El director estadounidense Stanley Kubrick no tenía aún 30 años cuando filmó Paths of Glory (1957), elogiado largometraje antibelicista que se estrenó en Argentina como La patrulla infernal. En el clímax dramático del film, tres soldados elegidos al azar son fusilados en nombre de todo su regimiento. Un fotograma previo a la escena muestra solamente los tres postes, con muros de bolsas detrás, bajo un cielo tormentoso. El artista argentino Alfredo Frías (Buenos Aires, 1984, radicado en Tucumán) eligió esa imagen para dibujarla a lápiz rojo sobre un lienzo imprimado de 2 metros de ancho y uno y medio de alto en Nada queda, que obtuvo un Premio Estímulo Fundar de $40.000 en el 72º Salón Nacional Rosario. La sutil y potente obra no sólo combina materiales de diversas disciplinas sino que admite múltiples lecturas, desde una versión secular del tema de la crucifixión hasta una posible alegoría tanto de la actualidad política y económica nacional como de la historia reciente. Se emparienta en ambos sentidos con el último Berni.

Hubiera sido también una buena opción adquirirla pero el premio adquisición Municipalidad de Rosario ($180.000) fue para otra obra igualmente meritoria: Lo viviente, video que María Paula Massarutti creó en colaboración con Santiago Gasquet (performer), Luciano Giambastiani (composición sonora), Luis Migliavacca (realización audiovisual), Lucía Savloff (curadora) y científicas y científicos del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), en la materialidad de cuyos espacios de trabajo se demora la mirada a través de la cámara. Apoyado por un convenio entre la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET), el INIFTA es un ámbito de producción de conocimiento cuya continuidad depende del presupuesto estatal. Lejos de la retórica unívoca del género documental, Massarutti deja hablar a estas mentes inquietas sobre el arte, el azar y la vida misma, explorada en sus elementos constitutivos con rigor científico, sensibilidad estética y asombro filosófico. Pieza de estilo fragmentario en su edición, el video forma parte de un proyecto más amplio, que integra arte y teoría.

Al otro Premio Estímulo Fundar de $40.000 lo ganó Inés Marcó por su pintura Polarizado. Los dos Premios Estímulo de la Fundación Castagnino, de $40.000 cada uno, fueron para la artista platense Mariela Vita por su instalación Súper tsukimi y para Ornella Pocetti por Las pruebas de vidrio. Al Premio Colección del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe consistente en $90.000 lo obtuvo la artista, docente y gestora cultural rafaelina Ángeles Ascúa por su obra Cuadernos y tapiz (adquisición). Ex integrante y fundadora del colectivo La herrmana favorita, Ascúa despliega en los múltiples cuerpos que integran la obra un proyecto de cuadernos de artista en colaboración con colegas, bajo un lema optimista y lleno de gratitud que aparece bordado en el tapiz y dibujado en uno de los cuadernos: "Si tuviste la suerte de vivir en Rosario de joven, Rosario te acompañará vayas a donde vayas por el resto de tu vida, porque Rosario es una fiesta que no termina nunca".

Sebastián Joel Vargas
Nada queda, de Alfredo Frías, obtuvo un premio Estímulo.

Todo esto y mucho más puede verse (u oírse) en los 7 pisos del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO, Oroño y el río), de martes a domingo de 15 a 21. Hay que tomar el ascensor hasta el piso 7, donde con curaduría de Adriana Armando se expone la sección Gabinete, un conjunto muy cuidado de obras de artistas mujeres que incluyen la de Ascúa. Al frente de la sala hay un mural pintado por Mimi Laquidara, y al fondo se extiende un mural en papel formado por ejercicios de estilo o ficciones de obras en homenaje a sus congéneres artistas por la dibujante Pauline Fondevila. La naturaleza (domesticada, filtrada por sus múltiples versiones en diversas tradiciones de arte decorativo) sirve de inspiración a Noelle Lieber, Alejandra Tavolini, Carla Colombo, Patricia Spessot y Verónica Orta. Se destaca la instalación fotográfica Temporada baja (2018), de Paulina Scheitlin, una pieza de profunda y espiritual belleza donde la autora de La foto de los lunes parece explorar una vez más la posibilidad de una memoria objetiva, un pasado grabado en las cosas: en este caso, viejos hoteles de playa desiertos bajo la luz anaranjada de la tarde.

En el piso 6 se desarrolla un coherente y cohesivo panorama de lo que es la pintura argentina hoy, ya no una mera técnica sino un concepto constructivo bidimensional donde el gesto y la composición nacen como el trazo de un accionar a través del tiempo en forma de flujo. La idea de planos múltiples o pinturas alternativas que se entrecruzan alienta en los acrílicos calados de Julia Masvernat; el soporte se complejiza en los tapices con objetos intervenidos de Guido Yannito, quien se apropia de materiales de desecho y técnicas marginales al igual que Luis Terán. Terán interviene el espacio del museo con admirable simplicidad. El desecho es el tema en la pintura realista urbana premiada de la artista e investigadora entrerriana Inés Marcó.

Sebastián Joel Vargas
Temporada baja, de Paulina Scheitlin, de espiritual belleza.

El luminoso piso 5, con vista al Paraná, alberga a Archivo Salón, una sala de lectura que informa sobre la obra del Museo Castagnino+Macro mismo. Abarca tanto la historia del Salón como la de los programas de apoyo a la producción artística en contextos industriales o periféricos (véase allí el libro Residencia en el mundo, algunos de cuyos testimonios tienen notable valor literario), o la de sus instancias de apertura al arte joven y formación de colección.

En el piso 5, un video de Mauro Guzmán se presenta como la obra más extrema de todo el conjunto, la única que juega ambiguamente en los bordes de lo soportable: su audio evoca una intensa respuesta física de rechazo, mientras la imagen seduce con equivalente fuerza desde una mezcla de misterio, humor y colores audaces que tiñen toda la sala. Un recurso recurrente es la foto encontrada como objeto camp, tanto en Luisa Escarria como en Juan Der Hairabedian.

Se integran perfectamente al espacio del MACRO, que no oculta su pasado portuario, los calcos en mezcla de cemento portland, agua y arena del Paraná que componen la instalación Cada detalle del mundo es una figura de autoridad, de Juan Gugger. Se destaca por su descarado estilo trash, su conciencia de clase marginal y su exquisito sentido reivindicativo del kitsch la instalación con objetos y pinturas Orgullo marica, de Fabio Risso Pino. Sol Pipkin podría haber estado en el piso 7 por el diálogo que propone entre arte y naturaleza, que evoca las últimas obras de Liliana Maresca.