Después de una lucha incansable y prolongada contra el cáncer, la polifacética Bimba Bosé falleció el lunes 23 en una clínica de Madrid a los 41 años. Se inició como modelo cuando al abandonar la escuela secundaria su tío Miguel le propuso apoyarla para que se instalara en Londres. Fue así, además, que se conectó con el mundo del diseño y junto a David Delfín, niña terribla de la moda ibérica y una de sus amistades más íntimas, se asoció creativamente. Fue cara de la renovación en la pasarela madrileña y nunca se desconectó de su estilo personal, fluctuante y andrógino. Su belleza ambigua funcionaba como contracara de la pasteurización casi obligatoria en aquellos primeros años como top model.
Cantó junto a su tío Miguel en el disco de dúos Papito, de 2007, y como parte del grupo pop rock The Cabriolets editó tres álbumes. También fue DJ, tuvo dos marcas de ropa propias y se animó a competir en un reality musical.
A partir de la detección de su enfermedad, que comenzó como un cáncer de mama que luego se extendería, fue rostro de campañas a favor de la detección temprana; cuando comenzó su tratamiento en 2014 posó junto a su novio, el modelo británico Charlie Centa, ambxs rapadxs. Siempre hizo pública su lucha, en todas las instancias, a pesar de provenir de una familia famosísima en su país pero a la vez caracterizada por mantenerse fuera del escrutinio de la prensa amarillista. “Hasta el día que me muera estaré en construcción”, había dicho en entrevista con la publicación 20 Minutos poco antes de ser diagnosticada.