“Por favor molestar”. Este cartel imaginario podría estar colgado en la puerta de Room 104 (la segunda temporada estará dispuesta íntegra desde el próximo domingo en HBO GO). Aquí no hay intimidad posible, o mejor dicho, el espectador se entromete en lo más descabellado de la misma cercado por unos pocos metros cuadrados de hotel. El disparador es el susodicho cuarto donde acontece la primera cita sexual de una pareja; un ruso se dispone a rapear; dos primos discuten sobre dinero circa 1980; una mujer duda si es robot (¿o es un robot que cree ser mujer?). Básicamente, la intención es escapar de lo ordinario pero con el mandato claustrofóbico de su entorno y en un transcurso no mayor de media hora.

La entrega sigue el formato de “antología” por lo que no hay necesidad de haber visto la primera temporada para entenderla. No hay vínculo aparente entre la docena de historias que componen el producto, ni personajes, incluso aquí los géneros también pueden variar. Del drama desgarrador a la comedia corrosiva, del horror escalofriante a un episodio donde toda la trama es expresada a través de canciones. La falta de cohesión como premisa se resuelve maximizando esta puesta en escena indie. El mejor ejemplo sucede en “Arnold”: un hombre despierta sin memoria y el recuerdo de la noche anterior asomará en clave musical. En cada huésped, entonces, habrá un problema bien humano a resolver, sea de manera terrorífica, graciosa o incluyendo una bola de boliche en medio de la habitación.

El resultado es ecléctico, enigmático y frenético. Adjetivos aplicables a cada uno de los nuevos episodios pero también a los responsables de Room 104, Jay y Mark Duplass. Los ex reyes del mumblecore aquí se desentienden de su lógica y prueban con un caleidoscopio de formatos y directores. Es, por otra parte, la tercera ficción que cuelan por HBO. Antes produjeron la comedia Togetherness (una mirada sin complacencia sobre la adultez) y la animación para adultos Animals (el seguimiento sigue a las diversas criaturas de Nueva York que no sean humanas). Por otra parte,  este año lograron un pleno en Netflix con Wild Wild Country sobre la secta de Osho y que recibió un Emmy como mejor documental. 

Es claro que ante tanta diversidad temática y estética mande la extravagancia y el desbalance. Más que romper la cuarta pared el objetivo de Room 104 es el de quebrar las cuatro paredes, y en la mayoría de las ocasiones se logra. “Hay un montón de programas con una narrativa hermosa y bien desarrollada. En este caso nos propusimos enloquecer y ver qué sucede”, explicó Jay Duplass. El oscarizado Mahershala Ali (que protagonizará la próxima True Detective), Michael Shannon y Judy Greer son las caras más visibles de la empresa.

Hay tres grandes referencias de este proyecto con “espacio limitado e infinitas posibilidades”, según los Duplass. Una es Hotel: Room que David Lynch concibió para esta misma señal a comienzos de los ‘90 y no pasó de los tres episodios. La otra es la británica Inside No.9 de la BBC, que ya va por su cuarta temporada, donde no hay más hilo conductor que el número del título y logra una cohesión insólita desde el factor sorpresa.  Y también está la claustrofobia moderna propia de Black Mirror, pues varios de los episodios de esta temporada exploran los efectos de la tecnología en las relaciones humanas. “En esta era con tanto para ver queremos que Room 104 sea su experiencia de citas casuales. Uno ve un episodio, tiene sexo con ese episodio y ni siquiera tiene que volver. Es un poco el Tinder de la televisión”, dijo Jay Duplass.