¿Qué nos está pasando? No es el título de una reedición de aquella célebre guía sobre la pubertad, sino del grito al unísono de los personajes de Sex Education. Acerca de ese pasaje incómodo, hormonal e identitario versa la serie compuesta de ocho episodios que Netflix estrenará el próximo viernes. Un alumno de secundario (Asa Butterfield) se dedicará a dar consejos sobre aquello del título, mientras campea su virginidad y soporta a una madre de las muy metiche que, al fin y al cabo, trabaja como terapista sexual. Provisto de los manuales, videos y de las conversaciones que tuvo con su progenitora (Gillian Anderson), Otis va a establecer una consultoría en el colegio para los compañeros que le dan la espalda o lo toman como objeto predilecto de bullying. Terreno prolífico si los hay para hablar de masturbaciones, vello púbico fuera de lo común, tamaños de genitales estrambóticos o casi invisibles. 

El infierno de un adolescente es bastante parecido a lo que vive Otis Thompson. Mamá Jean tiene un posgrado sobre lo libidinal, es una mujer divorciada con una vida sexual plena y embiste a su hijo con preguntas sobre onanismo mientras el chico difícilmente pueda convivir más que con su timidez. “Es una comedia, algo que no hago muy a menudo. Pero me sirvió para explorar distintos aspectos de la personalidad, de conocer cómo funcionaba. Jean vive en Gran Bretaña y cría a su hijo de una manera muy abierta sobre el sexo. Pero hay cosas que son extrañas, como los penes, que están en todos lados, o las esculturas con formas muy raras. Su hijo está en plena pubertad y no puede evitar perseguirlo, escuchar sus conversaciones a través de la puerta, invadir un poco su privacidad. No tiene límites, es muy neurótica”, describió Anderson durante su paso en Argentina en la última Comic–Con. Si bien la actriz, recordada por The X–Files, se despacha con una auténtica hembra alfa, cabe decir que su personaje más bien sirve de pivot para los dilemas existenciales de su hijo. 

Otis, suerte de heredero lejano y poco más avergonzado del Pee Wee de Porky’s, es el centro de esta historia que transcurre en un suburbio inglés muy estadounidense. “La apertura de su madre lo paraliza aunque tienen sus momentos de cariño, pueden compartir una película de Julia Roberts juntos”, especificó el actor recordado por su papel en El niño con pijama a rayas. Otis redefinirá su identidad desde el momento en que se convierta en un apto y singular consejero de la ESI. ¿Eyaculaciones? ¿Inseguridades al verse desnudo? ¿Complejos por no acabar? Otis es la persona a la que recurrir. “Lo mejor que tiene la serie es que se habla de sexo de manera franca y sin impostaciones. Tiene una postura honesta, rara e incómoda que no intenta ser sexy, captura la complejidad del sexo adolescente”, dijo Butterfield.    

Como en la no muy vista Masters of Sex, aquí se trata sin tapujos ni falsa provocación todo lo relativo a lo que uno quiere saber sobre sexo pero nunca se atrevió a preguntar; en este caso de un teenager. La entrega creada por Laurie Nunn corre por los caminos del relato iniciático en modo brit como en The End of the Fuxxxing World pero sin llegar a la brutalidad de Skins. Es una auténtica comedia a medio tono en la que su protagonista emprende su autodescubrimiento entre casa y la escuela. No está completamente solo en su viaje. Lo acompañan Maeve (Emma Mackey), la bella inadaptada por elección, intrigante, de pelo teñido de azul y muy perspicaz. La chica, por otro lado, es quien lleva las riendas de la pyme en el colegio y va a despertar el interés hormonal del protagonista. El otro personaje trascendente es Eric (Ncuti Gatwa). Su único amigo es negro y abiertamente gay, está obsesionado con ser popular, y con uno de sus parlamentos define a esta ficción: “Todo el mundo piensa en echarse un polvo, está a punto de echarlo o lo está haciendo en este momento”.