Un hombre se cruza con un borracho abrazado a una farola que buscaba

incesantemente algo con la vista. “¿Qué es lo que ha perdido?”, pregunta. “Mis llaves”, es la respuesta que recibe. “¿Las ha perdido por aquí?”. Y el borracho remata con un aplomo que pretende irrebatible: “No, pero por aquí hay más luz”. 

La historia es una metáfora del oficialismo y su batería de proyectos

e iniciativas vinculadas a resolver la inseguridad. Todos sabemos que nada aportan al tema, pero allí parece que “hay más luz”. 

El Gobierno no puede hacer un balance positivo de su promesa de pobreza cero. Tampoco de sus promesas de inversiones genuinas. Ni qué hablar de su combate a la inflación. Tampoco puede contarnos cuántos jardines construyó con el dinero del Fútbol para todos, ni cuántos empleos nuevos generó el habernos “integrado al mundo”. 

Comienza el tiempo electoral y eso representa un problema. La solución

escogida resulta de una obviedad soporífera. Mirando de soslayo lo que sucede en Brasil, Macri busca bolsonorizarse y lanzar iniciativas vinculadas a una agenda estructurada sobre la seguridad y el orden.

Pero hay un detalle. En esos temas parece que “hay más luz”. Pero la búsqueda, como la del borracho de nuestra historia, es infructuosa. Las iniciativas son insustanciales, cargadas de un mero afán provocador.

La iniciativa que pretende bajar la edad de punibilidad no es novedosa.

Es un intento de volver al texto primigenio del decreto ley 22.278 dictado por Videla, que consagraba los 14 años como edad que hacía posible la imputación de un delito. Dicho decreto fue modificado por otro decreto, esta vez de Bignone, que subió el piso a los actuales 16 años. Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol. 

Lo mismo podríamos decir del intento de crear 10.000 reservistas. Por un lado se desmantelan las políticas de defensa, y por otro se lanza esta iniciativa. Falacias de la insustancialidad amarilla. El relato del cambio tuvo su momento de esplendor. Encarnó expectativas de transformaciones positivas, ofreció futuro, vehiculizó prejuicios de clase y prometió la placidez de una democracia sin conflicto. Sintetizó un nuevo imaginario sin grietas, sin inflación, con lluvia de inversiones y hasta con pobreza cero. La contundencia de la realidad hizo trizas ese relato, ese imaginario

Estamos asistiendo al intento de construcción de un nuevo relato

cambiemita estructurado sobre otros tópicos y clivajes. No podemos quedar enredados en el debate falaz que nos proponen, ni regalar el deseo de más seguridad a los profetas del odio. ¿Por qué motivo van a ser los abanderados de la seguridad quienes nada hicieron para resolver esta cuestión? 

Con el mero rechazo a las iniciativas oficialistas nada conseguiremos. Hace falta construir una batería de iniciativas propias sobre estos temas, con otra mirada, con otros valores, con otra perspectiva. Aferrarnos a los lugares comunes de lo políticamente correcto y limitarnos a rechazar cada iniciativa oficial no parece ser el camino. Si no profundizamos el debate, correremos el peligro de convertirnos, también, en el borracho que buscaba sus llaves perdidas bajo la farola, no porque allí las hubiera perdido sino porque había más luz. 

* Abogada. Cumplir-PJ.