A los 79 años falleció el actor, docente y director Augusto Fernandes. Los motivos de su muerte, ocurrida el martes, se desconocen. Aparte de dirigir gran cantidad de obras, se destacó por haber formado a varias generaciones de actores, actrices y directores. Entre sus últimos trabajos se encuentra la obra 1938. Un asunto criminal, estrenada en 2016. En este espectáculo, que protagonizó junto a Hugo Arana y Beatriz Spelzini, ocupó por primera vez tres roles: actuó, dirigió y escribió. Este estreno ocurrió “en el último acto” de su vida, según él mismo definió.

Nació en Portugal. Tenía un año cuando llegó a la Argentina. Provenía de una familia de “campesinos con ambiciones”. La madre era actriz aficionada; el padre enseñaba bailes portugueses. El suyo era un “caso curioso” de “padres inmigrantes que querían hijos artistas”. “Cuando fui al pueblo en que nací me contaron que en Semana Santa, cuando se recordaba La Pasión, mi viejo hacía de Diablo. Fue mi madre la que me hizo ingresar al teatro infantil, así como a mi hermana a la escuela del Teatro Colón”, recordó en una entrevista. Mientras que su hermana abandonó el arte, él abrazó más de una pasión. 

  Según él, su verdadera vocación era la pintura. Decía tener para esta disciplina habilidad y talento.  En ella encontraba un estado meditativo alejado de la “promiscuidad” a la que el teatro invita, por tratarse de una actividad necesariamente colectiva. Desde chico logró vivir de la actuación. Contaba, con orgullo, que trabajando en radio, siendo un niño, ya ganaba más que su padre. A los cinco años integraba el programa La Pandilla Marilyn y a los seis asistía al Instituto Infantil de Teatro Labardén. No tenía diez cuando actuó en la película Almafuerte, de Luis César Amadori. 

La actuación, la puesta en escena y la docencia fueron tres pilares de su trayectoria. Dirigió su primera obra en 1962, Soledad para cuatro, de Ricardo Halac. También por esos años comenzó su carrera como maestro. En 1966 fundó en Buenos Aires su propia escuela, dirigida a actores y directores. En el exterior replicó su labor docente, dictando seminarios.

Formó parte del grupo Nuevo Teatro y luego fundó junto a otros compañeros el Grupo de Teatro Juan Cristóbal, que se fusionó con el teatro La Máscara, del que fue director artístico. Se formó con Hedy Crilla. Comenzó a relacionarse con Alejandra Boero, Agustín Alezzo y Carlos Gandolfo, entre otros colegas que empezaban a atender y aplicar las teorías de Stanislavski. También fundó el Café Teatral Estudio y el Equipo de Teatro Experimental de Buenos Aires (Eteba). Recorrió Alemania, Portugal, España, Italia, Francia y Estados Unidos, donde tuvo contacto con Lee Strasberg. Fue rector de la Escuela Nacional de Arte Dramático de Buenos Aires. 

Aunque siempre se definió como actor, ejerció este oficio hasta pasados los 30 años. Luego ingresó en un período de inactividad que duró cuatro décadas. En ese tiempo sólo hizo un reemplazo de Federico Luppi en Ojo por ojo, adaptación de Acreedores, de Strindberg. No fue del todo una elección: a Alemania había sido invitado para dirigir, pero debió quedarse por integrar las listas negras de la Triple A. Como no dominaba a la perfección el idioma, no le quedó otra opción que dirigir y formar actores. Fundó en Francia, junto a Lew Bogdan, el Instituto Europeo del Actor.

Regresó al país en 1982. Le ofrecieron participar en cinco películas, pero ninguna le interesó. Y en teatro no le ofrecieron nada como actor. “Entonces empecé a dirigir y tuve éxito, y pensé que tenía que resignarme a eso”, contó en una nota a PáginaI12. Entre sus puestas en escena se encuentran El campo, Negro... azul, negro, Del tiempo de los carozos, El relámpago, El pie, La leyenda de Pedro, El baño de los pájaros, Rigoletto, Madera de reyes, Ensueño, La gaviota, Ella y él. Ha dirigido clásicos de Ibsen, Strindberg, Calderón de la Barca, Federico García Lora y Chejov.

Entre sus últimas propuestas se encuentra 1938. Un asunto criminal (2016). Por primera vez ocupó tres roles: actuó, dirigió y escribió el texto. En rigor, se trató del primer texto suyo, aunque sus adaptaciones contenían ya su impronta. “Cuando uno tiene esta edad no lo convocan; tiene que convocarse solo. Estoy en el último acto de mi vida”, expresaba previamente al estreno. Protagonizó esta obra junto a Hugo Arana y Beatriz Spelzini, con producción a cargo del Teatro Cervantes. El espectáculo ponía en escena un triángulo amoroso cuya historia se jugaba en Bariloche el año que preludiaba la Primera Guerra Mundial.

En 2002 la Asociación Argentina de Actores y el Senado de la Nación le entregaron el Premio Podestá a la Trayectoria Honorable. Hombre del teatro, también filmó varias películas, entre ellas La muerte está mintiendo, con Narciso Ibáñez Menta y María Rosa Gallo, y El proyecto, de Juan José Stagnaro. Escribió y dirigió La mitad negada (2003).

Tuvo un profundo interés por la astrología. Se obsesionó estudiándola. Sumó la disciplina a sus clases de teatro y a su tarea como director. Contaba que le había permitido descubrir a Shakespeare, “poeta atraído por la astrología y la Cábala”. Estudioso del dramaturgo inglés, el año pasado recibió un premio en el Festival Shakespeare en Buenos Aires.