo terreno, haciendo que sirva como pantalla, tablet, consola portátil, joystick, manubrio o lo que sea que el jugador haya comprado en el pack de accesorios.

La clave del cambio está en los nuevos mandos de la consola, bautizados “Joy-Con”. Aunque son similares a los controles de Wii, tienen un sensor que detecta la forma y distancia de los objetos cercanos, dejando que el jugador pueda interactuar y conectarse con otros en el espacio de juego. Además, vienen equipados de la tecnología HD Rumble, que reproduce estímulos finos virtuales en las manos del usuario.

Aunque la fecha de lanzamiento propuesta es este 3 de marzo, Nintendo se mostró reacia a confirmar muchos de los títulos especiales para su nueva consola. Apenas esbozó el nombre de algunas compañías, como Bethesda, Ubisoft, Square Enix y Konami, pero sí se animó a confirmar los lanzamientos de los infaltables Super Mario Odyssey y The Legend of Zelda: Breath of Wild, a los que se sumaron 1-2 Switch, Super Bomberman R, Skylanders Imaginators, Just Dance 2017 y I Am Setsuna.

Reggie Fils-Aime, presidente de Nintendo of America, intentó explicar que la consola no traerá juegos incluidos para mantener los costos relativamente bajos. El precio recomendado será de 300 dólares. Y aunque la consola no tiene bloqueo por regiones, para el mercado nacional –territorio olvidadísimo por los empresarios de Nintendo– la preventa promedia entre los 12 mil y escala hasta los 25 mil pesos para el combo más completo de accesorios.

A pesar de las promesas y el hype, los inversionistas de la compañía no se entusiasmaron mucho con el estreno, ya que al día siguiente sus acciones cayeron un 5,9 por ciento. Es que una consola que no atiende a la retrocompatibilidad y las tecnologías VR pareciera no ser una apuesta al futuro sino una jugada conformista. Pero todos aquellos que se la juegan por la Switch creen posible que la empresa haya entendido que la siguiente generación de consolas debía de ser una híbrida.